NOTICIA
Criterios cruzados sobre Estética, Vecinos y Chapucerías
En los años ochenta hice un documental, Estética, que reivindicaba la necesidad de belleza para la gente, de acuerdo con sus niveles culturales. Lo que para unos resulta ridículo puede satisfacer a otros. A mí lo que me importaba era la atención que se le dirigiera a un fenómeno preterido durante años, cuyo punto más bajo está en el presente cuando estamos siendo vulnerables a una especie de deshumanización. Estos documentales de los años ochenta conservan cierta vigencia. El humor es un elemento consustancial a la personalidad de uno, a la manera en que veo la vida y en que considero que se puede establecer una comunicación efectiva con los demás, sobre la base de compartir una idiosincrasia.
En la cultura cubana existen aspectos como el choteo —incluso dirigido contra nosotros mismos— que en su faceta negativa puede significar falta de compromiso social para asumir como serias las cosas que son serias, y no tirarlas a relajo. A veces, la representación de la realidad entre nosotros ha adquirido un sentido demasiado solemne, y casi no se le da cabida a ese no tomarnos demasiado en serio ciertas cosas que merecen más burla que respeto. El humor en mí obedece a razones de idiosincrasia, personalidad y convicción. Más que de un sentido crítico en mi obra hablaría de una vocación reformista, animada por la necesidad de que las cosas mal hechas se rectifiquen y cambien. Por eso es que mis documentales tienen un sentido de crítica social si tú quieres, pero muy suave. Realmente ninguno de ellos era nada osado, y pienso que formaron parte de una corriente que predominaba en la segunda mitad de los años ochenta, y no solo en el cine, sino también en otras expresiones culturales.
(Enrique Colina en la entrevista con Magda Resik y Joel del Río titulada Contar el cine, aparecida en Juventud Rebelde, el 25 de octubre de 1998)
En español, chapucería es el nombre que se da a cualquier trabajo hecho con imperfección, pero también sirve para designar el embuste y la estafa. Con el pretexto de denunciar al chapucero como el incompetente que lo convierte todo en destrozos y chatarra, Chapucerías (1987, de Enrique Colina, autor también de las complementarias Estética y Vecinos) acaba por operar como una metáfora de un país que fracasó. Comedia inclemente, disfrazada de documental, en la que el chapucero aparece como un monstruo de las películas estadounidenses de terror de los años 30 y 40. Contaminada por el mismo mal que denuncia, incluso la película resulta destruida por la mala calidad del trabajo de sus realizadores.
(Arlindo Machado en el programa de exhibición del ciclo Paradigmas de lo experimental, publicado en http://arteenlared.com/latinoamerica/argentina)
Colina se hizo cineasta con una serie de cortos cuyo humor lo convirtió en uno de los principales creadores experimentales de la década. Como lo dice Paranagua, en la entrevista con Melchor Casals citada en A Decade of Cuban Documentary Film, de Susan Fanshel, “(Colina) tuvo notable éxito en la realización de la clase más convencional de documental, la didáctica, subvirtiéndola con grandes dosis de corrosivo humor”. Los blancos satíricos de Colina van desde las desventuras de los consumidores en una sociedad anticonsumista, hasta la productividad hipertrofiada y la despreocupación generalizada, pasando por los irritantes hábitos antisociales de mucha gente. Estética satiriza los excesos del gusto popular, Vecinos expone a los ruidosos y despreocupados. Su estilo se deriva de asociar libremente fragmentos breves de escenas observadas, entrevistas, segmentos de filmes famosos, y canciones populares añadidas en la banda sonora. Chapucerías es una crítica de la negligencia en la consecución de las metas laborales, que se presenta cual documental autorreflexivo en tanto pide disculpas al espectador por cualquier problema que pueda presentar la obra, pues representa el sobrecumplimiento del plan productivo. Este es un tipo de documental que sobrepasa toda etiqueta, pues aunque se construya totalmente mediante la puesta en escena, sus personajes son gente real, con nombre y apellido.
(Michael Chanan, en el capítulo Return of the Popular, en Cuban Cinema, 2004)
Tomado de: Díaz, M. y Del Río, J. (2010): Los cien caminos del cine cubano. La Habana: Ediciones ICAIC.
Aunque tal vez la personalidad más singular del género (documental) en esos años (los ochenta) sea la de Enrique Colina, que con sus cortometrajes del período (Estética, 1984; Vecinos, 1985; Más vale tarde que nunca, 1986; Chapucerías, 1987) supo captar con auténtico espíritu criollo la forma de ser del cubano actual.
(Mario Naito en El documental cubano desde sus orígenes hasta nuestros días, publicado en http://www.tvcubana.icrt.cu/noticias/el-documental-cubano-desde-sus-origenes-hasta-nuestros-dias/)