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La oscilación entre el héroe y el antagonista
Antes de dirigir Cara a cara (1997), John Woo había comenzado a rodar en China varias de sus primeras películas: The Young Dragons (1974) y Money Crazy (1977). Woo se había entrenado como asistente de director para los Saw Brothers. Y, con la colaboración del mismo Chackie Chan, estaba anticipando lo que quería lograr después en las mal llamadas películas de acción, que siempre han sido policíacas o thrillers, de terror e incluso comedias. Pero al asiático le interesaba sobre todo aportar otra visión del héroe y el antagonista, sin que ello supusiera renunciar a una estetización de la violencia.
Pero para estetizar la violencia se necesita capital. Después de varios fracasos en su país, Woo se refugiaría en Taiwán. Allí, el director/productor Tsui Hark, que lo venía siguiendo, le ofreció la oportunidad de dirigir con la libertad de recursos. Entonces vino la importante A Better Tomorrow (1986). Con el nuevo largo, pudo el director de próximos éxitos internacionales fijar el denominado estilo Heroic Bloodshed, algo así como el memorable y hasta épico derramamiento de sangre. ¿En qué consistió? Batallas a cámara lenta, una manera inusual de rodar los tiroteos, la inclusión de las gafas de sol incluso en contextos lluviosos o nocturnos… a ello le sumo el rigor dramático de la historia y la psicología de cada personaje. El fogoso suspenso de policías y gánsteres daría paso a The Killer (1989), Bullet in the Head (1990) y Once a Thief (1991).
Pero el estilo Woo ganaría mayores espectadores al rodar en Estados Unidos. Aunque no fue, como algunos creen, con Hard Target (1993) e incluso con Broken Arrow (1996). Las productoras no le dejaron desarrollarse como en Hong Kong. Por esta época ya le venían ofreciendo el proyecto de Cara a cara. Pero Woo sentía que el guion limitaba su estilo y más: la ambivalencia de los personajes principales. Entonces llegó la Paramount y le dio la más completa libertad. El director decidió lucirse y enseñarles a los realizadores estadounidenses cómo hacer una película de indudable carga dramática con la elegancia de las escenas de persecución y peleas.
El éxito del filme, cuyo título original es Face off, no se debió exclusivamente a la presencia de John Travolta y Nicolas Cage. Todo partía de insertar el estilo Woo desde el inicio de la trama. Ésta tenía que comenzar bien arriba y, de pronto, bajar la adrenalina para presentar las interioridades del policía: su armonía hogareña y ejemplaridad en el trabajo. Parecía seguirse la tradición de representar como siempre al héroe cinematográfico norteamericano. De alguna manera lo estaba haciendo. Pero, con el repertorio de películas no solo hollywoodenses, sino mundiales, que han tratado la dualidad del propio protagonista que se enfrenta a él mismo, cuando no a un doble (hermano gemelo o sujeto clonado), Woo tuvo la osadía de regirse por un guion que le reclamaba un momento visual decisivo, donde el espectador asistiría al cambio de identidad por el empleo tecnológico. Para la fecha eso era ciencia ficción. Para hoy, todo puede ser posible en materia de cirugía estética y más.
Ahora el héroe (Travolta) pasaba a ser su antagonista para obtener una información. Por otro lado, el “malo” (Cage) se desquitaba con aquél al representarlo en su casa y en la unidad policial. Juego de simulaciones y enmascaramientos literales que le brindaron la oportunidad a estos dos actores de transitar por dos representaciones bien distintas.
Cara a cara se llena de enfrentamientos memorables cuando, como thriller violento, ostenta o despliega el estilo Woo: las escenas de los tiroteos, la cámara lenta, la vestimenta limpia y las gafas oscuras en la iglesia por ejemplo. Es la disciplina de la acción que complica el duelo de sus protagonistas. El uno es el otro y viceversa. No hay superación del ídolo sin la comprensión del antihéroe.
Con éxito de público y crítica, Cara a cara sigue siendo la mejor película de Woo rodada en los Estados Unidos. Siendo un director que ha influenciado a tantos otros como Tarantino, Michael Bay y hasta los hermanos Wachowski, mucho cine actual no puede concebirse sin el aporte del maestro John Woo.