NOTICIA
Cuentos de Ñañaseré
Animados ICAIC, con seis décadas produciendo para los más pequeños, nos sorprende ahora con una nueva producción que recreará los cuentos tradicionales de nuestras abuelas y otros escritos por el propio director, José Martín Díaz, quien forma parte de estos Estudios desde el 2009.
En entrevista para Cubacine, nos acercamos a este creador y su obra.
¿Cómo y por qué surge la idea de Cuentos de Ñañaseré?
Todo comenzó cuando me creé una página en Facebook con la temática de cuentos infantiles y noté que existe gran avidez por estos. La idea inicial era publicar cuentos míos, pero comencé a incluir otros que me gustan mucho, incluso, me di a la exploración de algunos nuevos. No sabía si iba a interesar, de hecho, dudaba que asífuera, porque no hay tantos niños en las redes.
Sin embargo, al cabo de un mes o dos ya tenía 3000 seguidores que respondían maravillosamente. Era evidente el gran entusiasmo que despertaba en la mayoría de ellos. Había adultos de varios países, padres que les gustaba leer a sus hijos, otros eran narradores profesionales, maestros, bibliotecarios… o, simplemente, personas que gustan de estas historias, como yo. Actualmente la página supera los 15 000 seguidores.
El término “Ñañaseré” lo usamos en Cuba para referirnos a lo muy antiguo.
¿Cuáles serán los cuentos que disfrutarán los niños una vez terminada la serie?
Podrán disfrutar de “Pollito Pito”, “El gallo de bodas”, “Ricitos de Oro”. Otros en planes son “Caperucita Roja”, “Los siete chivitos”, “Garbancito”, “El cochinito descontento” y “Liborio, la jutía y el majá”.
Es un género que creo no tiene un nombre, yo les llamo cuentos lúdicos. Me refiero sobre todo a narraciones tradicionales y generalmente para edades tempranas en las que suele repetirse una misma frase y hay una participación muy activa de quien escucha. Sé que toda narración es lúdica, pero estas ponderan especialmente ese lado del asunto y los niños suelen fascinarse con ese juego.
Son cuentos moldeados por la tradición y la oralidad que han pasado de generación en generación. Hay algo implícito en ellos que nos ha removido durante siglos. No creo que sea la moraleja, porque cambia según la época, y algunos ni la tienen, o la han perdido. Es algo más profundo y cardinal.
¿Cuántos capítulos tendrá Cuentos de Ñañaseré?
Espero que no menos de 20 o 30, aunque dependerá más del lado productivo que de las potencialidades de la idea.
¿Las voces?
Correrán a cargo de Ana Nora Calaza, Maikel Chávez, Lezvy Samper y Ernesto Tamayo, gente maravillosa y de un talento extraordinario y que, a su vez, están muy entusiasmados con el proyecto, dispuestos a cualquier sacrificio por la serie. Yo me siento bendecido.
¿Eres quien hace toda la animación, diseño, modelado...?
Por el momento hago todo lo referente al diseño, trabajo 3D, animación, iluminación y render.
Cuento, además, en la dirección de producción con Armando Alba, y como productora ejecutiva, Esther Hirzel. Mi asistente de dirección es el doctor en Arte Cinematográfico, Aramís Acosta, en cuyo criterio confío ciegamente. En la música, Eduardo O'Bourke, quien está haciendo un trabajo magnífico. La editora es Liliana Hernández, que ya es parte de mi familia creativa. La productora es Lídice Marrero, a quien admiro de siempre. El sonido está a cargo de Jorge Guevara, con quien me encanta trabajar.
¿Qué tan complejo es escribir y aterrizar los guiones en la animación, por ejemplo, para Cuentos de Ñañaseré u otras obras?
Un buen tema este. Esa fue una de mis primeras preguntas cuando empecé a escribir para este género y todos decían: “Es lo mismo, no hay diferencias”. No creo que sea lo mismo. Tienen el mismo valor, pero no son iguales. Considero que el guion de animados presenta peculiaridades que deben ser tenidas en cuenta y sobre las que, apenas, hay bibliografía.
Trato de identificar esos recursos propios del animado, viendo sobre todo las obras de nuestros clásicos, especialmente a Juan Padrón. Yo hasta había fantaseado sobre un libro en el que Juan respondiera preguntas sobre este tema. Ahora me percato de muchas cosas más que cuando comencé en el género.
