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David Gordon Green exorciza al Exorcista
Luego de que el director David Gordon Green relanzara exitosamente la franquicia slasher del sociopático asesino Michael Myers, con su trilogía de películas Halloween (2018), Halloween Kills (2021) y Halloween Ends (2022), escrita junto a Danny McBride, la productora Blumhouse busca repetir las mismas fórmula y estrategia con otro clásico del terror contemporáneo: El exorcista (William Friedkin, 1973)
El exorcista: Creyente (The Exorcist: Believer, 2023) cuenta igualmente entre los creadores de su historia con McBride y Green, quienes vuelven a concebir este título como una continuidad retroactiva —retcon, en jerga fílmica inglesa. Pues aunque sería la sexta entrega de esta accidentada pero absorbente franquicia, la de Green presenta sus credenciales como secuela directa del filme inicial, que adaptara la novela homónima de William Peter Blatty.
También admite ser clasificada como una “recuela”, término en boga en el actual cine pop crónicamente nostálgico, que fusiona reboot (relanzamiento) y secuela para definir las cintas que reformulan viejas sagas para las nuevas generaciones de públicos, pero sin desechar del todo las obras originales. Es más bien una expansión del canon, con nuevos arcos añadidos a una mitología que persiste esencialmente intacta.
Green estaría también urdiendo una nueva trilogía, pues ya se anuncia el rodaje de The Exorcist: Deceiver (¿El exorcista: Embaucador?), cuyo estreno está previsto para 2025, por los atrasos que ha ocasionado la huelga de guionistas, actores y especialistas en VFX de Hollywood en su cronograma de producción de la segunda mitad de 2023.
Aunque protagonizada por Leslie Odom Jr. (Victor Fielding) y la joven Lidya Jewett (Angela Fielding) como el nuevo dueto parental que debe enfrentar la demoledora inmiscusión de las fuerzas demoníacas en su pacífica convivencia, la lógica retcon y nostálgica dictó el regreso de dos rostros clásicos de la mitología: Ellen Burstyn y Linda Blair retoman sus respectivos roles de Chris MacNeil y su poseída hija Regan MacNeil. Tal como Jamie Lee Curtis regresara para el nuevo Halloween como Laurie Strode, y así saldar sus sangrientas cuentas con Myers.
El legado debe ser debidamente traspasado. Los dioses deben certificar a sus nuevos profetas, que aspiran a convertirse en futuras deidades del porvenir. Y así sucesivamente.
Green va por la garantía primada del clásico de Friedkin, como vía más expedita para el éxito, y quizás también para concentrarse en el conflicto esencial de la película genésica, que fuera complejizado, ramificado y quizás sumergido en demasiada hojarasca por sus dos primeras secuelas Exorcista II: El hereje (John Boorman, 1977) y El exorcista III (William Peter Blatty, 1990), y expandida en el problemático díptico en que se bifurcó la precuela del siglo XXI, El exorcista: el comienzo (Renny Harlin, 2004) y Dominion: Precuela del exorcista (Paul Schrader, 2005).
La historia ideada por Green, McBride y Scott Temms, llevada al guion a cuatro manos por el propio director y Peter Sattler, apuesta por la llaneza argumental que caracterizó al terror clásico estadounidense consolidado en los setenta y ochenta. Dos niñas —Angela y su amiga Katherine (Olivia O’Neill)— son poseídas por una entidad demoníaca. Su exorcismo y expulsión de este plano de la existencia reclaman los esfuerzos conjuntos de guerreros de la fe y depositarios de saberes ocultos ancestrales.
La urdimbre dramatúrgica de El exorcista: Creyente replica además la estructura narrativa de El exorcista, pero sus creadores se atreven a introducir variaciones argumentales mucho más radicales que en Halloween, cuyo gran mérito fue recuperar la esencia brutal, pesadillesca y casi irracional de la cinta por John Carpenter (1978).
Por otro lado, las nuevas entregas de la franquicia Scream que Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillet (recuelas, pero no retcons) han dirigido —Scream (2022) y Scream VI (2023)—, proponen nuevas baterías de personajes con calados lo suficientemente profundos y tenebrosos como para sostener el legado y la esencia de la mitología pensada por Wes Craven.
Green se arriesga a “personalizar” más su abordaje del universo de los exorcistas, demonios y niños poseídos. Va más allá de la imaginería católica, piedra de toque de la franquicia y de todo el subgénero derivado a partir de 1973. Apuesta por un enfrentamiento más ecuménico al mal que habita los cuerpos púberes, y su revisitación termina convirtiéndose en revisión.
(Tomado de Cartelera Cine y Video, nro. 216)