Mientras dure la guerra

Unamuno en su laberinto: El origen del franquismo en el imaginario de Amenábar

Mié, 11/18/2020

Mientras dure la guerra (Alejandro Amenábar, 2019) se inscribe en la coincidencia de dos sucesos trágicos para España: el inicio de la dictadura franquista y el final de los días de uno de sus más grandes escritores, Miguel de Unamuno. Como se sabe, no se trata de dos hechos aislados, sino productos de aquellos tumultuosos años 30, cuando el fascismo gozaba de una amplia simpatía en Europa y otras partes del globo. En el caso particular de España, el fin de la monarquía, en 1931, propició un ambiente democrático extraño al país, que desencadenó una pugna encarnizada entre la extrema izquierda y la ultraderecha. Los primeros miraban a la Unión Soviética, Stalin, los sindicatos, la lucha obrera, mientras los segundos se acercaban peligrosamente a Mussolini y Hitler, a la vez que profesaban un catolicismo férreo. 

Durante los años de enfrentamientos entre republicanos y nacionalistas, las ideologías se polarizaron hasta el punto que olvidaron los puntos principales del debate: encarar el fin de la monarquía y encauzar positivamente la llegada de la democracia al país. Los choques feroces entre liberales y conservadores, como sabemos, desencadenaron una larga y sangrienta guerra civil. Los conservadores falangistas contrarrestaron los aires de progreso del bando republicano a través de la instrumentalización del discurso de miedo que llegaba del estalinismo, con sus juicios, encarcelamientos y ejecuciones masivas a burgueses y disidentes. Gracias a esas circunstancias no solo ganaron la guerra en 1939, sino que su líder, un dictador sin carisma, gozó del cariño y la admiración de gran parte de los católicos, burgueses y anticomunistas radicales, luego de crear su autarquía nacionalcatolicista, y gobernó hasta su muerte en 1975, dejando atrás una de las más largas listas de exiliados de la historia.

El filme de Amenábar ayuda a complejizar no solo esos años de la vida de Unamuno, sino también esa zona de ambigüedad que vivió el país antes de que gestara el franquismo. Aunque el reconocido escritor simpatizó en su juventud con los movimientos de izquierda, durante su vejez profesó un total desencanto hacia cualquier discurso progresista. Por ese motivo, apoyó al bando sublevado que luego se desencadenaría en la falange fascista. Desde su puesto de rector de la Universidad de Salamanca, apostó por un proyecto de restauración del orden, por lo cual entendió la llegada de la República como un salvoconducto para el comunismo, y con este, la posibilidad de las prácticas estalinistas en España. No obstante, la película muestra su retractación pública, en un performance de horror que le pudo haber costado la vida. 

Desde el punto de vista más metafórico, el filme presenta otro tipo de enfrentamiento: el del hombre de letras y el hombre de armas. Pero esta oposición no está construida de forma mimética. Se trata de presentar un área de influencias mutuas, con múltiples actores y posiciones cambiantes. De esa forma, vemos a un Unamuno que tantea un grupo de posibilidades de acuerdo con su experiencia y su filosofía, pero también de acuerdo con su posición social y su miedo a la muerte. El filme pone de relieve las contradicciones entre traidores y héroes en relación con un contexto, pero Amenábar supo ir más allá de la fábula sobre el origen de la dictadura española. Si en otras películas este director logró presentar dilemas universales como la angustia o el morbo por la muerte (Los otros, Abre los ojos, Tesis), en sus obras más enmarcadas históricamente (Ágora, Mar adentro) esa obsesión se vuelve más latente. Y esto sucede de igual forma en Mientras dure la guerra, direccionando esta reflexión acerca de la muerte más hacia el presente que al pasado. Las obsesivas discusiones entre Unamuno y su joven amigo Salvador Vila acerca de posiciones de derecha o de izquierda, las tensiones entre ideas socialistas y fascistas, el repliegue del conservadurismo, el dogmatismo religioso y el morbo por la muerte, son hoy parte de nuestra realidad. Unamuno y Franco son un pretexto doloroso para recordar que la civilización occidental todavía no ha cerrado esos tristes capítulos que desembocaron en guerras mundiales y largas dictaduras.

(Tomado de Cartelera Cine y Video, no. 180)