NOTICIA
Amores inconclusos en una noche de lluvia
Realizada en el marco celebrativo del 500 aniversario de La Habana, Habana Selfies, segundo largometraje de ficción de Arturo Santana (Bailando con Margot), se desmarca de cierto triunfalismo a partir del regusto melancólico o de la apelación al romance malogrado o inconcluso, en seis historias de diferentes tonos y géneros que acontecen mayormente en una noche lluviosa.
De modo que aquí se muestra “otra” Habana, menos turística pero igual de romántica, en una película que, como aseguró uno de sus muchos protagonistas, el actor Roque Moreno, no es hipercrítica ni pesimista ni de choteo constante, es una película para mirar y sentir, que habla de la intimidad y los conflictos de seres humanos compulsados a tomar pequeñas decisiones, tal vez trascendentales, al menos para sus vidas privadas.
Santana escribió el guion pensando en los actores y actrices, tal vez por ello es que, al parecer, se sienten tan cómodos en sus personajes Lili Santiesteban, Roque Moreno y Armando Miguel, en la historia de taxi nocturno y amores deshechos y recomenzados que hilvana todo el filme; Mayelín Barquinero, Ray Cruz y Yessica Borroto, en el papel de actores momentáneamente dedicados a fregar platos en un restaurante privado; Leonardo Benítez y Deysi Forcades, como la singular pareja que integran un hercúleo travesti y una indefensa turista; Saúl Rojas y Yeny Soria como el machazo a quien se le poncha el carro, y la callejera medio cinéfila que lo inter-pela en una calle estrecha y solitaria...
Todos ellos, y sobre todo ellas, parecen sentirse como pez en el agua, y el espectador percibe un conjunto de interpretaciones selladas por la frescura y la espontaneidad. También debe reconocerse que la dirección de fotografía de Alexander González, la banda sonora de Velia Díaz de Villalvila (con sus momentos de jazz melancólico tan bien colocados o la canción leitmotiv que cantan varios personajes), la edición de Daniel Diez Jr. y la dirección de arte de Celia Ledón le aportan también a estas seis historias, a unas más que a otras, suficientes cuotas de gracia, frescura y espontaneidad.
Algunos nombres de los implicados en el elenco artístico-técnico antes aludido resultarán familiares para los conocedores del video musical cubano y las nominaciones anuales a los Premios Lucas, y es que, como aclaró el director en rueda de prensa: “del clip venimos todos”, como parte de un cine urbano, y en función de esa visualidad está pensada la película, de modo que estas historias de amor y fracaso tengan elementos en común, y otros muy singulares, en comparación con similares anécdotas que acontecen en Londres o Estocolmo. Porque entre las fuentes de inspiración figuran Paris, Je t’aime, y análogos filmes dedicados a Nueva York o Berlín, así como Night on Earth, de Jim Jarmusch.
Habana Selfies también habla del miedo al fracaso, pues cada personaje se debate entre luces y sombras, entre hacer algo o quedarse quieto en espera de que las circunstancias lo superen. Muchísimas peripecias y atracciones portan los 90 minutos de una película cubana que nunca pretendió cambiar la historia del cine nacional, solo entretener a partir de la juguetona recreación de ciertos códigos inherentes al cine romántico, el oeste, el musical, de acción y aventuras, etcétera, etcétera.
Tomado de Cartelera de Cine y Video, no. 170