NOTICIA
Ecos de James Baldwin
En los minutos finales de Yo no soy tu negro (I am not your negro, Raoul Peck, 2017) se escucha al escritor negro norteamericano James Baldwin decir: “La historia de los negros en América es la historia de América”. Quizás esta oración resuma el discurso argumentado por el documental: un recorrido analítico por las múltiples expresiones del racismo en los Estados Unidos y las luchas civiles por su erradicación.
Temáticamente, I am not your negro se presenta como una posible continuación (audiovisual) del último libro que intentó escribir el prestigioso autor James Baldwin, activista él mismo por la erradicación de la discriminación racial. El proyecto editorial pretendía ser una historia de la nación norteamericana que tendría como eje central la experiencia biográfica de Medgar Evers, Martin Luther King Jr. y Malcom X, líderes de las luchas por los derechos civiles de las comunidades afroamericanas. En su propósito de consumar el libro, el documental asume la voz de Baldwin —interpretada en off por Samuel J. Jackson—, como eje estructural de un relato donde se entreteje un cúmulo revelador de materiales de archivo destinados a testimoniar, fácticamente, las nervaduras de la compleja realidad abrazada por la problemática racial. Fragmentos de periódicos y revistas, segmentos de programas televisivos y películas, fotografías, informes del FBI referentes a la actividad militante de Baldwin, imágenes de mítines, protestas y manifestaciones públicas, sirven como agentes narrativos para exponer la necesidad de reivindicar a los individuos de piel negra y su subjetividad frente a la hegemonía y los privilegios, culturalmente construidos, del blanco.
En términos estéticos, I am not your negro tiene el mérito de evidenciar la capacidad política a que puede acceder el lenguaje cinematográfico. Es justo la eficacia comunicativa con que el manejo de la forma visibiliza las conflictividades civiles e institucionales relacionadas con las comunidades negras en los Estados Unidos, uno de los aspectos más relevantes del filme. Nos enfrentamos, en tal sentido, a una elocuente denuncia del terror inherente al racismo; sobre todo, a su explicación como legado y herencia cultural, como consecuencia de una estructura social incapaz de superar los prejuicios, las discriminaciones, la segregación, la estratificación a que son condenadas las personas por el color de su piel. Al enfocar las tensiones entre la violenta tecnología cultural —producción de discursos y saberes— que todavía controlan y coaccionan el cuerpo y la racionalidad de los negros, y la producción de discursos y manifestaciones sociales que intentan deconstruirla, Raoul Peck consigue una obra de particular significancia para la contemporaneidad.
Cuando ilustra los actos racistas —incluso en sus formas simbólicas—, al describir las demostraciones de odio y humillación hacia el negro, al mostrar su dolor, resulta contundente la potencia con que este documental desnuda el horror de la ideología racista —ideología en tanto sistema de conocimiento que asocia actitudes, comportamientos y valores al color de la piel—. El filme alcanza su mayor contundencia en ese instante en que deja ver la fragilidad de la democracia norteamericana.
(Tomado de Cartelera Cine y Video, no. 176)