Enrique Colina. Foto: Tomada de Internet

El espejo de impaciencia: Noticiero ICAIC Latinoamericano

Mar, 06/04/2019

Después de los saltos y las interminables caminatas, vencido por el cansancio y la sed, el individuo se inclinó sobre la superficie limpia del agua: una cabezota greñuda se asomó por un instante, con su boca abierta lo miró fijamente, y el individuo salió huyendo. En su cueva pasó las noches mientras pudo resistir, pero el hambre y la sed lo empujaron afuera y regresó al lago armado de un tronco y de una piedra. Se acercó al agua, vio asomarse al melenudo, lanzó la piedra y la cara se rompió en pedazos, pero cesó el temblor y el melenudo reapareció sonriente. Furioso, lo acometió entonces con el tronco, dio golpes que levantaron espuma y esperó para mirar, con espanto, que allí seguía impertérrito, con su boca abierta. El individuo quiso huir y no pudo, se echó en la orilla resignado, no pasó nada. Tomó el agua con sus manos, y tampoco pasó nada. Lleno de curiosidad, el individuo buscó al espíritu, le hizo muecas, vio repetir sus gestos y una interroganteiluminó de pronto su mente primitiva: “¿Seré yo ése?”

Como aquel individuo, nosotros los cubanos permanecimos largo tiempo sin mirarnos, por eso fue tanta la sorpresa cuando un día al asomarnos a la pantalla nos vimos sumidos en el alboroto de los primeros años, revueltos en ese mar de fondo que hizo nacer la Revolución.

Enfrentados a nosotros mismos, puestos en el conocimiento de nuestro diario discurris, de nuestra acción cotidiana, el Noticiero ICAIC ha sabido conjugar magistralmente la anotación sintética de los principales acontecimientos que han marcado nuestra vida después del triunfo revolucionario, con el proceso de incitación perceptiva que en todos los órdenes de nuestra realidad desencadenó el cambio estructural. De este modo, la realidad llevada al cine, impuesta a los ojos de sus actores, cobra una significación peculiar que despierta el interés de los mismos. Pero ella, trasladada por sí a la pantalla, resultaría insuficiente y perdería su alcance cinematográfico primordial, si no estuviera expresada en términos genuinamente artísticos que en primer lugar la distinguieran por su originalidad y supieran traducirla al mismo tiempo en un forma amena y de fácil captación. Es ésta, a mi juicio, la cualidad esencial del Noticiero ICAIC: devolver al espectador el entorno en toda su intensidad pujante, acometedora, con una fuerza sugestiva técnica y artísticamente preparada, cuya función no sólo es la de informar sino la de condicionar ideológicamente y concentrar la opinión pública en lo fundamental. Así concebido, el Noticiero se convierte en un arma estratégica que sirve para recuperar las experiencias más significativas de su medio social, un sexto sentido de alerta y pone al descubierto lo quea lo mejor vemos diariamente con ojos de ciego.

Cuando en 1960 apareció por primera vez el Noticiero, su lenguaje incipiente parecía continuar la trayectoria estilística peculiar del género, sólo que la crónica social y el mundillo corrompido habían desaparecido y en su lugar quedaba un hervidero de saneamiento. No pasó sin embargo mucho tiempo para que este lenguaje iniciara su asunción con los vapores y el Noticiero se diera a una búsqueda formal necesaria que se acoplara a los nuevos contenidos que constituían el objeto de su práctica. Poco a poco, con reiterada osbtinación, una sensibilidad aguzada y los recursos técnicos imprescindibles, Santiago Álvarez y sus colaboradores han hecho cierta su intención:

“(…) un noticiero de cine en una Revolución debe ser no sólo un eficaz aliado de la mejor información, sino al propio tiempo un producto elaborado, técnica y artísticamente inobjetable”.

