NOTICIA
Luchar a contracorriente
Al tomar la cineasta canadiense Larysa Kondracki el libro The Whistleblower: Sex Trafficking, Military Contractors, and One Woman's Fight for Justice, de Kathryn Bolkovac y Cari Lynn, ideó junto a Ellis Kirwin el guion de su primera ópera prima: The whistleblower (2010), que en el mundo hispanoamericano se dio a conocer como Secretos peligrosos o La verdad oculta, y que exhibió recientemente el espacio La séptima puerta.
La película de Kondracki es de esas obras que capta enseguida la atención del espectador por el tema, si bien confluyen más de uno en una mixtura genérica compuesta por drama judicial, thriller de denuncia y hasta biopic. Pudiera considerarse sin razón por algunos como película de mujeres, cuando, en honor al contexto histórico y conflicto de su protagonista, Bolcovak (Rachel Weisz), es un relato que va sumando todo un lastre político social en un país plurilingüe: una Bosnia ruinosa tras la posguerra con índices elevados de prostitución.
A la policía estadounidense Bolcovak le ofrecen ser representante de las Naciones Unidas como fuerza activa de paz. Mas, al llegar allí y defender a una mujer de violencia doméstica se le destina para un puesto mucho mayor. Al poner a su disposición una red de colaboradores por la justicia e intentar enmendar una cuantía bochornosa de taras justificadas a veces con tradiciones culturales, el primer obstáculo al que tiene que enfrentarse es a la propia corrupción de quienes ejercen el poder.
La carencia de regulación y la indiferencia para instaurar el orden en un contexto devastado permite, para colmo, sacar a luz problemáticas asociadas como el tráfico humano y la prostitución, allanamientos y asuntos de género, odio racial… Para cualquiera es como arar en el mar y, sin embargo, la heroína de esta historia se empeña hasta donde puede en hacer lo correcto para que las variantes de la violencia (física, psicológica, económica y simbólica) no le hurten terreno a la paz.
Pero, muy a su pesar, a Bolcovak se le hace muy difícil —no puede ni aunque existan diez más como ella— cambiar la concepción de cómo el hombre, incluso el estadounidense, mira a la mujer serbia, croata… La seguridad de la mujer es mítica porque a años luz está la libertad que se supone debería tener. La violencia de género en La verdad oculta está a la orden del día.
Como película, esta se crece por la presencia de Vanessa Redgrave, Monica Bellucci y, claro, Rachel Weisz, cuya belleza extraordinaria no entorpece que le dé a cada interpretación lo que lleva. Acaso no estamos ante una película que se salva solo por sus actores, pues lo que se muestra es suficiente para interesar al espectador más riguroso.
Que la fotografía y edición pudieron ser más exigentes es verdad; que el argumento pudo ser menos reiterativo, también. Sin embargo, la primera película de Larysa Kondracki se prende en la memoria colectiva por su indiscutible franqueza.
(Foto tomada de IMDb)