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Mientras dure la guerra
Mientras dure la guerra (Alejandro Amenábar, 2019) es la propuesta de estreno del ICAIC desde el 18 de noviembre en varios cines de la capital. Presentada durante el pasado 41 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en el apartado Muestra española, el público puede disfrutarla ahora como la ganadora de cinco premios Goya en su edición 34 ―celebrados el pasado mes de enero de 2020―, resultado de 17 nominaciones obtenidas.
La película permite el reencuentro con un Amenábar diferente. Ya no es el debutante que hace Tesis (1996), ni el director de género de Los otros (2001) o el ganador del Óscar a la mejor película extranjera por Mar adentro (2004), por solo citar algunos de sus títulos más reconocidos.
Amenábar nos ofrece una cinta diferente. Propone, desde la historia de la guerra civil española, una meditación sobre el presente, a través de un triángulo de posiciones ético-políticas entre un intelectual Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936), un militar de campaña: el General José Millán-Astray y Terreros (1879- 1954) y un militar aspirante a gobernar: el General Francisco Franco Bahamonde (1892- 1975), personajes reales que estuvieron muy relacionados el primer año de ese conflicto bélico: 1936.
Esto significa que el director se sumerge dentro del cine histórico, especialmente, en una etapa cuyas heridas no han quedado completamente cicatrizadas en la vida socio-política ibérica.
Pero su intención no es mostrarnos la guerra, sino la configuración de los poderes y, dentro de ellos, la fuerza de la intelectualidad, el pensamiento, la honestidad, en un momento en que se fragua un cambio en la Historia. Por eso, el argumento parte de ese año, inicio de la conflagración, cuando todavía se está decidiendo, por parte de las tropas sublevadas contra el poder republicano, quién dirigirá desde el autodenominado “bando nacional”, presidido por una Junta de Defensa Nacional.
Mientras dure la guerra propone un primer reto a los espectadores: el conocimiento del momento histórico en que se desarrollan los hechos y el entorno que ha rodeado a sus personajes antes de los sucesos que nos va a contar. Los realizadores dan por conocidos estos eventos, y ello les permite dejar un espacio para que cada quien aporte su perspectiva acerca de tan complejo periodo.
El Miguel de Unamuno desarrollado ante nuestros ojos no es el gran poeta, ensayista y filósofo perteneciente a la generación del 98, sino el erudito (resultado de lo anterior) que ha llegado a ser el rector vitalicio de la Universidad de Salamanca desde 1934, lo que le aporta un prestigio insoslayable dentro de su país. Sin embargo, como ser político ha cambiado de posición desde su apoyo inicial a la República hacia la creencia de que el “bando nacional” puede regenerar el orden que el gobierno republicano ha trastornado según su criterio. No obstante, las circunstancias lo hacen comprender y reconocer públicamente que se ha equivocado e increpa al poder falangista cuando la masacre la siente muy cerca. Este es el Unamuno que le interesa a Amenábar, visto, además, desde sus contradicciones en el seno familiar y el de sus amistades.
El General José Millán-Astray fue un militar de carrera, fundador de la Legión Española o Tercio de Extranjeros1, amigo de Franco desde la juventud (aunque era mayor que el dictador), con quien había compartido la campaña española en Marruecos. Allí sufrió varias heridas que le privaron de un brazo y el ojo derecho, lo cual le dio mayor arresto ante sus huestes.
Cuando se produce el alzamiento de las tropas nacionales contra la Segunda República, Millán-Astray no está presente en España, pero se incorpora rápidamente y le brinda todo su apoyo a Franco como posible jefe de gobierno. Varios investigadores lo comparan con Goebbels en cuanto a la construcción de la imagen del futuro “Generalísimo”, trabajo que realizó desde la Oficina de Prensa y Propaganda establecida en Salamanca y Radio Nacional de España, de la cual fue su creador.
Por su parte, Franco estuvo entre los generales que organizaron el intento de golpe militar contra el Frente Popular a inicios de 1936. Debido a diferentes motivos, la acción no se concretó y fue designado a las Islas Canarias. En julio, el golpe se ejecuta y se pone al frente del Ejército de África como parte de la sublevación, cuyo líder debía ser el General José Sanjurjo, pero este muere en un accidente de aviación ese propio mes.
