La bestia humana

Cine Club de La Habana: antesala de la Cinemateca

Mié, 07/07/2021

La idea de crear el Cine Club de La Habana nació de dos cinéfilos: Germán Puig y Ricardo Vigón. Ambos se conocieron en el Teatro Auditorium (actual Amadeo Roldán).

Puig había leído en la revista inglesa ABC Film Review un artículo sobre lo que era el cine club y eso lo animó a organizar, junto a Vigón, uno en La Habana.

La inauguración la realizaron en marzo de 1948 con la proyección de la película La bestia humana, de Jean Renoir. A principios de junio de 1948 constituyeron el Cine Club de La Habana.

Las películas las gestionaban en las oficinas donde las distribuían y seleccionaban los filmes más adecuados, alquilados por cinco pesos.

Germán Puig se las ingenió para ofrecer algunas proyecciones de películas francesas y estadounidenses en salitas privadas, gracias a la colaboración de conocidas distribuidoras que, tras incendios sucesivos, se habían mudado para un conjunto de edificios popularmente llamado La Corea, por haber sido construido durante la guerra en ese país.

Se accedían a préstamos de cualquier película y podían verse La bella y la bestia, Iván el terrible, Las puertas de la noche, etc.

En los inicios se decidieron por el nombre de Pro-Arte Cinematográfico, al tiempo en que se preocuparon por unir a futuros socios aficionados al cine. Todo eso llegó a plasmarse en el registro oficial, aunque no exentos de objetivos tan ambiciosos como imposibles, en tiempos de tanta penuria cultural. De leyenda catalogaban los esfuerzos ingentes de Vigón y Puig por las privaciones que imponía la época de incomprensiones.

Entre los seguidores de este club se encontraban entusiastas que con el tiempo llegarían a ser verdaderas personalidades, entre ellos, Tomás Gutiérrez Alea, Néstor Almendros, Ramón Álvarez y hasta el propio Guillermo Cabrera Infante, quienes eran fieles en la calurosa salita de la Escuela de Arquitectos.

No sería hasta 1951 que el Cine Club de La Habana deviene Cinemateca de Cuba, después de una trayectoria azarosa.

En esa trayectoria Puig logró una beca para estudiar cine en París, otorgada por Raúl Roa, entonces director de Cultura del Ministerio de Educación. Una vez en el país europeo, Puig contactó con el director de la Cinemateca Francesa, Henri Langlois, quien se familiarizó con estos jóvenes atrevidos y bien encauzados. Un grupo independiente, mejor que aquel grupo “oficial” que no ayudaba a las nuevas generaciones. “Las películas de la Cinemateca son ustedes”.

Las películas francesas fueron llegando a mano de sus verdaderos dignatarios a Cuba, después de algunos infortunios y peripecias. Ayudó en ello la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo y la Dirección de Cultura.

Finalmente, en La Habana se pudieron ver filmes como El perro andaluz, El sombrero de paja, La calle de la alegría, El gabinete del doctor Galigari, El millón, Los proscritos, La brujería a través de las edades y Los nibelungos.

Esta es la etapa en la que Julio García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea marcharon a estudiar en el Centro Sperimentale di Cinematografía en Roma, Italia, para darse “un barniz académico”, como ellos mismos dijeron tiempo después.

Nota:

Estos datos podemos comprobarlos en diversas cartas, entre ellas, las de Ricardo Vigón a Germán Puig (25 de mayo de 1948). También en crónicas de Guillermo Cabrera Infante sobre Ricardo Vigón en el periódico Revolución, 4 de abril de 1960, en las que se habla de la vida breve e infeliz de Vigón.

Otra fuente es el libro de Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco Sobre los pasos del cronista. El quehacer intelectual de Guillermo Cabrera Infante en Cuba hasta 1965, de Ediciones UNIÓN, 2010.

(Pie: La bestia humana de 

Jean Renoir, 1938 fue la escogida para la inauguración de Cine Club de La Habana)