Actualmente casi no tenemos guionistas de animados. Pienso que la crisis de guionistas es general, pero en animados es mayor. Hay que ir haciéndose camino al andar.
¿Qué tan diferente es hacer producciones para niños?
Cuando escribo para niños me siento mucho más exigido que cuando lo hago para adultos. El adulto admite hojarascas, el niño, no. Es como entrar en otra dimensión, hay que ir a lo básico, a lo cardinal y más profundo. Un ejemplo de lo que digo serían estos cuentos tradicionales que usaré en la serie Ñañaseré.
Creo que no se debe traicionar este principio. La narración infantil debe ser tan básica que hasta puede parecer una tontería, pero a su vez, albergar alguna verdad profunda. Me parece que así lo ven también todos los autores de obras infantiles, que admiro.
¿Cuánto hay de José Martín en esta obra y otras como Cuentos para una abuela? ¿De qué manera te ves identificado con ellas? ¿Quizás nostalgias de la infancia?
La protagonista de Cuentos para una abuela se llama Regina en honor a mi abuela que llevaba ese nombre. Ella sufrió de demencia senil y era como un personaje de cuentos. Era adorable, siempre cantaba y estaba de buen humor. Hablaba con la gente que veía en el televisor y si oía música, bailaba. Solía usar la chaqueta al revés porque le gustaban los botones y se los arrancaba. También le atraían los caracoles que recogía en la arena de la construcción… En fin, provocaba escenas medio surrealistas o mágicas a cada momento. Siempre pienso que ni mi más fantasioso cuento la alcanzaría. Creo que su locura me influyó positivamente.
Me identifico y emociono mucho con casi todo lo que narro. Asumo que mi emoción siempre será mayor que la que sentiría el espectador, porque estoy directamente conectado con mi subconsciente. Si no me emociono o me divierto, entonces, qué esperar de lo que puedan sentir los demás.
¿Qué es lo primero que te viene a la mente, antes de empezar a escribir?
Hay cosas que escribo porque me gustó una idea, otras pueden salir de la nada. “Había una vez un chivo, que tenía unos cuernos tan largos que no podía dormir bajo techo…” Esto lo acabo de inventar sin razonarlo, y no creo que sea una cualidad excepcional. Por el camino va tomando forma el asunto.
Hubo una época en la que tuve que hacer guiones diarios para la radio. Pensaba que no iba a poder, pero pude. Creo que le debo a la radio ese entrenamiento de no tener que esperar por la inspiración. Hay que hacerlo y punto.
Por supuesto, sobre todo si se trata de una ficción, no se debe pretender teclear sin haber pensado, debemos ir de lo general a lo particular, primero el argumento, luego los diálogos, digamos, pero sin susto ni tormento. Es como hacerle caso al corazón, sentir que alguien te está dictando, sin autoevaluarte demasiado. Para evaluar hay tiempo.
¿Pensaste alguna vez que serías animador?
Francamente, nunca imaginé hacer animados. Siempre hice televisión con personas reales y soy narrador, no dibujante. El animado está muy asociado a la plástica, es poco común mi caso.
Mi primera inclinación fue cuando conocí los programas 3D y me fascinó esa posibilidad de hacer una obra audiovisual terminada sin demasiado presupuesto, ni grandes recursos. Fue así como entré en este mundo que ahora adoro.
¿Qué significa para ti formar parte de Animados ICAIC?
Hoy por hoy Animados ICAIC es la institución cubana más importante en materia de animados. Los Estudios han aportado grandes obras a nuestra cinematografía con figuras prominentes del cine de animación como Juan Padrón, Tulio Raggi… y otros que permanecen actualmente como Mario Rivas, Jorge Oliver… Poder dirigir en el mismo lugar que nuestros clásicos es un gran honor.
¿Algún augurio para los Estudios en estos 60 años?
Que logremos hacer series nacionales, de 50 capítulos o más, y que a su vez sean las predilectas de los niños cubanos. Que nuestras producciones, ya sea en animados o videojuegos, alcancen la excelencia, y cuando alguien vea un producto con el logo de los Estudios, lo elija como suyo.
Nuestra directora, Esther Hirzel, sueña en grande y es hábil para encausar propósitos, así que podemos ser optimistas. Siento mucho orgullo de pertenecer a esta institución.