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Pedro García-Espinosa: Trayectoria y memorias
Pedro García-Espinosa (1931-2020) fue uno de los grandes creadores dentro de la dirección de arte en el cine cubano, un artista que deja como legado un amplio quehacer en esta especialidad en Cuba y en otras partes del mundo.
En una especie de diario de su trabajo por más de 60 años, Ediciones ICAIC dio a conocer en 2016 su libro Memorias de un director de arte. Un volumen que tiene la particularidad de que su autor nos lleva de la mano por las obras en las que intervino, lo cual constituye otra historia de nuestro cine, contada por uno de sus protagonistas.
A partir de breves ideas, el autor del libro nos acerca al rol del director de arte, personaje clave en el entramado de la producción cinematográfica, pues se encarga de dirigir el equipo de escenografía, vestuario, maquillaje, ambientación, efectos especiales y pirotecnia. Entre sus funciones, se encuentra lograr la coherencia estilística de todos estos apartados, y debe velar por el aprovechamiento de los recursos puestos en función de la producción. En el plano artístico, el director de arte y el de fotografía son dos de los colaboradores más cercanos e importantes en aras de concederle a la obra un estilo determinado.
Lo que constituye el principal aporte del libro se condensa en el capítulo donde se recogen sus “Memorias cinematográficas”. Páginas donde reconstruye su visión sobre los filmes en los que laboró. Recorrido que se inicia con El Mégano (1955), de Julio García-Espinosa, junto a otros filmes dirigidos por su hermano, como El joven rebelde (1961) y Aventuras de Juan Quin Quin (1967). Además, Pedro participó, entre otras obras de reconocida importancia en el cine cubano, en Realengo 18 (Oscar Torres y Eduardo Manet, 1961), El otro Cristóbal (Armand Gatti, 1963), Los días del agua (Manuel Octavio Gómez, 1971), y Lucía (1968) y Cecilia (1983), ambas de Humberto Solás.
Sobre cada una de ellas ofrece útiles valoraciones del trabajo desplegado en función de la visualidad del filme, el contexto histórico en el que se desarrolla la historia y la caracterización de los personajes.
Sus experiencias son el testimonio de una vida dedicada al cine, la elocuente muestra de su genio creativo, que siempre puso en función de una obra mayor. Estas memorias nos confirman la relevancia del director de arte en el cine, y su nombre integra el listado de personas que refundaron el cine cubano.
Pedro García-Espinosa estuvo entre los nominados este año al Premio Nacional de Cine, galardón que habría coronado su trayectoria vital en el audiovisual cubano, y su obra permanece en la memoria de la filmografía nacional como legado al tiempo y al arte. Sus palabras lo confirman: “Vivo muy complacido de los largos años dedicados a esta actividad compartida, de las llamadas artes industriales, donde he podido volcar todo mi esfuerzo creativo vinculado siempre a proyectos donde la comunicación artística ha sido lo preponderante…”.
(Tomado de Cartelera Cine y Video, no. 178)