NOTICIA
Amor omnipresente
Una de las recientes propuestas fílmicas de la televisión cubana en su gustado (aunque tardío) espacio Amores difíciles (jueves, cerca de las 11:00 p.m., por Cubavisión) fue El amor está en todas partes (Love Actually, 2003), comedia de esas llamadas corales, por cuanto hay muchos personajes sin que ninguno sea protagónico y, en este caso, con una estructura también episódica, en la que los relatos que aquellos centralizan se entrecruzan y alternan en su desarrollo.
Fue realizada por Richard Curtis, quien, aunque debutaba con ella en la dirección, ya había asentado una sólida y respetable carrera como guionista, mediante títulos como Notting Hill, El diario de Bridget Jones y Cuatro bodas y un funeral que, como se recordará, generaron notables filmes.
Para su ópera prima —después dirigióThe Boat that Rocked (2009) y About Time (2013), sin abandonar sus labores como guionista y productor— el bisoño realizador eligió una estructura difícil, que le exigió ser asistido por técnicos imprescindibles en esta película, como el continuista y el editor (realmente siempre, pero en este tipo de obra fragmentada y plural, mucho más). Afortunadamente dio en el clavo, de modo que Love… es una comedia disfrutable de principio a fin.
Todo ocurre (o no) en Londres, en vísperas de las celebraciones navideñas para las que, como es sabido, se va preparando la ciudad con sus tiendas, calles y hogares, desde mucho antes. Asistiremos a casos en los que hombres, mujeres, niños incluso, se enfrentan a la perspectiva de lograr un sentimiento que les angustia a la vez que les alimenta profundamente.
El infante enamorado de una mujer hecha y derecha, el escritor flechado por su asistenta, los colegas de trabajo a los que algo los frena, el exroquero que rememora vivencias y falencias, los dobles de luces que están a punto y no acaban de decidirse, el ángel navideño que trata de ayudar a los dolientes por su “compañero de armas”, Cupido, son algunos de estos seres cuyos “loves in progress” van exponiendo a lo largo de las dos horas del filme, en medio de chistes casi siempre conseguidos y un clima de ternura y buena energía que envuelve, cual halo navideño, el largometraje en todo momento.
Cierto que no todos los pasajes gozan de la misma consecución dramatúrgica, que narrativamente el relato a veces se estanca (aunque para fluir de inmediato), pero en términos generales, se pasa muy bien con esta película sobre el sentimiento más viejo y hermoso del mundo.
En ello tiene mucho que ver el regular y superlativo trabajo de los actores, casi todos primerísimas figuras de la prestigiosa escuela británica, tales como Emma Thompson, Bill Nighy, Colin Firth, Alan Rickman, Liam Neeson, Hugh Grant junto a la norteamericana Laura Linney. Pudiera pensarse que con esta batería histriónica de primer nivel cualquier filme en realidad funcionaría, pero ello no le resta méritos a la mano directriz de Curtis en su debut tras la cámara, pues no sería suficiente sin el amarre de otros elementos y, sobre todo, la conjugación de los mismos en un relato bien escrito y mejor puesto en pantalla.
Porque, sobre todo, Love… nunca cede a la tentación del endulzamiento o aterrizaje en la sensiblería que temas como estos siempre pueden provocar. El texto fílmico, a casi 20 años de su estreno, sigue exhibiendo lozanía y savor faire, como demostró este pase en Amores difíciles, un espacio del que ya esperamos nuevas propuestas… y mejor horario.