NOTICIA
Cinerama Infantil
—Oye, el de la cornetica, ¿tú no trabajas por la mañana, mi’jito?
—Ay, Paco, deja eso, chico…
—No, chica, que to’ los días con la puñetera cornetica. ¡Son las cinco y mediaaaaa!
¡Vampiros en La Habana! es una de mis películas favoritas y si enciendo el televisor y por alguna casualidad están transmitiendo algún animado de Elpidio Valdés, ahí mismo detengo mi rutina de persona adulta y me siento a disfrutar las peripecias del “pillo manigüero” y los “panchos”. Es así, funciona como un imán.
Hace poco perdimos al padre del mambí, Juan Padrón, caricaturista, historietista, ilustrador, realizador de dibujos animados… Vaya, lo que se dice un tremendo creador. Nacido en Matanzas en 1947, Padrón se licenció en Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Dio sus primeros pasos como dibujante de historietas humorísticas en el suplemento estudiantil Mella, y más adelante trabajaría en la sección fílmica de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
En 1974 se unió al ICAIC. Allí daría movimiento a su Elpidio (quien había nacido como historieta unos años antes, en 1970, en la revista Pionero) con la realización de los primeros cortos animados del mambí, al tiempo que creaba otras historias tan entrañables como La silla, Velocipedia, El machete, El enanito sucio, Aerodinámica y Los valientes. Casi al finalizar la década del 70, Padrón dirigió el primer largometraje animado del ICAIC, Elpidio Valdés, y así el público disfrutaba por primera vez de 70 minutos ininterrumpidos del valiente coronel, María Silvia, Resóplez y el tan querido Palmiche.
En el siguiente decenio este director comenzó a realizar esos cortos hilarantes de tan solo sesenta segundos, los Filminutos; llegaron, entre otros, los cortos La pregunta y ¡Viva papi!, y la serie Quinoscopios, en colaboración con el historietista argentino Quino, padre de la irreverente Mafalda; y dirigió la que algunos consideran su obra maestra: el largometraje ¡Vampiros en La Habana!, cuyo guion, según mi criterio, es una joya de la cinematografía cubana y latinoamericana.
En los años siguientes concebiría más cortos de Elpidio, la serie para Televisión Española Más se perdió en Cuba (también conocida como Elpidio Valdés contra el águila y el león) y más vampiros llegaron a La Habana en 2003, esta vez para apoderarse del Vampiyaba en medio de la Segunda Guerra Mundial.
Toda esta realización animada, apretujada en estas pocas líneas, estuvo acompañada por labores de maestro, jurado en festivales nacionales e internacionales y el oficio de humorista gráfico que nunca abandonó. Todo ello le valió en 2004 el Premio Nacional del Humor y en 2008 el Premio Nacional de Cine.
Este año Elpidio cumple 50 y Pepe, el vampiro “aplatana’o”, 35. Este año se nos fue Padrón, y aunque su pérdida es irreparable, nos queda el consuelo de “verlo” cada vez que encontremos a Elpidio luchando contra el tren militar, la policía de Nueva York, los rayadillos o en campaña de verano; o bien cuando veamos a los soldaditos valientes pelear contra las “ratas inmundas” o al Negro entusiasmado diciendo con su voz ronca: “Lo maté, Tigre, lo maté”. Brindemos, pues, con copa de Vampisol en mano por el eterno mambí, a ese que no le dijimos adiós, porque con un “hasta la vista, compay” es más que suficiente.
(Tomado de Cartelera Cine y Video, nro. 174)