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Cuba diseña escenarios para Festival del Nuevo Cine Latinoamericano
El presidente del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Iván Giroud, reconoce que la pandemia de Covid-19 diferenciará la edición 42 del evento pero sin alterar su esencia, ni el afecto por el séptimo arte.
Al decir de este experto, el nuevo coronavirus puso de manifiesto la necesidad del ser humano de sociabilizar, el deseo de encontrarnos y el cine deviene espacio ideal para compartir.
Creo que la pandemia ha hecho más evidente la necesidad espiritual del individuo de ir al cine, al teatro, de compartir esa experiencia que es única y diferente, aseguró en entrevista exclusiva con Prensa Latina.
Giroud trabaja por estos días, junto a su equipo, en el diseño de varias estrategias para afrontar el 42 Festival, en La Habana, del 3 al 13 de diciembre, y -por supuesto- las medidas dispuestas por las autoridades sanitarias se seguirán al pie de la letra.
La imagen promocional de la edición 42 alude a la medicina y al personal de la salud, en agradecimiento a su labor ante la Covid-19; pues —según sostiene Giroud— ellos hacen posible volver al encuentro social y la pandemia marca un momento muy particular de la historia de la humanidad.
Fundado en 1979, este Festival se ha caracterizado por expresar la realidad del mundo y, en particular del continente, por cruda que sea.
El Festival no puede escapar de la sociedad, ni del país donde ocurre, y de algo tan brutal que ha conmocionado el mundo y que, indudablemente, nos puede a cambiar la vida a todos, observó.
A juicio de Giroud, hay un grupo de la sociedad que se ha sacrificado y dado lo mejor de sí en este momento y el evento que preside eligió destacar: volvemos gracias a ellos.
La Covid-19 no es un problema de Cuba; sino global; entonces, haremos un Festival diferente, adecuado a las posibilidades y condiciones del momento, comentó.
Con la firmeza de costumbre, la cita no renunciará al tema propuesto desde la clausura del evento anterior: el cine joven en América Latina, para ahondar en qué están produciendo las nuevas generaciones, qué sucede en el cine latinoamericano hoy y muchas otras interrogantes.
El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, como tradición, propicia encuentros entre la obra, el creador y el público; por tanto, sus organizadores estudian cómo mantener esa línea mediante un mayor uso este año del espacio virtual para las presentaciones, foros y conferencias de prensa.
Tenemos que dar un salto tecnológico, para eso contamos con todo el apoyo del Ministerio de Cultura, del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y la dirección del país. Hay que buscar las mayores alternativas en ese orden, consideró.
Debido al contexto actual, el presidente encuentra lógica una restricción de la programación, o sea, menos títulos en cartelera con la idea de disponer de mayor número de exhibiciones en los cines.
El escenario futuro resulta imprevisible aún, pero parece bastante probable que los cines no puedan llenarse al 100 por ciento de su capacidad, esto nos obliga a plantearnos una selección todavía más restringida, buscando mayor calidad siempre, explicó Giroud.
Todavía la inscripción de obras para el Festival permanecerá abierta hasta el 30 de agosto y al especialista le satisface estar trabajando al nivel del año anterior en la misma fecha.
Un evento de esta magnitud demanda esa intensidad y la situación en América Latina no deja de preocuparle al comité organizador; pero el festival nunca se ha suspendido y los realizadores intentan defender la continuidad, conscientes de que los efectos de la Covid-19 durarán años.
Aún no podemos hacer una evaluación a fondo en ese sentido, evidentemente se va a notar no solo este año, posiblemente el próximo más todavía porque ha sido un año en el que prácticamente se han paralizado todas las filmaciones, reflexiona Giroud.
El 42 Festival hereda obras que fueron filmadas antes de la pandemia y ya están concluidas, más algunas que atraviesan los últimos procesos.
La idea de un festival totalmente virtual es imposible por muchas razones, entre ellas que no puede dañarse la vida natural de las películas, ni aunque vivamos en un marco excepcional, explica.
Para poder participar en los circuitos de competencias del mundo, las realizaciones audiovisuales cumplen un ciclo; por eso no pueden ni ser exhibidas en canales de televisión y los derechos de proyección se negocian según la cantidad de veces a exhibir en los cines que cumplan los estándares tecnológicos requeridos.
Además, el público es el que le da la dimensión real al Festival de La Habana, y una cosa es ver una película en las plataformas, otra verla por televisión y algo diferente verla en el cine, considera Giroud y cataloga la última experiencia como única.
No obstante, el uso de las tecnologías virtuales en medio de la pandemia dejará algo positivo, a consideración del especialista, porque el modelo físico y el virtual irán conviviendo de manera más coherente, sin rechazar las potencialidades y ventajas de cada uno.
¿Qué hubiera sido esta pandemia sin todas las redes sociales? Sin esta posibilidad, hubiera sido terrible porque habríamos estado más que aislados. Yo creo que en un futuro esos escenarios van a cohabitar de manera más específica, una necesidad no va a negar la otra, razonó Giroud.
Un llamado en las redes sociales de la gente a ver cine le entusiasma, regresar al espacio físico emerge como necesidad latente y muchas reacciones de alegría ante el anuncio del Festival lo corroboran, por ese impulso espiritual trabaja en el diseño de las condiciones óptimas para cumplirlo.
(Tomado de Prensa Latina, 17 de julio de 2020)