NOTICIA
Las posibles ciudades del cine cubano
El movimiento situacionista proponía entender la arquitectura como una forma de articular el tiempo y el espacio, de modular la realidad, de hacer soñar. De ahí que en la investigación para el capítulo dedicado al cine y la arquitectura de la serie documental Memorias del cine cubano, su directora, Marta María Borrás (1984), comenzó a observar la cantidad de posibles Habanas que habitaba el cine cubano.
Ella se “obsesionó” con cómo un director podía componer una ciudad posible. Pensó en Memorias del subdesarrollo, en Sergio mirando desde el balcón de su apartamento un sitio que se conforma como un rompecabezas o un cubo de Rubik. También reflexionó acerca de cómo Titón reconstruyó la ciudad, su geografía, proponiendo otra mirada sobre el espacio y sus monumentos. A su vez, recapacitó sobre la Suite Habana de Fernando Pérez, sobre las imágenes como notas audiovisuales que crean o recrean la capital.
Borrás pensó, de igual manera, en las ciudades invisibles de Italo Calvino, las cuales conectan con Alejandro Alonso en su construcción de la(s) imágen(es) de esa Habana (im)posible de Terranova.
De todos esos referentes surgieron varias preguntas: ¿El séptimo arte crea el espacio o lo registra? ¿Cuántas Habanas, por ejemplo, habita el cine cubano? ¿Cómo el mismo construye los espacios? ¿Cuál ciudad, cuál isla construye? Todo ello la llevó a imaginar la ciudad filmada, ficcionada desde todas esas miradas, imágenes, cuerpos y narraciones. A partir de estas interrogantes inició el trabajo desde el guion, junto a Lisandra López. Sobre el proyecto, compartió con Cubacine:
Cine y arquitectura, el capítulo
La idea de la serie documental Memorias del cine cubano y de dedicar un apartado al tema “Cine y arquitectura” fue de la cineasta Patricia Ramos. Entonces, ella me invitó a colaborar dirigiendo este capítulo. A mí me gustó la idea, pues mis propios proyectos muchas veces nacen a partir del deseo de trabajar en un determinado espacio. Además, conversando con Patricia me decía que pensó dedicar un segmento a esta temática a partir de su experiencia como directora y la importancia que les concedía a las locaciones en sus películas.
Ahora, para mí existe una relación muy potente entre la arquitectura y la imagen en movimiento, entre la arquitectura y el cine. Y dicho capítulo aborda este vínculo, a partir de las visiones de importantes creadores, quienes comparten sus experiencias y conceptos.
Pero, para ello, tuve que realizar una investigación sobre el tema, visionar muchos filmes de la cinematografía cubana, lo cual me ayudó muchísimo a desprenderme de ideas preconcebidas. Justo ahora estoy en el proceso de escuchar lo filmado, comprenderlo y construir con esa arquitectura, desde la fotografía, el trabajo con la luz, los movimientos de cámara, la relación con los personajes, los colores, las palabras y la banda sonora.
Este estudio me ha ayudado a tener una mirada más específica y desarrollar otras ideas sobre cuál es esta relación. Ahí entran las voces de los entrevistados, materiales tan personales y complejos, apuntó la realizadora.
Un espacio plural muy diverso
En un primer momento comenzamos a realizar un mapa de esta urbe a partir de los lugares que habitan o transitan los personajes del séptimo arte cubano, de la mano de sus autores: una ciudad creada como un prisma, que va adquiriendo autonomía. Y a ello contribuyó el uso de entrevistas que dan forma a este relato, mediante los testimonios y conceptos de los creadores.
Invitamos a colaborar a realizadores y especialistas como Fernando Pérez (director), Luis Lacosta (escenógrafo/director de arte), Alejandro Alonso (director y fotógrafo), Nelson Herrera Ysla (arquitecto y crítico de arte), Juan García (arquitecto), Lisandra López (guionista), Glenda Martínez (sonidista) y Rafael Rosales (asistente de dirección). Y es que nos interesaba contar con una pluralidad de miradas y también de oficios dentro del cine, que ayudaran a entender cómo se crea o recrea el espacio en una película.
A mí, particularmente, me cuesta mucho segmentar nuestro cine. De ahí que nos interesó pensar en las memorias como algo que llega hasta hoy. Abordar distintas estéticas, diferentes puntos de vistas.
Así, la cartografía que fuimos trazando constituye un espacio plural, muy diverso, porque responde al tipo de audiovisual que hacemos. Y creo que su riqueza y complejidad está en ello, en no encontrar un único mapa, una única isla, un único recorrido para transitarlo o vivirlo, significó Borrás.
Filmar la arquitectura
Me encanta filmar. Siempre encuentras y aprendes muchísimas cosas nuevas. Y en este proceso me acompañó con su lente la fotógrafa Daniela Muñoz, y en la producción, Luis Abel Miyares. Fue un gran ejercicio, primero porque trabajaba con un equipo nuevo, a cuyos integrantes no conocía antes. Sin embargo, pudimos construir un lenguaje estético y conceptual común. También debía respetar modos estéticos que respondían a cómo Humberto Jiménez y Patricia Ramos habían concebido la serie en cuestión. Además, la pandemia de la COVID-19 sigue muy presente.
Luego de la investigación que realizamos, de ver secuencias maravillosas del cine cubano, hallamos lugares tremendos, trazando un recorrido por obras de arquitectos que me gustan mucho, como Fernando Salinas o Mario Girona. Lo confieso, soy una enamorada de la arquitectura cubana, de La Habana. Y a la vez era transitar por el cine cubano.
Fue un ejercicio que disfruté. No obstante, aún está en construcción y quedan muchas interrogantes que hacerse y muchos encuentros por acontecer, acotó.
(Foto: cortesía de la entrevistada)