Viña del Mar

A medio siglo de Viña del Mar: algunos apuntes

Vie, 03/05/2021

Del 1 al 8 de marzo de 1967 se celebró el V Festival de Cine de Viña del Mar, en Chile, y durante el mismo, el Primer Encuentro de Cineastas Latinoamericanos. Tales eventos tuvieron una enorme significación en la historia de la cinematografía de América Latina y del Caribe.

Estos acontecimientos representan un punto climático en la historia del Movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano (MNCL) y la consolidación de lo que se llamaría dos décadas después Espacio Audiovisual Latinoamericano y Caribeño. Se constató en Viña la eclosión de un nuevo cine y “se evidenció la causa común de los cineastas en la defensa de las cinematografías nacionales emergentes, de su debido espacio en las pantallas, el enfrentamiento a la acción desnaturalizadora de la metrópoli imperial, la búsqueda urgente de nuestra identidad y la defensa de la soberanía…”.

A esta quinta edición del Festival y a voluntad de su director, Aldo Francia, se llegó con un festival regionalizado, en lo que mucho tuvo que ver la participación activa, ante todo, de argentinos y brasileños que habían pasado por la Escuela de Cine Documental de Santa Fe, creada y dirigida por Fernando Birri a finales de los cincuenta. 

Entre los antecedentes fundamentales de lo ocurrido en Viña '67 es justo mencionar los encuentros de cineastas del SODRE, Uruguay, en 1954 y 1958; la experiencia mexicana marcada por la llegada al continente de Luis Buñuel; la existencia del Cinema Novo brasileño, de un nuevo cine cubano y obras de creadores de otros países convergentes por sus contenidos.

Viña '67 dio la medida del alcance de la producción independiente de la región; se conocieron y reconocieron por sus obras cineastas con causas comunes, estudiantes que compartieron inquietudes muy marcadas, además, por un cine apegado a raíces culturales, militante y comprometido con realidades y sueños de un continente conmocionado por los acontecimientos políticos y sociales de aquellos años. Viña '67 marca, sin dudas, el cine político o cine militante dentro del MNCL. Se identificó allí en aquel encuentro de cineastas una vanguardia cultural cuya influencia estará presente en el acontecer del cine regional y sus avances en el siglo xxi.

A Viña '67 le sucedió Mérida '68, que amplió y fortaleció lo que hoy llamaríamos “red” de cineastas. La represión de las dictaduras militares que se fueron extendiendo por el continente aceleraron la creación en 1974 en Caracas del Comité de Cineastas de América Latina (C-CAL), heredero directo del encuentro de Viña y que se reúne en Mérida en 1977, época en la que ya [el cineasta argentino] Raymundo Gleyzer estaba desaparecido, y en exilio o presos, decenas de cineastas.

En esa línea de continuidad es imprescindible destacar la creación en 1979 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, resultado de la política cultural de Cuba representada por el ICAIC, con la solidaridad participante del Comité de Cineastas de América Latina. Este festival propició el espacio de exhibición de la producción regional independiente sin acceso a grandes pantallas y de alto valor estético. Este evento ha sido hasta el día de hoy lugar de encuentro de la comunidad cinematográfica, de reflexión sobre los temas más acuciantes y de despegue de iniciativas regionales en diversos campos.

No fue casual que Gabriel García Márquez fuera el presidente del jurado de la primera edición del Festival. Y fue así como en el transcurso de su séptima edición se organizó por el C-CAL la creación de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL), presidida por Gabriel García Márquez y apoyada de forma decisiva por Fidel Castro Ruz, en esa visión compartida de ambas personalidades en cuanto a la importancia estratégica del cine para la cultura, la memoria de los imaginarios y la vida de nuestros pueblos y naciones.

La FNCL y sus proyectos, entre los que destaca la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, creada en 1986, concretan aspiraciones de los fundadores del MNCL, continuadores del encuentro y ruta de Viña '67, cuya obra impacta en diferente medida el surgimiento de instituciones públicas de integración regional, como la Conferencia de Autoridades Cinematográficas de Iberoamérica, fondos y programas como IBERMEDIA y DOCTV Latinoamérica.

Considero que el mejor homenaje a Viña '67 y a su significación para nuestro cine, en general, para el Espacio Audiovisual Latinoamericano y Caribeño, sería reflexionar en torno a aquel primer encuentro de cineastas de hace más de cincuenta años, solo que esta vez de cara a las realidades y desafíos del presente.