El Francisco Franco mostrado en la película está justamente en el momento en que hay que decidir quién sustituirá a Sanjurjo como comandante en jefe del bando sublevado dentro de la Junta de Defensa Nacional, cargo que le es adjudicado en la reunión realizada en Burgos durante octubre del mismo año.
Precisamente, de ese momento histórico toma la película su título, pues el documento que le confería esas atribuciones tenía una condicionante: él sería jefe del Gobierno y el Estado… mientras dure la guerra.
Sobre estos ejes de tensiones y las tres personalidades históricas se entreteje el argumento con Unamuno en el ápice del triángulo, intercambiando con un agresivo y ladino Millán-Astray y un Franco vestido aparentemente de piel de cordero hasta recibir su nombramiento.
Pero en ese ápice donde habita don Miguel con sus rutinas diarias, acompañado por sus habituales amigos ―demostración de una pluralidad democrática por las filiaciones de cada uno―, poco a poco lo van aterrizando y comprometiendo en el “juego” de los sublevados, que intentan utilizarlo como figura pública, lo cual, a la larga, de nada le vale para enfrentar las injusticias que se originan a su alrededor.Todo esto lo pondrá en contradicción con su familia y se nos mostrará un hombre que comienza a agonizar no solo físicamente, sino también ante sus dudas y miedos.
Amenábar condensa el discurso de su cinta en la transformación de sus dos personajes protagónicos: Unamuno y Franco, mientras le otorga una franqueza pragmática a Millán-Astray, quien funciona como un villano convencido de la “justeza” de la mano dura como forma de generar el orden.
El clímax de la película será el discurso histórico de Miguel de Unamuno en la celebración por el Día de la Raza, 12 de octubre, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca. La secuencia está muy bien tejida desde la salida del poeta y ensayista de su casa, hasta su permanencia obligada en el acto en el que se había excusado de hablar. Un detalle que lo ha acompañado durante todo el filme: su hábito siempre presente de hacer animalitos con fragmentos de papel desata el momento climático, pues la abulia ante los discursos fascistas lo lleva a registrar sus bolsillos para encontrar algo que lo salve de su aburrimiento y se percata que ha mantenido allí la carta entregada por la esposa de uno de sus amigos desparecidos. Ese es el impulso para que escuchemos una de las piezas más famosas de la oratoria en español, interrumpida por Millán-Astray, pero que inmortalizó a don Miguel:
“Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho”.
Interesante al final de la secuencia es el papel de la esposa de Franco, admiradora del intelectual, quien lo salva de las hordas enardecidas ante sus palabras y en el auto se convierte en vocera de las promesas de Franco para el futuro del país: “Lo único que quiere mi marido es una España tranquila donde la gente no ande a gritos y a pelea. Es lo único que queremos. Una España en paz. Por Dios, una España en paz”.
Sobran los comentarios acerca del precio que hubo de pagar la población española para conseguir la aparente paz.
En conclusión, Mientras dure la guerra es un ejercicio de posmemoria2 sobre la historia nacional de España, país que constantemente es sacudido por acontecimientos que se vienen arrastrando desde mucho antes de la Guerra Civil y hoy están latentes.
No obstante, su discurso es válido para cualquier lugar del mundo, pues su planteamiento principal está centrado en la fuerza de las ideas, de la inteligencia contra la brutalidad y la violencia, arrastradora de las masas en momentos determinados; pero, sobre todo, en las consecuencias y la responsabilidad de esas ideas y de esa inteligencia.
Por cierto, muy bien merecidos los Goya a mejor dirección artística, mejor dirección de producción, mejor diseño de vestuario, mejor maquillaje y peluquería, así como el de mejor actor de reparto, otorgado a Eduard Fernández por la excelente caracterización del general José Millán-Astray.
Notas:
1 La Legión o Tercio de Extranjeros fue un cuerpo élite integrado por voluntarios españoles y extranjeros que se alistaban para combatir en Marruecos. Se caracterizó por su obediencia total, férrea disciplina y un valor innegociable, así como por su violencia. Estuvo presente en España y fue un duro baluarte en contra de la República.
2 La posmemoria es definida como “… la relación de la segunda generación con experiencias poderosas, a menudo traumáticas, que precedieron a sus nacimientos pero que, sin embargo, se les transmitieron tan profundamente que parecían constituir recuerdos por derecho propio”. Hirsch, M. (2008). “The Generation of Postmemory”. Poetics Today 29:1, Spring, p. 103.