Natalia

Daranas, Natalia y el fruto de la amistad

Dom, 12/08/2019

La relación de amistad que mantienen el realizador Ernesto Daranas y la intelectual y etnóloga cubana Natalia Bolívar desde hace más de 30 años fue el motor impulsor principal que permitió que un documental como Natalia viera la luz este año, el cual pudo verse durante este 41 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

El 6 de diciembre tuvo lugar una presentación especial de la más reciente obra de no-ficción del reconocido director (Los dioses rotos, Conducta), en la que Daranas recorre el quehacer diario de la reconocida intelectual y artista cubana, en estos días en los que prepara junto a sus hijas su biografía.

La tarea no es cosa menor. Abarcar la vida de Bolívar Aróstegui resulta una encomienda cuando menos titánica, que resume buena parte de la historia reciente de la nación cubana, desde el ámbito de la cultura, la religión, la literatura e, incluso, la etapa de la lucha del movimiento revolucionario antes de 1959.

"Fue una idea que surgió desde hace muchos años, incluso no por nosotros, sino cineastas y religiosos mayormente, en esas reuniones eclécticas que suceden en diferentes círculos sociales", comentó Daranas a este Diario. 

"Desde que me llegó la propuesta del proyecto lo asumí con mucho entusiasmo, pero cuando comencé a investigar bien su vida cogí un miedo tremendo porque la vida de Natalia tiene una cantidad de facetas increíbles, inabarcable", confiesa.

Por suerte, el director se enteró hace más de un año que Natalia se encontraba enfrascada en su autobiografía, "y en ese momento estaba en una especie de receso, por así decirlo, y le pedí a sus hijas que me dejaran filmar lo que está pasando y eso fue lo que hice". 

"Fui varios días y grabé el trabajo de ellas sobre el libro, otras cosas de apoyo que fuimos filmando y otras que estaban ya filmadas, y de eso se conforma el documental básicamente". 

El director reconoce que este "es un audiovisual muy sencillo. El encanto que pueda tener para la gente y la recepción que tuvo el filme se debió precisamente al carisma de ella, que es lo que define el documental", confiesa Daranas.

Respecto a la experiencia de trabajar con su hija Laura, quien asumió el importante rol de la dirección de arte a partir de su formación (Lic. en Historia de Arte), comenta el director que no era la primera vez que trabajan de conjunto, pues en Los dioses rotos se encargó de la asistencia técnica, mientras que asumió como asistente de arte en Sergio y Serguei.

"Me fue muy útil toda la preparación de ella, no solamente con la base de la investigación, sino además porque en la casa de Natalia corres mucho riesgo de extraviarte; es un lugar repleto de cosas interesantes que en ocasiones distrae la vista del espectador y Laura se encargó de llevar todo eso a una expresión razonable".

"También fue la que llevó toda la línea histórica del personaje principal que es Natalia. Siempre le digo a los estudiantes: "La base de la importancia cultural, más allá de los conocimientos técnicos. Esa información de partida es básica para después complejizar o buscar soluciones más simples", añade Daranas.

Lo cierto es que este regreso de Ernesto Daranas al documental tiene cierto halo de nostalgia y mística, el mismo que acompaña a Natalia durante la cinta de poco más de una hora de duración, donde se muestra su cotidianidad y parte del futuro inmediato de esta mujer, que bien pudiera ser filmada el resto de sus días y aun así, quedaría tanto que contar de Natalia, rebelde y espirituosa como se percibe en el documental que se pudo disfrutar en este 41 Festival. 

Tomado del Diario del Festival. 8 de diciembre de 2019