NOTICIA
Acortar las distancias
Como más de un autor ha sostenido, los tres relatos de Lucía (1968) vinieron a confirmar lo distante que estaba Humberto Solás —al menos con este clásico de la cinematografía nacional— de hilvanar una línea conflictual vigorizada con argumentos feministas. Aunque lo deseara, las circunstancias no se lo permitieron. Ello vino a influir en la propia dirección de obras de ficción y hasta en los documentales. Por impedimentos culturales y ya históricos cuyos orígenes eran previos al cine de la Revolución, a las cineastas cubanas se les hizo bien difícil presentar proyectos1, que no pudieron concretarse por, entre otros obstáculos, la crisis económica de los años noventa.
Solo una: Sara Gómez (1943-1974) —quien no fue la primera en dirigir después de 1959, sino Rosina Prado— lograría imponerse desde los comienzos del ICAIC con sus documentales y erigirse, además, como la precursora en dirigir una película: De cierta manera (1974), que a raíz de su temprana muerte terminarían Tomás Gutiérrez Alea y Julio García Espinosa.
Sara Gómez rompería el hielo para otras cineastas que luego destacaron sobre todo en el documental y cortometrajes desde la asistencia de dirección, el guion, la edición… hasta que algunas pudieron en rigor decidir en lo grabado o filmado: Mayra Vilasís, Miriam Talavera, Ana Rodríguez, Mayra Segura, Rebeca Chávez y antes Marisol Trujillo.
En relación con una manifestación en la que solían y suelen decidir los hombres, Trujillo llegó a decir: “Trabajar casi siempre con hombres y lo que ello puede significar para una mujer, la única mujer que (por ahora, espero) dirige cine en el ICAIC, no fue tan difícil. Y es que cuando se dirige cine, sea hombre o mujer, lo que hay que hacer es acortar las distancias. Para mí lo importante es que la gente crea en lo que hace”2.
A propósito de cumplirse este 6 de agosto el 75 aniversario del nacimiento de la cineasta Marisol Trujillo (1946-2019) se impone apuntar algunas ideas que homenajeen a una creadora particular, recordada por lo general gracias al notable documental Mujer ante el espejo (1983). Si bien la directora que comenzaría con Lactancia (1978) insistió en las modalidades de ser mujer en Cuba, no fue ni quiso ser una abanderada del feminismo. Que una mujer dirija no supone que lo haga siempre impulsada por criterios feministas.
Marisol, graduada en Historia del Arte, no desdeciría de lo aprendido en la carrera, pues agasajó en su momento la creación nacional en Mariano (1980), Paisaje breve (1985) y Motivaciones (1988). Se sumaría con mucho cuidado y deferencia a la hornada de cineastas interesados en aportar o siquiera insistir en la tradición documentalística sobre artistas. Formarse como historiadora del arte le posibilitó ejercer la crítica de cine en medios de expresión de distintos perfiles, como El Caimán Barbudo y Unión, por mencionar dos espacios de importancia. Pero lo suyo era dirigir, aunque antes se destacaría también como guionista de, por ejemplo, Una flor para Camilo (1974) y Nuevos hombres del ring (1974).
Sería desacertado no reconocer que acaso su mejor obra sea Mujer ante el espejo, en la que Trujillo se sale del típico biopic que en poco tiempo pretende y se frustra queriendo resumir qué ha hecho una figura y cómo se encaminará su futuro. Hay que darle la razón a Jorge Luis Sánchez cuando reconoce con plena conciencia: “Mujer ante el espejo va por otro camino. Sale del trillo entrevista sincrónica-fotos-entrevista; off-canción-cuadros-baile-narración u off-planos del artista pintado, bailando…”3. Esta era la fórmula repetida en tantos documentales que impedía a ratos saber quién era el cineasta que estaba rigiendo una confirmación más que un punto de vista.
De Marisol Trujillo recuerdo mucho El sitio en que tan bien se está (1978), otro de los documentales en que se entrevista a Eliseo Diego, en aquel entonces a propósito de su poema homónimo, pero en realidad es un recorrido/homenaje por/a La Habana. No he podido ver Oración, acerca de Marilyn Monroe, unas de esas obras preferidas de Marisol que, sin embargo, no tuvo la repercusión que ella y Miriam Talavera pensaron podía tener. Sin embargo, esta, como la obra toda de la valiosa y un tanto olvidada cineasta, merece repasarse con toda la justicia y el rigor del mundo.
Notas y referencias bibliográficas:
1 Aunque, como recuerda Arturo Agramonte en Cronología del cine cubano, fueron Mirtha Portuondo y Evelia Joffre las primeras mujeres en dirigir cine en Cuba.
2 Díaz, M. y Del Río, J. (2010). Los cien caminos del cine cubano. La Habana: Ediciones ICAIC, p.194.
3 Sánchez, J. L. (2010). Romper la tensión del arco. Movimiento cubano del cine documental. La Habana: Ediciones ICAIC, p.291.