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Frank Padrón: vivo al ritmo del cine
Cuando se habla de crítica e investigación cinematográfica en nuestro país no debe dejar de mencionarse el nombre de Frank Padrón, pues aquellos que desconocen sus libros seguro recuerdan su rostro en uno de los programas televisivos que durante años ha estado presente en la pantalla chica.
De Nuestra América se ha convertido en el espacio de convergencia de lo mejor del cine de nuestra región, unido al ejercicio crítico de su conductor y guionista, quien ha transformado en asequible el encuentro del público con este apreciado ejercicio del criterio.
Con el propósito de conocer más detalles sobre nuestro protagonista y su especial vínculo con el proyecto que ha logrado conformar durante dos décadas, Cubacine conversó en exclusiva con el crítico.
Aunque han sido más de 40 años de versatilidad cultural, pudiera afirmarse que usted y la crítica e investigación cinematográficas siempre han tenido un vínculo especial. ¿Estaría de acuerdo con tal afirmación?
Por supuesto. Siempre quise dedicarme a ambas actividades, pero cuando empecé mi carrera profesional, en 1978, no pude desarrollarlas pues no había un espacio en el que pudiera insertarme. En ese tiempo no existía internet, por lo que los lugares en que se difundía este popular ejercicio crítico se limitaban a revistas, periódicos y emisoras radiales. Esto restringía, a su vez, la cantidad de personas que podían incursionar dentro de ese campo.
Por tal motivo y convencido de mi verdadera aptitud, es que opto por otros intereses dentro de la crítica artística y la investigación, como la música, el teatro y la literatura. Sin embargo, en cuanto tuve una oportunidad, sin abandonar las otras disciplinas en las que me había adentrado, comencé mi colaboración con revistas como Cine Cubano y El Caimán Barbudo, así como diversos periódicos y emisoras radiales.
Desde su perspectiva crítica, ¿cuál sería su opinión respecto al cine cubano actual?
Considero que tiene una estabilidad dentro de la industria. Una verdadera dignidad al margen de los estilos, las poéticas, incluso los concretos logros o desaciertos de los filmes puntuales.
Este mismo criterio concuerda en muchos aspectos con el cine realizado por los jóvenes, esos que construyen sus proyectos por sus propios medios. Lo que sí es indudable es que debe hablarse de un movimiento pujante y motivador que debe seguirse muy de cerca.
A pesar de que el ejercicio de la crítica cinematográfica ocupa un lugar importante en su carrera profesional, puede que su verdadera pasión se encuentre dentro de sus otros oficios literarios. ¿Será esto cierto?
La verdad es que eso me lo han preguntado mucho y siempre contesto más o menos lo mismo: disfruto todo lo que hago, desde una simple reseña hasta un libro.
Se piensa que en los ejercicios ficcionales como la poesía o la narrativa, que como sabes cultivo, se es más personal, se vuelca más el escritor en su verdadera esencia, pero no comparto esa idea. Creo que en la no ficción, el ensayo, por ejemplo, un autor puede estar tan presente como en las otras manifestaciones, al menos en mi caso intento que siempre sea así.
De Nuestra América…
Desde el día en que Armando Matose, responsable de la cinematografía del ICRT, me llamó para decirme: “Hemos pensado en un programa sobre cine latinoamericano y me gustaría que tú lo escribieras y condujeras”, he estado presente en ese espacio televisivo.
La propuesta me entusiasmó muchísimo, unido a la cierta experiencia que poseía frente a las cámaras. Había tenido la oportunidad de realizar comentarios musicales en programas como Te doy una canción y Joven joven, dirigía una sección crítica de la cinematografía contemporánea que salía en la Revista Buenos Días, y sistemáticamente participaba en el programa Lenguaje de adultos.
Sin embargo, a pesar de un sedimento que me había aportado cierto entrenamiento frente a las cámaras (en el ejercicio del criterio y la memoria, en la conformación de una imagen), hasta el momento había carecido de un espacio propio. De Nuestra América suplió esos deseos de verme involucrado en un proyecto en el que, además de ser el rostro principal, fuera su máximo responsable.
¿Cómo ha logrado mantener el ritmo del programa a lo largo de todos estos años?
Pues cuento con la ayuda de muchas personas que contribuyen a que el programa siga estando en el gusto de las personas. Tal es el caso de Jezabel Rodríguez, la asesora, quien contribuye en la selección de los materiales que ponemos a disposición de los espectadores.
Este es uno de los trabajos más importantes que realizamos en la sostenibilidad del programa. Tratamos de que nuestras elecciones sean lo más representativo y valioso del panorama contemporáneo, aunque a veces también se ponen obras “menores”, pues es imposible mantener un espacio semanal casi todo el año con obras maestras.
De ahí que también lancemos miradas a la historia del cine latinoamericano y proyectemos filmes importantes de otras etapas. Asimismo, ofrecemos música asociada al séptimo arte y en consonancia con el país al que pertenece el largo que proponemos en cada emisión, así como alternamos cortos con diversas entrevistas que nuestra directora, Jacqueline Sam, realiza a los invitados durante las ediciones del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Además de esto, puedo decirte que lo he hecho como mismo trato de mantener el ritmo de todo lo que hago: al ritmo de la vida, del entusiasmo, de la pasión por la cultura y, en especial, por el cine.