Una existencia de sueños, logros y decepciones

Con apenas 23 años murió Ian Curtis, líder y vocalista de la famosa banda de postpunk británica Joy Division. A pesar de que, según la crítica, audiovisuales anteriores ―24 Hours Party People (Michael Winterbottom, 2002) y el documental Joy Division (Grant Gee, 2007)― reflejan con mayor profundidad la historia del grupo, en el 2007 Anton Corbijn retoma, en una nueva producción, el estrellato del joven que no supo lidiar con su exitosa carrera y sus problemas personales. 

De esta manera surgió Control, clasificado por algunos como un documental, pero encasillado por otros dentro del movimiento británico Free Cinema, por llevar a la pantalla la realidad de la vida de Curtis a la par de su desarrollo musical.

El drama, reservado para este viernes en La séptima puerta, se acerca a la vida de este joven, quien desde muy joven soñaba con ser como su ídolo, David Bowie. El filme recrea la posibilidad que tuvo de concretar sus ilusiones, la disyuntiva amorosa que lo atormentaba y la enfermedad epiléptica que también marcó su desarrollo personal. 

Control es una historia en blanco y negro que se muestra intimista y muy fiel a los eventos, marcados por el lente de Corbijn, quien pudo recoger de cerca la evolución del grupo. Es una película basada en la biografía escrita por la esposa de Curtis, que a la vez intenta dar una explicación sobre los motivos del trágico final del músico.

La música, la voz y las letras de Ian Curtis recorren de principio a fin este biopic que intenta recordar, desde sus aciertos y desaciertos, una existencia marcada por los sueños, los logros, el amor y las decepciones.   

(Foto tomada de Filmaffinity)