María de los Ángeles Santana

Una actriz dúctil en “De cierta manera”

Jue, 08/26/2021

Este jueves 26 de agosto De cierta manera iniciará con un “Flash back” hacia una página trascendental en la historia de la cultura cubana. Corresponde al registro de la edición número 836 del Noticiero ICAIC Latinoamericano el 20 de octubre de 1977, que contenía imágenes del II Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Como tanda fílmica, el espacio presentará un documental en torno al célebre Guiñol Nacional de Cuba en los años sesenta, El gran viaje, dirigido por Sandú Darié en 1966. A continuación, seleccionaron el corto de animación Fortalezas, uno de los últimos que realizara el pasado año nuestro Juan Padrón. Le seguirá otro documental, Rita: una mujer desobediente, que dedicó en 2012 Regino Oliver a la escultora Rita Longa. Por último, se estrenará en este lugar para el cine cubano de ayer, de hoy y de siempre el largometraje de ficción Leontina, realizado por Rudy Mora.

En “Primer plano” el espectador tendrá la oportunidad de disfrutar de María de los Ángeles Santana, incuestionablemente, uno de los rostros más carismáticos y queridos por el público que la admiró en el teatro, la televisión y el cine.

Ella nació en La Habana el 2 de agosto de 1914. Criada en un ambiente musical, en sus inicios estudia piano con su madre y luego con otros profesores, hasta que ingresa en la Academia Hubert de Blanck. Entonces, en 1938, durante una de las frecuentes tertulias en las que participa, la escucha cantar Óscar Zayas Portela, el promotor de la compañía Películas Cubanas, Sociedad Anónima, y queda fascinado con ella. Así, la invita a participar en Sucedió en La Habana, filme dirigido por Ramón Peón, en el cual debuta cantando Si me pudieras querer, del gran Bola de Nieve, tras haberla escuchado el mismísimo Ernesto Lecuona.

Ese mismo año vuelve a actuar a las órdenes de Peón en el personaje de Coralia en El romance del palmar, cuya protagonista es Rita Montaner, y donde interpreta la canción Tengo un nuevo amor, compuesta para ella por Lecuona.

En 1939, María de los Ángeles se adentra en la radio, medio en el que tiene un período intenso de trabajo que alterna con el séptimo arte al intervenir en dos comedias realizadas en la Isla por el cineasta catalán Jaime Salvador.

Más adelante contrae matrimonio con el mismo en 1943 y viaja a México como luna de miel. Allí se incorpora a un proyecto y permanece cerca de cinco años, haciendo no solo teatro lírico por todos los estados mexicanos, sino que además filma tres películas: Esclavitud, de Agustín Delgado; Asesinato en los estudios, de Raphael Sevilla y La culpable, de José Díaz Morales.

Regresa a Cuba en 1947 y enseguida es contratada por la radio otra vez. Se vincula, primero, a la compañía teatral de Garrido y Piñero y, luego, a la de Mario Martínez Casado. Entre 1951 y 1954se consagra como vedette en los escenarios españoles con la revista Tentación. Al volver se incorpora al programa estelar El cabaret Regalías y, posteriormente, actúa en otros, entre ellos, la revista Tropicana, que se lleva a la península ibérica a fines de los años cincuenta. De nuevo en su país, debuta en diciembre de 1958 con la exitosa puesta de la obra teatral Mujeres.

Durante la década de los sesenta, esta actriz desarrolla una amplia labor teatral, que incluye tanto comedias como obras del repertorio lírico. Comienza a desempeñar el popular personaje televisivo de Remigia, esposa del Alcalde en San Nicolás del Peladero, programa que se mantiene cerca de dos décadas en el aire y goza de muchísima popularidad. También muestra su talento dramático en teleteatros y telenovelas a partir de 1960. 

Sin embargo, María de los Ángeles Santana es una de las tantas grandes figuras ignoradas de forma insólita por el ICAIC a lo largo de treinta años. Y no es hasta 1989 en que Rolando Díaz le propone actuar en su película La vida en rosa.

En los noventa continúa apareciendo con frecuencia en televisión y, ocasionalmente, en la escena y en algunas producciones audiovisuales, entre estas, el cuento Silencios, dirigido en 1994 por el español Jesús Sanjurjo para el filme colectivo Amores, producido por la Escuela Internacional de Cine y Televisión.

Asimismo, Adolfo Llauradó (en su faceta como documentalista) la invitó a participar en 1995 en Divas, por amor, junto a una decena de mujeres hermosas, artistas del pasado, diosas de la televisión de los años cincuenta, olvidadas por el nuevo cine cubano producido a partir de 1959, que evocan su pasado y su presente.

En 1995, igualmente, recibió la Orden Félix Varela de Primer Grado y, en 2001, el muy merecido Premio Nacional de Teatro.

Por otra parte, la sección “Catálogo” de De cierta manera esta vez le trasladará 45 años atrás, cuando la edición del Noticiero ICAIC Latinoamericano que circuló desde esa fecha incluyó una reseña del Gran Premio Globo de Cristal obtenido por el filme Cantata de Chile, de Humberto Solás, en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary.

Dicha película propuso una reflexión sobre la historia de Chile a partir de la huelga organizada en 1907 por los obreros calicheros del norte de ese país para pedir mejores condiciones de vida y donde fueron masacrados por la oligarquía gobernante.

En una entrevista al respecto declaró Humberto Solás: “Cantata de Chile representó el desafío de aunar al alto compromiso ideológico formas de expresión que tradujesen la novedad de unas ideas políticas (...) Lo considero mi filme más corrosivo y provocador. Una aventura lingüística exenta de temores. El más polémico”.

Cerrando su emisión, la “Banda sonora” se aproximará a Juan Carlos Tabío, otro cineasta que ha contribuido a la filmografía acerca de la música cubana, en este caso con el documental Chicho Ibáñez, que realizase en 1974.

En el mismo, a lo largo de once minutos, a Tabío le acompaña el fotógrafo Luis García, quien filmó al trovador cubano José Ibáñez, a sus 99 años, y cuando asistía a una reunión de músicos viejos y jóvenes. Entonces, Chicho habla de su vida e interpreta algunas de sus composiciones.