On te rocks

Cuando un donjuán teme por su hija

Lun, 04/05/2021

Hay una escena pequeña de On the Rocks (Sofia Coppola, 2020) que me recuerda Ladrones de la fama (The Blind Ring, 2013). Una madre camina por los pasillos de la escuela de su primogénita cuando otra mujer la detiene para decirle algo en relación con su apariencia. “En algún momento estaré mejor, volveré a ser la misma”. ¿Quién es esa madre? ¿A qué se dedica para que la intercepten de ese modo? Se llama Laura (Rashida Jones) y es escritora. Mas, ¿escribe libros de autoayuda o es una narradora de representaciones contemporáneas del amor? En otro momento alguien más ―otra mujer― le comenta sobre su relación de pareja. 

A primera vista, Laura revela ser una chica sobresaliente en su profesión. Goza también de un matrimonio con muy buena salud hasta que un hecho referido siembra la duda y el conflicto y penetra, entonces, su vida armónica, casi modélica en el Estados Unidos presente. Penetra de una forma de sopetón para importunar, además, su libro publicado y otros proyectos en camino. Laura quiere asegurarse si es amada o al menos querida después de tantos años de relación. Tal vez exista otra mujer en la vida de su esposo, Dean (Marlon Wayans), pero ella desea saber qué lugar ocupa en la vida de aquel, si además de ser la madre de sus hijas, sigue siendo la primera mujer que él desea.

La reciente película de la Coppola retoma los caminos ambiguos y permisibles de la comedia romántica como Perdidos en Tokio (2003). Por cierto, no por gusto vuelve a llamar a Bill Murray para un papel importante, un actor que ha devenido fetiche en su filmografía, pues la certeza de volver a confiar en él provino acaso del musical A very Murray Christmas (2015). Para unos pocos ahí estaría la reincidencia. Para la mayoría ―crítica y público―, Murray no había vuelto a estar como en Perdidos… hasta ahora.

“Quería que la película fuera mi particular carta de amor a Nueva York, pero no quería una ciudad como la que sale en algunas de las comedias más famosas”. ¿A qué o a quién se refiere en concreto Sofia Coppola? Pues no hay ni que buscarlo en Google: el cine de Woody Allen es la base. Para no pocos espectadores esto ha sido más que evidente, teniendo como punto de partida las influencias, admitidas o no, que la actriz, guionista y realizadora tiene del director neoyorkino; influencias concernientes a la ciudad estadounidense y al tono ―que no al talante inquieto― de los diálogos del nuevo largometraje, sin evocar además el desenfreno y paranoia de muchos de los personajes de Allen.

“Quería que la película fuera mi particular carta de amor a Nueva York, pero no quería una ciudad como la que sale en algunas de las comedias más famosas”. ¿A qué o a quién se refiere en concreto Sofia Coppola? Pues no hay ni que buscarlo en Google: el cine de Woody Allen es la base. Para no pocos espectadores esto ha sido más que evidente, teniendo como punto de partida las influencias, admitidas o no, que la actriz, guionista y realizadora tiene del director neoyorkino; influencias concernientes a la ciudad estadounidense y al tono ―que no al talante inquieto― de los diálogos del nuevo largometraje, sin evocar además el desenfreno y paranoia de muchos de los personajes de Allen.

Considerando cuanto se contradice desde su condición de donjuán crepuscular, el personaje del padre de Laura merecería todo un estudio aparte. En un primer comentario parece colocarse en la posición no solo de su hija, sino desde un punto de vista crítico de la convención histórica al expresar: “Los brazaletes nos recuerdan que las mujeres eran propiedad de los hombres”. Luego incurre en estereotipos de como el varón suele apreciar a la mujer: “¿Te dije que contraté a una asistente de medio tiempo? (…) ¿Sabes qué me gusta de ella? No dice nada, solo escucha”. No es don Johnston, el personaje buscador y abatido de Flores rotas (Jim Jarmusch, 2005). Felix se contradice otra vez al secundar a su hija en lo que supone a ella le preocupa. En el fondo, su actitud corresponde a como actuaría de ser más joven. Asemeja a él la mayoría de los heterosexuales carismáticos y apetecibles. En relación con su yerno, le asegura a su hija: “Es un hombre. Es natural. Los machos deben luchar para dominar y para preñar a todas las hembras”. El acierto psicológico de personajes es de celebrar.

Pudieran extrañarse algunos de la presencia aquí de un actor como Marlon Wayans, quien ha hecho una carrera apreciable sobre todo en la comedia. De ser así, se olvidaría su papel de Tyrone C. Love en Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000), donde demostró sus dotes histriónicas para ese drama destacado. En On the Rocks entra y sale de escena siendo discreto y sugerente como se lo exige el guion. 

Laura y Felix (Bill Murray) pactan una estrategia para conocer qué está sucediendo con Dean. Con distintas sospechas, ella quiere estar equivocada. Su padre, con su amplio conocimiento del mundo afectivo, no. El previsto viaje exterior de ambos influirá en la prueba o caída de cada cual. Parecería que el conflicto lo decidirá una probable víctima del sexo femenino. Mas, herido e influyente, será el progenitor. Coppola vira la tortilla y su comedia dramática, con dosis detectivesca y buddy film, fluctúa entre el Nueva York más manifiesto y esas atmósferas variables según las exigencias de la fidelidad sospechosa.