Ritmos de Cuba

Ritmos de Cuba: ¿Antecedente criollo del videoclip?

Mié, 06/16/2021

Desde principios de mayo de 1941, cuando la compañía productora Saica Films, denominada también Industrial Cinematográfica Americana, anunció sus planes de filmar cuatro cortos anuales, ya estaba concluido el primero de ellos: Ritmos de Cuba, también llamado por la prensa de la época Ritmos cubanos.

Ernesto Caparrós, su director, uno de los pioneros indiscutibles en el cine de la isla, ingresó como socio y accionista en esa firma, avalado por el prestigio adquirido por corresponderle la realización de La serpiente roja (1937), el primer largometraje sonoro en la historia del cine cubano. Conocedor del gusto por la música criolla de los espectadores no solo del patio, Caparrós ya había dirigido para esta fecha tres cortometrajes producidos en 16 mm por el noticiario Royal News: El frutero (1933), recreación de la melodía homónima de Ernesto Lecuona con la actriz Margot Alvariño; Como el arrullo de palmas (1936), también sobre la canción compuesta por Lecuona, interpretada en la pantalla por Isabel Castellanos, Enrique Bryon y la orquesta femenina Ensueño; y Tam Tam o el origen de la rumba (1938), con música de Alfredo Brito y Julio Brito, que es el más conocido por haber sobrevivido una copia. 

Se advierte en Tam Tam o el origen de la rumba la destreza del equipo técnico reunido por Caparrós, encargado además del sonido, sobre todo los fotógrafos Laureano Rodríguez Gavaldá, Ricardo Delgado y Luis Ricardo Molina (responsable de la edición con Víctor Correa). La bailarina y actriz Chela Castro encabezó el elenco junto a Yolanda González, José Ochoa, Graciela Santos, Sergio Miró, la pareja de baile Celina y Papo, el Conjunto de Alfredo Brito y el conjunto de bailes del cabaret Edén Concert, cercano al Hotel Plaza, donde se estrenó el espectáculo original. El corto sintetiza en 22 minutos la evolución de la rumba desde los tiempos de la esclavitud hasta su año de producción.

Para Ritmos de Cuba, Caparrós convocó de nuevo en pleno a la tropa de profesionales formados sobre la marcha para intervenir en la filmación realizada en los Estudios CHIC de tres populares melodías: “La canción del guajiro”, original de F. Fernández y Guillermo Rodríguez Fiffe (1907-1995), interpretada por René Cabell, el “tenor de la voz de oro”; la composición de Hermenegildo Cárdenas (1910-1975), “Un brujo en Guanabacoa”, en la voz y estilo de Orlando Guerra —maquillado de negro junto a todos los músicos—, con letra que ilustraba la “consulta” del cantante a unos santeros sobre el peligro de brujería; y la conga “Pim, Pam, Pum” (aunque en los créditos aparece con el título “Pum, pam pum”, el estribillo dice claramente “Pim, pam, pum”), compuesta por F. Fernández y Rodríguez Fiffe y cantada y bailada por la “fogosa” Estelita Rodríguez. La acompañaba la comparsa Las Sultanas, ganadora del primer premio en el carnaval de La Habana de ese año, todos con la orquesta Casino de la Playa, bajo la dirección de Guillermo Portela. Los efectos ópticos inventados por Caparrós mostraron a la joven intérprete sobre un piano gigante.

Ritmos de Cuba fue la primera cinta realizada con personal de la Unión de Técnicos Cinematográficos Cubanos (UTCC), según hicieron constar mediante una carta los directivos de la Saica Films a Antonio Villazón, secretario de la agrupación gremial. La fotografía fue asignada al bejucaleño Ricardo Delgado, muy satisfecho con su labor. Alejandro Caparrós, uno de los hermanos del director, se encargó del registro sonoro. Como script girl fungió Amada Álvarez en la filmación de este corto considerado “el mejor de este tipo jamás realizado en Cuba, y comparable a algunos de los mejores realizados fuera de aquí”1.

Ante el anuncio de que en pocos días la “modesta y valerosa” compañía iba a comenzar su segundo rodaje, posiblemente un largometraje, Pedro Pablo Chávez aconsejó proseguir la realización de cortos hasta tanto estos abrieran la necesaria brecha en todos los mercados, en especial en el extranjero. Enrique Perdices escribió en su revista Cinema sobre la capacidad de Caparrós como director de este atractivo cortometraje: “Es una miniatura artística que no lleva más pretensión que la de hacer pasar un corto rato agradable a quienes tengan la oportunidad de verla y escuchen tres canciones que gozan de gran popularidad, para las cuales sirven de ilustraciones las escenas de este filme. (...) Todos prestan gran colaboración, y cada cual en lo suyo, aporta su grano de arena para garantizar el éxito que tanto merecen los productores de Saica Film.

Hay aciertos fotográficos en algunos momentos, pero lo más sobresaliente es el sonido. Estimamos que este corto musical cubano sea el inicio de una nueva temporada para nuestra olvidada industria”2.

El estreno de Ritmos de Cuba se efectuó el 12 de junio de 1941 en la sala Rex Cinema, la única especializada en este tipo de material fílmico, proyectado junto a distintos noticieros y documentales. La gran asistencia de público provocó que el corto se mantuviera en cartelera mayor tiempo del habitual, según corroboró la empresa distribuidora Vives & Co., que le auguró gran éxito en toda la república y en los países de América Latina donde se proponían difundirlo. 

La conjunción de ingredientes de música y baile criollos sedujo a la empresa norteamericana Hofberg Productions Inc., que adquirió los derechos de distribución de Ritmos de Cuba para los siguientes territorios: Puerto Rico, Haití, Santo Domingo, Suiza y Filipinas. El primero de agosto fue anunciado que el corto se estrenaría pronto en el Globe Theatre de Nueva York.

Fueron realizadas reducciones a 16 mm con el propósito de exhibirlo también en Canadá. El 27 de agosto, Ritmos de Cuba se convirtió en el primer filme de producción cubana transmitido por la televisión norteamericana. National Broadcasting Company (NBC) firmó el contrato para esta histórica emisión. 

De Ritmos de Cuba, hasta la fecha, ha sido imposible localizar alguna copia completa, como de otros muchos títulos en la historia del cine cubano producidos en la primera mitad del siglo XX, que se dan por desaparecidos irremediablemente. Desde sus tiempos fundacionales en los años sesenta, Héctor García Mesa, director fundador de la Cinemateca de Cuba indagó en las instituciones análogas, miembros de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF), para intentar recuperar copias de la lista de filmes perdidos, lamentablemente nutrida, pero los resultados no fueron alentadores. Corresponde ahora establecer comunicaciones con el fin de reemprender estas pesquisas. 

En el caso de ese cortometraje musical estrenado por Ernesto Caparrós setenta años atrás, debemos conformarnos con el único fragmento que ha llegado a nuestros días, correspondiente a la conga “Pim, Pam, Pum”, filmada por la cámara del excelente fotógrafo Ricardo Delgado, la precisa edición y la gran eficacia en la ejecución del trucaje destinado a situar los desplazamientos de la intérprete sobre un gran piano, como un modesto remedo criollo de las espectaculares e imaginativas coreografías de Busby Berkeley en los musicales hollywoodenses.

Notas:
1    “Ritmos de Cuba”. Cinema, Año VII, no. 283, 4 de mayo de 1941, p. 5.

2    Perdices, Enrique. “Son cosas nuestras”. Cinema, Año VII, no. 286, 25 de mayo de 1941, p. 3.

(Tomado de Cartelera Cine y Video, no. 187)