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Fin de un coloquio sobre el arte de animar
Este martes sesionó la segunda parte y final del coloquio tributo a Juan Padrón, Paco Prats y las seis décadas de Animados ICAIC, iniciado el lunes en la Sala Yelín de la Casa del Festival, como parte del 42 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
La cita acogió cinco ponencias de especialistas de diversas especialidades de nuestra cinematografía, que tuvieron como elemento común el dialogo que cada uno pudo establecer con el animado cubano y dos de sus más destacados protagonistas.
De esa manera el público asistente tuvo la oportunidad de acercarse a las investigaciones realizadas por la máster en Historia del Arte Caridad Blanco de la Cruz, el crítico e investigador cinematográfico Luciano Castillo, la especialista de la Cinemateca de Cuba Sara Vega, el cineasta Raydel Araoz y la realizadora audiovisual independiente Ivette Ávila.
El arte y su vínculo con la animación constituyeron el motivo esencial para que Blanco rescatara el quehacer de Animados ICAIC durante la década de los 60, período inicial poco estudiado (1959-1967) y en el que, según la máster, transcurrió la Edad de Oro de la animación. Esta coincidió con el periodo experimental del Departamento de Dibujos Animados del ICAIC, propiciado, ante todo, por el liderazgo de Jesús González de Armas.
La historiadora enfatizó en el singular uso del dibujo en ese periodo y el nivel de intelectualización del mismo. Según ella, existía un interés por los valores plásticos y la composición, así como por el dibujo minimalista, que dialogaba con las transformaciones del humor gráfico y las influencias foráneas.
Por su parte, el también director de la Cinemateca de Cuba, Luciano Castillo, se centró en la figura de Paco Prats, desde la posible concepción de una biografía, motivo por el que se remitió a los orígenes profesionales del productor dentro del Instituto y el departamento de animación. Castillo resaltó el vínculo de Prats con figuras esenciales del animado, su paso por el Noticiero ICAIC Latinoamericano y su inherente vínculo con Juan Padrón y Elpidio Valdés.
La labor, en ocasiones anónima, del imprescindible colaborador de ¡Vampiros en La Habana!, junto a su participación activa en el desarrollo del festival de La Habana, fue igualmente recordada por el investigador,quien de manera certera concluyó su intervención planteando: “¿Cómo escribir una biografía de Paco, si es la misma de la animación con sus seis décadas?”.
Desde la cartelística cubana también se emitieron criterios, pues Sara Vega expresó que dentro de la animación los carteles no corrieron con la misma suerte que los de documentales y filmes de ficción. La gráfica animada no se vio tan representada, a pesar de que desde los comienzos la política de promoción de los filmes nacionales e internacionales estuvo guiada a través de la realización de carteles, erróneamente no se pensó en hacerlo extensivo para las producciones animadas.
Ello implicó un vacío que comenzó a llenarse nueve años después de creado Animados ICAIC, pero sin priorizar los carteles de producciones cubanas y ni siquiera concebirlos con el surgimiento de la figura de Elpidio Valdés, tan representativo de nuestra cultura nacional. Este hecho en la actualidad no se ha repetido y ello ha contribuido a saldar deudas con ese pasado de silencio.
Araoz, en cambio, expuso sus conclusiones en relación con las rupturas y los ordenamientos de la animación a partir de los años 70, década que supuso un proceso de estandarización, en el que se afianzó el discurso ante lo didáctico y se fijó la tendencia a la fábula como modelo narrativo.
El realizador habló de Padrón y sus logros, así como de la continuidad de sus conceptos en figuras jóvenes como Ernesto Piña. Elogió la labor que realiza Ivette Ávila, el discurso de Víctor Alfonso, no asimilado por la industria nacional, y la relectura de textos clásicos que ha propiciado un ensanchamiento en las realizaciones animadas.
Por último, Ávila disertó sobre el estado de la animación en el país, para lo que tuvo en consideración diversos aspectos determinantes: los pocos espacios asequibles para incursionar y afianzarse para los más inexpertos, las escasas oportunidades, el cambio de las formas de producción, el descenso del consumo de animados nacionalespor los niños, y la obligada inserción de muchos realizadores en grandes proyectos para poder trabajar.
A estos detonantes deben unírseles la ausencia de una enseñanza especializada, la subvalorización de asignaturas que han logrado insertarse dentro de lugares estratégicos de estudio, la falta de historiografía, crítica e investigación.
Sin embargo, la realizadora quiso apuntar además los pasos favorables que en la actualidad pueden determinar el futuro de la animación. Y en este sentido se refirió al desarrollo de nuevos proyectos dentro de Animados ICAIC, a la apertura del Fondo de Fomento del Cine Cubano, a la creación del registro de creadores audiovisuales y el surgimiento de talleres y proyectos con el fin de difundir el arte de animar.
(Foto: Rubén Ricardo Infante)