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El Mayor: ¿coincidencia o gusto?
Daniel Romero es el protagonista de la película cubana El Mayor, largometraje del desaparecido realizador Rigoberto López que aún no ha podido estrenarse ante la difícil situación epidemiológica que atraviesa nuestro país.
Este actor ha participado en propuestas audiovisuales como la serie Zoológico, que actualmente es transmitida por la televisión cubana.
En el cine tuvo su primera oportunidad al formar parte de José Martí: el ojo del canario (2010), filme también histórico en el que interpretó a Martí adolescente. Ante este antecedente, conocer si El Mayor llegó a Romero como una coincidencia o por el gusto de interpretar personajes de época se convirtió en una de las interrogantes que Cubacine tuvo el placer de realizarle a este joven actor.
―¿Cómo obtuvo el personaje protagónico de la película El Mayor?
Sabía que estaban haciendo un casting para un filme que abordaría la vida de Ignacio Agramonte, pero jamás pensé en la posibilidad de obtener el papel protagónico. Ya había sido protagonista en José Martí: el ojo del canario y, por lo general, los directores de cine no se atreven a repetir el mismo actor en otra figura igual de importante.
Este pensamiento no son especulaciones mías, me lo han dejado saber muchos directores, pero no los juzgo.
Por otra parte, desconocía mucho sobre la vida de ese patriota, lo que a mi suponer me alejaba también de la posibilidad de encarnarlo, pues implicaba una limitación. Además, por ese tiempo estuve inmerso en varios compromisos y giras internacionales con mi compañía Argos-Teatro, por lo que creía difícil que pudiéramos coincidir en fechas.
Sin embargo, después de haber sido citado en par de ocasiones al casting, decido finalmente ir. Desde el comienzo Rigoberto me dejó saber que estaba incluido en la película, pero que aún no sabía cuál sería mi personaje.
Ante esta inseguridad me sentía un poco desmotivado, pero aun así continué haciendo pruebas hasta que un día me regalan el personaje de Zambrana. Lo acepté gustosamente, pero un tanto desilusionado por no haber obtenido a Ignacio.
Por ese tiempo me había dejado crecer el vello facial y mostraba un aspecto distinto al que tenía cuando hice el casting. Para mi sorpresa, me citaron nuevamente, pues el director había reconsiderado darme el protagónico, hice otra prueba y finalmente obtuve el papel.
―¿Cómo se preparó para poder asumir con coherencia el personaje, tanto desde lo histórico hasta lo físico?
La preparación fue muy dura y agotadora, pues tuve que esforzarme muchísimo en ambos aspectos, ya que es Ignacio quien lleva la historia desde el principio hasta el fin. Puedo decirte que hasta el momento nunca había participado en un proyecto tan difícil, lo que supuso un reto y un crecimiento profesional.
Entre las tantas cosas que hice estuvo asumir una dieta para ganar más peso y los entrenamientos diarios en el Centro Ecuestre de Equitación bajo las clases del “Taita”, quien me enseñó todo lo relacionado con el mundo de la equitación, desde entender el alma de los caballos, hasta pensar por ellos y así poder mantener la armonía en momentos de tensión.
Dicha preparación era decisiva, pues se filmarían escenas difíciles, con maniobras muy complicadas y el caballo siempre siente lo que tiene el jinete. Entonces hay que darle seguridad al corcel para que la química aflore, él te proteja y trabajar juntos sin tener accidentes.
Este riguroso entrenamiento duró cuatro meses, en los que iba diariamente desde las 9:00 a.m. hasta el mediodía. Luego de almuerzo continuaba con mi preparación de esgrima y técnica del machete desde las 2:00 p.m. hasta las 5:00 p.m. Las lecciones me fueron impartidas por maestros que conocían el arte del machete de los mambises a partir de sus investigaciones.
Fueron clases muy agotadoras que requirieron de mi parte un alto rendimiento físico, pues debía dominarlo todo para poder combinar las peleas encima del caballo y tener libertad de improvisar en el rodaje. Luego de esta práctica durante el día, aunque terminaba exhausto, en las noches trabajaba con el guion. Esa fue mi rutina en la etapa previa al rodaje del filme.
―Su interpretación, desde mi opinión, es uno de los elementos que sostiene de manera contundente la historia que se llevó a la gran pantalla. ¿Cómo valora su desempeño?, ¿haría algo diferente?
Creo que esa pregunta te la respondería mejor si tuviera la posibilidad de ver El Mayor, pero para mi desgracia eso aún no ha sido posible. Sin embargo, puedo responder desde mi apreciación durante el periodo de filmación.
Me sentí feliz de realizar un trabajo de este tipo, de trabajar con actores y amigos que aprecio mucho, de intercambiar en la escena con Rafael Lahera, actor a quien admiro desde niño y quien ha sido y es fundamental en mi carrera actoral.
Igual me alegra haber conocido a la actriz Claudia Tomás, con quien tuve una mágica química y en la actualidad me regala la posibilidad de ser mi esposa.
Nunca olvidaré la oportunidad que tuve de conocer a Ignacio de una forma única y personal, de estar bajo la dirección de Rigoberto y compartir con todo el equipo de trabajo.
El apoyo de todas esas personas fue fundamental, por eso es que bajo sus guías puedo sostener que estoy seguro de que no haría nada diferente, todo lo que hice es lo que es.
―¿Qué implica este nuevo papel protagónico en su carrera artística?
Creo que conocer a Ignacio Agramonte aporta tanto a mi carrera como a mi vida personal. Y algo muy emotivo que tiene este filme es que muestra la historia de muchas personas, no solo la de El Mayor. Está llena de anécdotas, de momentos felices y tristes; de impotencias, incomprensión y crecimientos.
Ha sido un lujo haber compartido con muchas personas tantos sentimientos, y que mi nombre quede vinculado a esta película es también para mí un gran logro profesional.
―Reaparece de nuevo en un filme histórico. ¿Coincidencia o gusta de este tipo de largometrajes?
Aunque pudiera aprobar ambos criterios, como te comenté desde el comienzo de la entrevista, ha sido más que nada coincidencia. Pero a pesar de todo, confieso que disfruto de los filmes históricos porque enseñan y advierten de situaciones pasadas que se repiten en el presente. Y eso me gusta mucho.
―La muerte del director, Rigoberto López, supuso un reto para finalizar la producción. ¿Me daría su opinión al respecto?
Esa película fue el sueño de Rigoberto y él fue consecuente consigo mismo. Creo y afirmo que fue mi amigo, y esa persona que conocí siempre me hablaba claro y respetaba la creación individual y personal.
Confió en mí para concretar su proyecto y eso fue muy generoso de su parte. Tuvo la oportunidad de detener la filmación y así recuperarse físicamente, pero no lo hizo. Su película fue mucho más importante y eso es digno de admirar.
A pesar de no encontrarse con nosotros en la actualidad, lo recordaremos siempre con el respeto que merece, y de esa manera es que todos pretendemos apoyar esta producción que fue terminada gracias al apoyo de muchas personas.
―Planes futuros…
No me gusta planear, así que aunque los hay, me propongo continuar aprendiendo cada día más y hacer lo mejor posible cada trabajo que llegue a mí. Por el momento mi verdadero deseo es habitar en el presente, nada más.