NOTICIA
La historia es tanto memoria como recurso (Un breve prólogo para un largo libro)
En 1942, dos años después de la muerte de Walter Benjamin, fueron publicadas por primera vez sus Tesis sobre la historia. Una de las sentencias más conocidas del texto, y que sería más rememorada por sus lectores con el paso del tiempo, es la que versa: «no hay documento de cultura que no lo sea al tiempo de barbarie». La idea ha sido leída como un juicio sobre la complejidad —y los costos— de la historia, de la política, de la cultura. Cultura y barbarie son contracaras de la misma moneda; en consecuencia, el análisis social ha de ser siempre situado y multidimensional, comprehensivo de las condiciones de posibilidad de los sucesos y sensible a los actores que intervienen en ellos y los hacen (im) posibles. Pero hay más si seguimos por esa ruta: el deber de quien escudriñe en los documentos de cultura, quien los analice, quien los use, quien los provea a otros, es evidenciar lo que hay en ellos de barbarie. La restitución de la justicia resulta, entonces, el fin último.
Esas palabras son sugerentes para comenzar la lectura de esta cuarta entrega de la colección Por la izquierda. Aquí, como en los volúmenes anteriores, el interés principal es ofrecer una salida pública a voces que —llegadas a Cuba en años recientes— han sido convocadas por el Proyecto Videoteca Contracorriente, con sede en el ICAIC. Al igual que sus predecesoras, las entrevistas que componen este libro se comprometen por pluralizar el análisis y continuar el debate político y cultural que ha sostenido la colección. En cada una de ellas hay preocupaciones, al mismo tiempo particulares y universales, sobre las realidades contemporáneas. Ex profeso, el libro resulta un compuesto disímil de enfoques que, entrevistados y entrevistadores, llevan a fondo, discuten, disputan, reinventan con sus observaciones, valoraciones y soluciones políticas y culturales a las sociedades de la hora, y del futuro. En el marco que sugieren las entrevistas, cada lector o lectora encontrará nudos críticos en las reflexiones de quienes hablan, que muestran las particularidades y aportes irrepetibles de cada una de las voces.
A la vez, son identificables ciertas ilaciones dentro del volumen. Una de ellas, a tono con lo que se ha dicho hasta aquí, responde a una inquietud benjaminiana: cómo se entrelazan las historias mínimas con las grandes historias, con las historias nacionales, con las historias de los grupos sociales. La apuesta de los entrevistados es construir un vínculo de por sí inevitable pero escaso en las miradas sobre lo social: el de las mujeres y hombres concretos con los relatos que los sobreviven. Solo desde esa perspectiva, emergen en las entrevistas el Caribe, Cuba, los campesinos chicanos, las mujeres, y otros muchos; y desde ese lugar que es «la vida real», los mismos devienen actores y espacios culturales que construyen la política y actores y espacios políticos que construyen el campo de lo cultural. Así, ellos, lejos de estar «condenados a vivir», eligen hacerlo, redimiendo el pasado del conformismo que lo avasalla y envidiando el futuro como posibilidad irrealizada. Por esos cursos, los entrevistados dejan claro—como también lo hizo Benjamin— que nada que haya acontecido se ha de dar por perdido, y que la historia es tanto memoria como recurso: recuerdo de las vidas individuales y colectivas y recurso para el futuro imaginado sobre el cual tiene derecho el pasado y el presente.
A la misma vez, las entrevistas enfrentan un desafío fundamental para el análisis social: reflexionan sobre esa historia no solo en términos de su tiempo —como es al uso dentro de la academia y aun dentro de los activismos sociales— sino también de sus espacios. De hecho, podría decirse que las relaciones entre los espacios y los tiempos —de vida, de lucha política, de producción intelectual, de creación cultural— completan las preocupaciones convergentes de los entrevistados. Ellos entienden que espacio y tiempo son elaboraciones sociales a la vez que anclajes materiales y que las formas particulares de concebir los espacios y los tiempos están estrechamente vinculadas con las relaciones y estructuras de poder y con los modos de producción y consumo. Es así como, en el libro, el espacio puede ser el vacío, la exclusión de tu propio suelo, la falsa periferia de Suramérica, la condición de insularidad; y el tiempo, la brevedad, el entrelace del pasado, presente y futuro, «el relámpago del peligro».
Con todo, los entrevistados nos recuerdan que la historia —el tiempo y el espacio de la historia— no es políticamente neutral. Por lo tanto, su subversión es la de las propias opresiones, la de la propia obra, la de los propios empeños; y es, también, la búsqueda de soluciones políticas para nuestros problemas y los de los otros. Es así que quienes hablan aquí —tanto entrevistados como entrevistadores— contribuyen a construir otra memoria, a traer como agenda a las plazas públicas temas fecundos, complejos y plurales. De ese modo, este Por la izquierda se encuentra con los tres anteriores: invita a procesar la diversidad sin falsos neutralismos, desde la convicción —democrática— de que la plaza nos pertenece a todos por igual.
Hemos dejado para el final algo con lo cual quisiéramos que los lectores y lectoras comenzaran su recorrido por este libro: además de por la relevancia que las hace imprescindibles, hemos incluido algunas entrevistas como homenaje a sus autores. Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, Bolívar Echeverría, Mario Coyula y Eduardo Galeano no nos acompañan a la fecha, aun cuando sus voces se escuchan tan altas y vívidas como es posible. La lectura de sus entrevistas resulta una suerte de cita secreta con sus ideas, donde nos recuerdan que hemos sido esperados por la historia de la que también somos responsables. De ese modo, sirva este libro también para continuar un diálogo con ellos, para interpelar y escudriñar sus apuestas. En el lapso transcurrido desde la aparición del anterior tomo de Por la izquierda, ocurrió también el deceso de Pablo Pacheco, gestor y alma del proyecto Videoteca Contracorriente del ICAIC y de tantas otras cosas; inspirador y artífice de esta serie de volúmenes y de tantas otras cosas; maestro de tantos y de nosotros mismos; amigo entrañable, cubano cabal tanto como humano cabal. Para él, en especial, va este volumen. El 7 de julio de 2014, hace casi un año de la fecha en la que se escribe este prólogo, Nestor Kohan decía sobre Pacheco: «Así debe andar ahora este entrañable amigo y compañero, recopilando materiales perdidos, organizando libros, armando bibliotecas y planificando futuras ediciones revolucionarias vaya a saber uno en qué lugar». Con esa convicción dedicamos este volumen a Pacheco, e invitamos a que su recuerdo sea hoy un asalto a la memoria, un acto de redención. Sirva entonces este Por la izquierda para dar fe de ello.
(Prólogo al libro Por la izquierda)