NOTICIA
Viaje a la Luna: imaginación, técnica y arte
Nunca he sabido cómo pueden correr las noticias a tal velocidad en el mundo de los feriantes. Lo que está claro es que al día siguiente todos los feriantes de Francia estaban al corriente del éxito de Viaje a la Luna, y que llovían encargos de todas partes.
Georges Méliès
Desde Cabiria, El gabinete del Dr. Caligari, Intolerancia, El tesoro de Arne, Nosferatu o Nanook, el esquimal, sin pasar por alto Viaje a la Luna, de Georges Méliès, y la copia definitiva, restaurada de L’Atalante, de Jean Vigo —el recorrido comprende desde 1895 hasta 1924—, la Cinemateca de Cuba en el mes de febrero propone más de veinte clásicos del cine mundial.
Esta es una oportunidad para ver por primera vez obras significativas del registro cultural de muchas naciones. Y para quienes ya las conocen, podrán asistir a las salas avivados por una verdad de Perogrullo: un clásico constantemente renueva cuanto tiene que decirnos de sí mismo. Así nos sucede con Viaje a la Luna (1902), del inventor, ilusionista y cineasta Georges Méliès (1861-1938).
Cuando en 1895 Méliès asistió a la presentación del invento tomavistas de los hermanos Lumière quedó maravillado y enseguida ideó integrar a sus espectáculos de magia el cinematógrafo. Quiso comprar el aparato y los hermanos se negaron, incluso, aunque desconfiaban del futuro del cine. Pero Méliès terminó adquiriéndolo por otra vía y gracias a otro inventor.
Ante el descubrimiento de los Lumière, Méliès no quedó satisfecho. Con su poderosa imaginación y su creatividad incesante tomó referencias de la literatura y del teatro, sin desconsiderar el circo. Entonces, el cine se hizo más atractivo y espectacular.
Más allá del mundo onírico y de la imaginación, ¿podía pensarse en transformar cuanto uno tenía como real y aprobado? Méliès estaría resuelto a “hacer visible lo sobrenatural, lo imaginario y aun lo imposible”, según confesara.
Es sabido que amén de ser un pionero en la doble sobreimpresión y los fundidos a negro y desde negro, al cineasta francés se le reconoce, además, como el fundador del primer estudio cinematográfico. En la campiña de Montreuil-sous-Bois, sobre todo a partir de 1897, Méliès arrancaría con ese maratón fílmico hasta llegar a la cifra 500 películas realizadas entre 1896 y 1912. Eso sí, ninguna lo reconoció tanto como Viaje a la Luna, mediante la cual evoluciona la continuidad narrativa en el cine y lograría —qué duda cabe— el incuestionable pase histórico.
Unos años antes de filmar Viaje…, por una aparente rotura de su cámara, había dado con el stop trick (truco de parar). Aquel ómnibus filmado que de pronto se perdió del lente para dejar ver un carro fúnebre fue decisivo desde el punto de vista técnico y estético. Los trucos de magia devinieron efectos especiales. La técnica beneficiaría luego al arte de contar historias.
Con Un viaje a la Luna asistimos no tanto a la preparación de un desplazamiento o al convencimiento de la posibilidad del mismo, como a la manera de implicar a los espectadores que ya conocían los relatos de Julio Verne y Herbert George Wells.
¿Cómo lo resolvería Méliès? Se preguntaron muchos. Atónitos quedaron cuando fueron testigos de un creador que unificaba lo escenográfico del teatro, conocimientos de dibujo y fotografía, saber literario y decidida creatividad.
De ahí el sorprendente efecto en Viaje… del travelling inverso, en el que advertimos la cara humanoide de la Luna acercándose a un primer plano. Con esta escena de la bala de cañón clavada con brío simbólico y pícaro en un ojo de la Luna, alegoría al mismo tiempo de la aventura del ser humano inconforme y curioso, Méliès legó para la historia una imagen memorable de la reinvención del mundo.
Iniciador de la ciencia ficción, precursor de la utilización de exposiciones múltiples y también de la cámara rápida, las disoluciones de imágenes y la película en colores, se atrevería, para colmo, a dividir la pantalla y facilitar la narración en capas o layers, como lo haría luego de filmar Viaje a la Luna con el interior de la imagen que compone en la película Los afiches se divierten (1906).
En el año 2011 Martin Scorsese homenajeó a Méliès con su largometraje Hugo, y si bien se le han realizado muchos documentales y homenajes, pocos han sido tan reveladores como El gran Méliès (Georges Franju, 1952) y el primer tributo que le realizara el aragonés Segundo de Chomón, uno de su grandes admiradores, quien en 1909 rodó su Nuevo viaje a la Luna a partir del clásico Viaje a la Luna, del dichosamente maravilloso Georges Méliès.