NOTICIA
José Martí, tan vivo, activo y necesario como siempre
Palabras pronunciadas en el homenaje del ICAIC al Apóstol en el día de su natalicio
28 de enero de 2020
Si hay una fecha que conocen todos los cubanos es el 28 de enero. Ese día nació el hombre que estaba llamado a explicarle al mundo lo que significa nacer en esta Isla, y a nosotros, la idea de que Cuba no es un pedazo de tierra, sino una identidad, una cultura y una filosofía.
Fue, además, la síntesis de todos los que creyeron antes que él que la independencia de Cuba vale la pena, el sacrificio y la vida. José Martí entendió como nadie el concepto de patria y, por eso, escribía esa palabra con mayúscula. Ya a los 16 años había dicho, y cito: “El amor, madre, a la Patria, no es el amor ridículo a la tierra ni la hierba que pisan nuestras plantas: es el odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca”.
Y eso lo entendemos muy bien hoy, pero Martí tuvo que luchar porque los cubanos entendieran que Cuba es una sola. Su único contratiempo no fueron sus enemigos, sino, incluso, los cubanos que estando del lado de los libertadores, no comprendían bien aún que la nación estaba por encima de cualquier credo o raza y que lo primero que necesitaba la nación era la independencia de la metrópolis española, y del imperio emergente que todavía tenía fresca su etapa colonial y ya estaba tratando de apoderarse de América.
Sin embargo, aunque Martí vio en la lucha armada la única vía posible, su obra nunca fue la del odio. Justo antes de comenzar la contienda de 1895 escribió, en el manifiesto de Montecristi: “La república será tranquilo hogar para cuantos españoles de trabajo y honor gocen en ella de la libertad y bienes que no han de hallar aún por largo tiempo en la lentitud, desidia, y vicios políticos de la tierra propia. Este es el corazón de Cuba, y así será la guerra”.
Sabía Martí, perfectamente, que, si la República nacía en el odio y el irrespeto, nacería enferma. Sabía, además, que una nación no se forja solo en la obra titánica de sus jóvenes, sino en el respeto y el honor de sus símbolos y mártires.
Y parecería que es algo que todos los cubanos ya sabemos de memoria, que no hace falta recordarlo. No obstante, hay personas que no entienden del todo lo que es la nación.
Existen aquellos para los que sus intereses políticos o económicos están por encima de Cuba, por encima de las emociones de todos los cubanos de cualquier ideología que, a pesar de sus diferencias, tienen su punto de encuentro en la figura de Martí.
Existen aquellos que para crear la sensación de un país inestable son capaces de pagar para atentar contra sus símbolos más sagrados y, aún peor, existen aquellos que con tal de ganarse unos pesos son capaces de hacerlo.
Y no faltó quien justificó el hecho diciendo que mancillar un busto del Apóstol no es un ataque contra él, que es solo un pedazo de piedra. Pero, aunque Martí no es una estatua inmóvil, esos bustos son el lugar donde el pueblo cubano, los niños cubanos, van a rendirle culto, a sentirse cerca de él.
No había ninguna intención filosófica o reflexiva detrás de esos atentados. Solo basta ver las imágenes de esos delincuentes, cómo se expresan, para entender que solo los movía el interés económico y el deseo de ofender.
Si lo que pretendían era debilitar a la Revolución, fue una pésima estrategia. Pocas cosas unen tanto a los cubanos de todas las ideologías como el respeto a la figura de Martí.
Hoy se cumple el aniversario 167 del natalicio de José Martí y sigue tan vivo, activo y necesario como siempre.
El ICAIC y lo mejor del cine cubano siempre han sabido recordarlo, homenajearlo y reflexionar sobre su pensamiento. Una muestra de ello es El primer delegado, documental de Santiago Álvarez de 1975 y que veremos a continuación.
¡Muchas gracias!