Fotografía, sonido y edición constituyen el instrumental con el que se crea ese producto de la materia en bruto que es la realidad, y es menester tomar en cuenta para su elaboración “la sensibilidad, el gusto y los límites perceptivos de su destinatario”. La óptica cinematográfica del espectadore cubano ha sido formada y deformada por una tradición impuesta por la exhibición de películas norteamericanas, sin descontar la influencia de las “charradas” y el “ukelele” tragicómico de muchas películas argentinas. Esta influencia la ha afectado esencialmente en dos aspectos que determinan su predilección por su cierto tipo de cine dinámico y afectivo. La acción y la emoción como exigencias plantean requisitos formales en la elaboración del producto cinematográfico que, en Cuba, coinciden felizmente con los contenidos expresivos y dinámicos que la realidad revolucionaria en su actualidad más llana ofrece al creador artístico. El noticiero ha logrado esa comunión, y en efecto, la aprobación ha sido general. Una fotografía de impecable calidad, ajena a los manierismos de luz importada con que muchos documentalistas cubanos han envejecido la luminosidad de nuestra atmósfera; una edición ágil e inquieta, impresa a ritmo de imágenes que se descomponen para dar paso a hábiles trucajes, a montajes paralelos, a dibujos animados; un rejuego musical en estrecha relación con el montaje, música y efectos que pasan del fondo a los primeros planos, que afincan la relación emocional entre el espectador y el espectáculo y que incluso a veces determinan el ordenamiento de los planos; un comentario narrado qe se caracteriza por lo incisivo y lo ocurrente, que puntualiza la síntesis de las imágenes pero que nunca desborda con exceso de palabras. Cuando uno recuerda las astracanadas del Cine-Revista, no puede menos que congratularse de que el humor y la ironía hayan sido asimilados por un noticiero fílmico con tanta elegancia y efectividad. La labor apelativa y didáctica del Noticiero ICAIC tiene en su haber esa gracia de resultar simpática y atractiva: si hay que ir al campo, allá va la musiquita y la gente que suda, pero que ríe; si hay que vacunarse, el caramelo y los niños correteando; si la prueba citológica, las mujeres aconsejando y Bach cerrando monumentalmente el llamado; la caña se corta así y no “asao”; el café no se ordeña; la inseminación esto y no lo otro… En el proceso de concienciación política de las masas, el Noticiero ha desempeñado un papel fundamental. Con el aprovechamiento al máximo de sus recursos expresivos, un discurso de Fidel sobre Viet Nam, por ejemplo, adquiere una dimensión concreta en la pantalla, se actualiza una batalla o un bombardeo, se escuchan las explosiones, se manifiesta el dolor y el odio en el rostro de un hombre –la imagen ilustrativa deja su huella en el espectador, lo conmueve, nitifica y profundiza su ashesión al heroico pueblo.

En el terreno más particular la de la información y de acuerdo a sus requerimientos, el Noticiero aborda la realidad desde muy diversos ángulos aprovechando distintos modos de hacer cine: abundan los ejemplos de “free-cinema” y de cine-encuesta. Hace algunos meses, a raíz de la presentación cubana en la Expo´67 de un desfile de modas, se realizó un número del Noticiero en el que se trajo a colación el discutido “problema” del uso de la minifalda. En una escuela se entrevistó a las muchachas para conocer su opinión sobre la nueva moda: algunas por los tobillos, otras francamente por encima de la rodilla y los varones con el brazo alzado votando su aceptación, el noticiero captaba una vez más con una frescura insuperable el pulsar de los comentarios callejeros, incorporando al mismo tiempo el mejor cine-encuesta para el logro de sus fines. Cualquier cubano atento al momento reía con malicia al ver este número.

Desde arriba y desde abajo, desde cualquier perspectiva revolucionaria, el Noticiero ICAIC Latinoamericano ha desarrollado un excelente trabajo de exploración que sirve y servirá a todos los que deseen conocer la cara de Cuba. Existe, sin embargo, un peligro: ls virtudes formales pueden convertirse en defectos cuando se repiten demasiado, las fórmulas eficaces se agotan pronto en materia artística, pero el prestigio artístico y revolucionario de Santiago Álvarez y la calidad de su equipo avalan nuestra confianza en sus palabras:

“Y como en Cuba nuestra Revolución está y estará presente con una permanente renovación de todo, el Noticiero ICAIC Latinoamericano ni es ni será ajeno a ese constante renovarse”.

(Tomado de revista Cine Cubano, No.47)