Julio García Espinosa
Comenzó su vida artística desde muy joven como director y actor teatral en la Compañía Juvenil Renacimiento. Entusiasmado por las ideas del neorrealismo italiano, estudia en el Centro Sperimentale di Cinematografía de Roma (1951-1954), donde se gradúa como realizador. Al retornar a Cuba ingresa en la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que reunió gran parte de los artistas e intelectuales progresistas, y es nombrado presidente de su Sección de Cine. Dirigió El Mégano (1955), antecedente histórico del nuevo cine cubano y uno de los títulos inaugurales del movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano. Fundador del ICAIC, de 1959 a 1976 laboró como formador de las nuevas generaciones de cineastas, en la dirección artística de la producción y en la realización de su propia obra, sin dejar de aportar una importante labor teórica en la que sobresale su polémico texto «Por un cine imperfecto». En el terreno de la ficción se inicia con Cuba baila (1960), comedia costumbrista a la que siguió El joven rebelde (1961), sobre un argumento de Cesare Zavattini. Su demitificadora comedia Aventuras de Juan Quin Quin (1967) se incluye entre los clásicos del cine cubano. Presidió el ICAIC (1983-1990); fue miembro fundador del Comité de Cineastas de América Latina; asumió en 1985 la creación de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y, un año después, la puesta en marcha de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños. Con Son… o no son (1980), La inútil muerte de mi socio Manolo (1989) y El plano (1993), continuó fiel a su precepto de que «toda obra de arte es un riesgo y, como tal, es siempre un experimento».