Girl

En puntas de pie sobre el cuerpo deseado

Mar, 04/20/2021

Si te piden reseñar un filme del que no tenías noticia (o no recuerdas nada) y lo pillas muerto de risa en Netflix, como si nadie más lo hubiese visto, pero en los créditos de inicio descubres que ganó tres premios en Cannes —y ahí mismo te enfrentas a la sutil advertencia de “esta película abarca temas sensibles, incluye contenidos sexuales, desnudos explícitos y autoflagelación”— a uno se le dispara la curiosidad y solo le queda: 1) agradecer a su editor por el encargo y 2) aplaudir que un relato así de sofisticado y polémico llegue sin aspavientos a la televisión.

Muchacha (Girl, 2018) es el debut en el largometraje de ficción del director y guionista belga Lukas Dhont, quien se inspiró en lo sucedido a Nora Monsecour en una escuela de danza para narrar la historia de Lara Verhaeghen, una chica transgénero de 15 años que aspira a hacerse una cirugía de reasignación de sexo y convertirse en bailarina profesional. La protagonista (interpretada verazmente por el joven actor Victor Polster) tiene dos objetivos: convertirse en mujer y formarse como artista, mientras lucha diariamente con su cuerpo biológico para disimular su único atributo masculino, el pene.

Lara, a pesar de su convincente apariencia femenina y una especial androginia (pocas veces vista en el cine), confronta sistemáticamente su identidad ante el espejo. El director refuerza su conflicto existencial a partir del uso contrastante de los espacios exteriores e interiores que, además de revelarnos la naturaleza escindida del personaje, lo colocan en contextos competitivos (medidores de su singularidad o anacronismo) como el aula, las duchas, los vestidores y el salón de danza, ámbitos aparentemente civilizados, mixtos o exclusivamente femeninos, pero plagados de una curiosidad morbosa. De ahí que Lara sea víctima de bullying en una pijamada de chicas o evite las caricias eróticas de su vecino antes de que este logre palpar “su tercera pierna”, por lo que huye despavorida después de intentar una felación. 

La cinta enfatiza en el proceso de transición y su componente traumático (clínico) conocido como “disforia de género”, en el que el individuo sufre de ansiedad crónica producto de su inconformidad, la cual aumenta debido a la demora de la terapia hormonal en ofrecer el resultado esperado. Pensemos también que Lara atraviesa por una etapa difícil en sí misma, la pubertad. De modo que su tormento y desesperación resultan perfectamente verosímiles, incluso cuando la vemos atentar contra su propia vida. Solo recuerdo ahora —con dolor igual— los repetidos simulacros de castración del artista austríaco Rudolf Schwarzkogler o la escena escabrosa en que el personaje de Charlotte Gainsbourg arremete contra el sexo de Willem Dafoe en Anticristo (Lars von Trier, 2009).

Girl es, al mismo tiempo, un drama sobrio e intenso sobre de la (in)satisfacción personal, el autorreconocimento, los vaivenes de la identidad y la libertad de elección (que ya es bastante para una ópera prima). Si algo de eso se logra es gracias a Polster, quien consigue el hermetismo y la vulnerabilidad de una adolescente que se exige demasiado a su corta edad, encandilada por la certeza de saber quién quiere ser en la vida y en el arte. En la caracterización naturalista de este joven actor belga encontramos profundidad psicológica, fragilidad y autodeterminación. No en vano mereció el premio del jurado de Una Cierta Mirada en Cannes por su desconcertante desempeño actoral. 

A medio camino entre la ensoñación de Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000) y el sadismo de La pianista (Michael Haneke, 2001), este filme estremece con una fotografía encarnada de un cuerpo que no llega a emerger y que lucha contra sí mismo. Aunque algunos medios quisieron ver en el filme un mensaje negativo que no representa los valores de la comunidad transgénero, yo me inclino a pensar todo lo contrario, pues esta historia (inspirada en hechos reales) constituye un canto enérgico a la superación personal. Por el camino irán quedando las consultas del psiquiatra y los genitales infectados para seguir con la mejor coreografía, esa que soñamos para nosotros mismos, en puntas de pie, al borde del cuerpo deseado.

(Tomado de Cartelera Cine y Video, no. 185)