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“La profesión es hacer el personaje y ser capaz de quitártelo” (Parte II)
El teatro ha sido para la actriz Nieves Riovalles el escenario donde la vida pasa de la manera más feliz y deseosa, donde el tiempo es magia, dramaturgia, volver a nacer en cada personaje. En palabras de la artista, las tablas son “su gran pasión de la vida”, explica en entrevista para Cubacine.
“Me encanta hacer televisión y me fascina hacer cine ―precisa―, pero el teatro me permite la creatividad diaria construyendo mi trabajo. Podemos estar un mes, dos, tres… según la capacidad de la obra, el director, el estilo, según como te vaya. Después que estrenas eso no ha terminado, jamás, porque cuando empiezas a trabajar con el público, que es una masa viva, se mueven las sillas, se ríen o se quedan en quietud total, te desconcentras un poquito, porque digo: ‘¡Ay, ese público está conmigo!’”.
Al estar frente a los espectadores, Riovalles confiesa sentirse modificada en cuanto a sentimientos, estado de ánimo y comprensión, por quienes viven y presencian la obra teatral. “Por eso creo que el artista entra en un mejoramiento humano, que se hace cada vez mejor”, comenta.
En teatro, usted también ha coreografiado sin dejar de actuar. ¿Pudiera referirse un poco más a esa etapa de su carrera?
Cuando entré en Teatro Estudio, Raquel Revuelta, como sabía que era bailarina, me pidió que hiciera coreografías. El coreógrafo que trabaja allí era compañero mío en Danza Contemporánea, empezamos juntos, él ya venía con alguna formación de teatro y, por supuesto, de danza también.
Raquel necesitaba coreografías para los recitales y empecé a hacer algunos trabajos. Cuando estaba en el Teatro Musical de La Habana actuaba, pero no era actriz. Además, tenía un hándicap: no cantaba bien, me daba cuenta de que nunca iba a ascender como artista musical.
Después de dar luz a mi hijo, me fui para Teatro Estudio. Hubo un momento en que le dije a Raquel que no haría más coreografías. Ella me preguntó por qué y le dije que todo el tiempo iba a trabajar como coreógrafa y no me formaría como actriz. Lo aceptó, pero me hubiera podido decir que no.
¿Cuánta importancia le otorga cuidar de la forma y el peso corporal para lucir bien en pantalla?
Vamos a empezar por decir que detesto la gordura, personalmente. No ahora, desde joven. Siempre fui una muchacha muy delgada y no me gustaba serlo, porque no era agraciada para los hombres. Después que di a luz eso cambió.
También he tenido esa facilidad, por supuesto, a esta edad no tengo el mismo peso de antes, como hace ocho años atrás. Ahora el médico me dice que tengo un peso de salud, pero a mí no me gusta.
Tampoco voy a ir a un salón de operaciones, nunca lo hice y a estas alturas, menos. Trato de mantenerme lo más agraciada posible, no me gusta estar ni gorda ni fea. Siempre he sido presumida, me gusta arreglarme, pero sin exageraciones. Me miro en el espejo y me veo, como digo yo, graciosa.
¿Qué ha significado para usted ganarse el cariño del público, gracias a sus apariciones en la pequeña pantalla?
He recibido mucho cariño del público, incluso vas caminando por la calle y de pronto se te tira una gente arriba y no sabes quién es, hasta miedo te puede dar, pero siempre ha sido por amor. Pero sí recuerdo uno de los primeros cuentos que me hizo Berta Martínez, quien un día, mientras hacía la telenovela El ángel perverso, bajó de una guagua y una mujer le dio una galleta y la tumbó. Le dijo: “Tan mala como eres”.
¿Nieves Riovalles se siente una mujer satisfecha?
Me siento contenta, todo lo que he hecho ha sido con el máximo de mis posibilidades. A veces se alcanza lo que quieres, a veces no. Estoy satisfecha con los personajes que he podido hacer, hubo un momento en que ansiaba más y no se me posibilitaron, porque desgraciadamente en este trabajo no escoges, eres escogida. No me pasa solamente a mí, sino a todos los actores.
¿Qué recomendaciones les daría a los jóvenes que se inician en la actuación?
Primero, es una carrera que tiene que gustarte mucho para realizarte como ser humano, no para ser famoso, si no te quedas a la mitad y nunca llegas a nada.
Para quedarte, como digo, por lo menos contenta, hay que hacer mucho esfuerzo, aparte de tener un poco de suerte. Otra cosa, en este trabajo nunca se aprende todo, cada personaje, director o medio es nuevo. Aquí no hay nada seguro ni escrito. El día que creas que lo sabes todo, entonces llega la etapa en que los personajes los haces iguales. Espero que no me pase nunca, porque es mejor quedarse en casa.
(Foto: cortesía de la entrevistada)