En ninguna parte

Separación y reencuentro

Mié, 04/07/2021

El crudo invierno estadounidense, ese que pudiera disciplinar las voluntades más férreas, instaura la atmósfera predominante de una película como En ninguna parte (Nomadland, Chloé Zhao, 2020). Fern (Frances McDormand), su protagonista, es una mujer madura que ha perdido a su esposo al mismo tiempo que su residencia y trabajo fijos. Acogerse a una pensión no es opción para ella, pues le resulta insuficiente para pasar el mes. Casi como intrusa en su propio país ―a lo meteco―, ella tiene que aceptar ahora su condición de nómada con todo lo que de subsistencia y otros procesos humanos implica.

El viaje involuntario y el alejamiento de los grandes centros urbanos, la tolerancia de su propia persona, la concordia decisiva de esos otros que seva encontrando sobre la marcha se unenal amor por la naturaleza, de la que se sirve y le retribuye con prudencia. Habiendo leído o no a Walt Whitman, Fern ha concientizado un nomadismo que deja mucho detrás, pero arrastra su pasado.Por esa razón es que al ver a unas conocidas del “viejo mundo” les recuerda: “No, no soy una vagabunda. Simplemente no tengo espacio para regresar”. De más está que el espectador espere un solo flashback en un relato acerca también del desafío que admite un imprevisto estilo de vida.

Aunque se trata de uno de los retratos de la situación actual de un sector poblacional estadounidense, En ninguna parte se cuida de no incurrir en esos guionesdirectamente difamadores que a ratos definen a personajes opuestos al sistema gubernamental, social y cultural imperante. Que hay una actitud política es indudable. Mas, quiere aludirse a la misma sin necesidad de términossentenciosos. Para Zhao, la puesta en escena tiene que suplir los diálogos o discursos aclaratorios.

Fern tendrá que experimentar un aprendizaje tardío cuando se supone tiene ya autopista recorrida. Cuando en relación con un desperfecto de su casa rodante le comenta a una persona que le asiste: “Quiero decir que esto es más complicado de lo que pensaba”, expone su conflicto existencial. Brincará, entonces, las etapas formativas para acoplar tanto en la extraña multitud como en el paisaje enorme que tiene literalmente ante sus ojos.

A Fern se le va revelando que su futuro está presidido por la comprensión de otra libertad. Comprometida con sus actos sin que por ello decida a las claras su destino, tiene que optar por una postura asociada a una ética particular si bien identificable por los demás. Ella comprende que el retiroabsoluto es una torpeza para la humanidad. Por ello Fern se reencuentra, identificándose, con la soledad de fondo de cada individuo.

Se advierten idas y retornos al contexto rural que se alternan con visitas temporales a la ciudad, pues el diálogo entre estos pares no cesa, pero amengua por carestía y circunstancia de los nómadas. La satisfacción vendría después porque, por encima de patrones a seguir de otro espacio, importa la familiarización dehabilidadesaprehendidas que identifican al nuevo grupo: tanto los que se quedan como los que se van. De ahí unas rutinas del nómada que se convierten en prácticas culturales.

Desdelas oposicionesentre las promesas del sueño estadounidense y la dura por fragmentaria e inestable coyuntura político-social, En ninguna parte es el viaje generalizado de una mujer. Al no poderse equiparar la existencia de todoslos ciudadanos del país que sea, se defiendela emergencia de un yo múltiple. ¿Respiro civilizatorio? El retroceso de unos pocos representa una tregua muy sensata frente a la normalidad contemporánea.