El premio flaco

Acercamientos a la dramaturgia nacional

Jue, 09/02/2021

Aunque se conoce que no son suficientes los telefilmes basados en obras teatrales cubanas, este jueves 2 de septiembre, De cierta manera festejará las seis décadas de la fundación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y lo hará repasando la presencia de esta manifestación artística en el nuevo cine cubano.

La primera tanda fílmica de este mes comenzará con el estreno de dos títulos relacionados con el tema del teatro en nuestro séptimo arte, el documental Del Escambray, el campesino, realizado en 1972 por Rogelio París, y el largometraje de ficción Chamaco, realizado en 2010 por Juan Carlos Cremata.

A su vez, el lugar para el cine cubano de siempre a través de su sección “Panorámica” recordará cómo el ICRT propició en la programación de verano de 1999 la revitalización del espacio “Teatro”. Entonces con ese fin estrenó una excelente puesta para la pantalla chica del clásico Aire frío, de Virgilio Piñera, por Mirtha González Perera y Ricardo Miguel. La misma cuenta con el derroche de talento a cargo de Isabel Santos, brillante, como siempre, en su Luz Marina, Verónica Lynn, Fernando Hechavarría, Raúl Pomares, Carlos Acosta y Natacha Díaz.

La repercusión del Aire frío televisivo fue inmediata, no solo en el público deseoso de apreciar buen teatro a través de ese medio, sino también en el jurado de la vigésima edición del Concurso Caricato que convoca la Asociación de Artistas Escénicos de la UNEAC, que decidió otorgarle cuatro galardones.

Otra no menos admirable adaptación de un título mayor, Santa Camila de la Habana Vieja, de José Ramón Brene, la asumió la cineasta Belkis Vega, quien firmó el guion junto a Fausto del Real. A la pareja de bajo nivel social que atraviesa una profunda crisis en los primeros años del vertiginoso proceso de transformaciones registrado desde 1959 la caracterizó con acierto Luisa María Jiménez y Luis Alberto García.

Por su parte, no alcanzó la trascendencia de las precedentes, sobre todo por la desacertada selección del intérprete protagónico, la adaptación de Réquiem por Yarini, de Carlos Felipe, por Jorge Alonso Padilla.

Corresponde por entero al fecundo e incansable cineasta Tomás Piard el mérito de registrar en video un conjunto de sobresalientes puestas en escena. La conjunción por él de los intereses convocados del entonces ICRT, el ICAIC y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la inestimable colaboración de prestigiosos directores de fotografía generó un conjunto de telefilmes.

En el caso de Santa Cecilia, la trasladó al audiovisual tal y como Carlos Díaz la llevó a escena, con la extraordinaria actuación de Osvaldo Doimeadiós y fotografía de Livio Delgado. En Freddie introdujo algunos cambios en relación con la puesta en escena del Trianón, donde el actor protagónico Georbis Martínez escogía los personajes entre los espectadores y los conducía al escenario. En la puesta audiovisual de Piard estos personajes los encarnan actores y una actriz, como el inolvidable cantante Freddie Mercury, el Abuelo, la Madre, el Padre y el Psiquiatra, lo cual rompió con lo frontal del montaje teatral.

Y en 2009 volvió a trabajar (Tomás Piard) con Carlos Díaz y El Público, al llevar a la pantalla Ay, mi amor, la descarga del gran actor cubano Adolfo Llauradó, adaptada por Norge Espinosa para el teatro. Esta vez además de trabajar con el mismo actor que encarnó a Llauradó en la escena, o sea, Lester Martínez, también trabajó con un público ficticio por la gran necesidad de interrelación.

Ahora, cabe destacar que fue Juan Carlos Cremata, graduado de Teatrología y Dramaturgia en el entonces Instituto Superior de Arte, y de dirección en la Escuela Internacional de Cine y Televisión, el primero en atreverse a filmar la producción dramática del importantísimo dramaturgo Héctor Quintero. Desde siempre, el cineasta deseó enfrentar uno de sus mayores títulos: El premio flaco (de 1966).

Esa pasión desmedida por el teatro y el respeto al trabajo del actor condujeron a Cremata a asumir de inmediato la puesta en cámara de la obra Chamaco, del entonces joven y muy prolífico dramaturgo Abel González Melo, estrenada en el Teatro Nacional de Cuba por Argos Teatro el 25 de mayo de 2006 en un montaje de Carlos Celdrán.

El cineasta también filmó Contigo, pan y cebolla en el 2012 en los Estudios Cubanacán del ICAIC, versión de la obra teatral homónima de Quintero. El reparto de esta comedia costumbrista que refleja las vicisitudes de una típica familia cubana de finales de los años cincuenta lo integraron la fallecida Alina Rodríguez, seguida por Enrique Molina, Natalia Tápanes, Carlos Solar, Edith Massola y Osvaldo Doimeadiós.

Abelardo Estorino, otro de nuestros dramaturgos cimeros y más escenificados, permaneció preterido de las pantallas más de cuatro décadas hasta que Lester Hamlet optó en el 2010 para su primer largometraje de ficción por uno de sus clásicos: La casa vieja (de 1964), obra en tres actos que consideró escrita “para satisfacer mis necesidades, para hablar desde mi esencia y mi nacionalismo”.

Asimismo, con producción a cargo de RTV Comercial, Charlie Medina emprendió la realización de su largometraje Penumbras, sobre un guion escrito por Carlos Lechuga, graduado en esa especialidad en San Antonio de los Baños. Su punto de partida resultó la obra Penumbra en el noveno cuarto, original de Amado del Pino. Como en la sobria puesta en escena de su estreno, el binomio Lechuga-Medina hurga en la incertidumbre que rodea a ese trío de personajes —interpretado por Omar Franco, Tomás Cao e Ysmercy Salomón— sin el menor aliciente para continuar.

Por último, pero no menos importante, como parte de las celebraciones por el centenario de Virgilio Piñera, Piard acometió en 2012 el rodaje de Si vas a comer, espera por Virgilio, original de José Milián.

En resumen, que a juzgar por los escasos títulos filmados a lo largo de casi medio siglo, la dramaturgia cubana pareció significar para los cineastas una suerte de estigma. No obstante, en poco más de una década (en los últimos años), realizadores cubanos llevaron a la pantalla cuatro adaptaciones cinematográficas nada desdeñables sobre obras de nuestro teatro.