NOTICIA
Aos teus olhos: una verdad relativa y líquida
Luego de varios trabajos iniciales en el documental (Milton Nascimento, a sede do Peixe, 1997; O mistério do Samba, 2008) y la ficción (Boa sorte, 2014), la brasileña Carolina Jabor asume, con Aos teus olhos (Verdad líquida, 2017), la adaptación de la obra teatral del español José María Miró, El principio de Arquímides, con guion de Lucas Paraizo. El filme valida el interés de la realizadora por los dramas intensos, el abordaje de las problemáticas más preocupantes del hombre moderno en un contexto marcado por las influencias, muchas veces nefastas, de los procesos de interacción en las plataformas mediáticas de las redes sociales.
Rubens (Daniel de Oliveira) es un profesor de natación infantil que se verá cercado por una supuesta acusación de pedofilia por los padres de uno de sus alumnos. Cuando la noticia se torna viral en los grupos de mensajería del club y en la prensa local, no habrá modo de frenar los juicios que de manera precipitada arrojarán al carismático profesor hacia un callejón sin salida. Lo que propone esta película no es precisamente una narrativa sobre sexualidades disidentes, perversiones psicológicas y las consecuencias legales que ello implica, sobre todo tratándose de sus repercusiones en el universo infanto-juvenil, sino el alcance moral, ético y conductual de esos procesos de interacción que forman parte de lo cotidiano, en esta era de profundas transformaciones tecnológicas.
Desde esa perspectiva, el filme de Jabor toma como punto de partida la frustración de un niño que ha perdido una competencia de natación para hacer valer, desde la aparente inocencia de su confesión infantil, la supuesta culpabilidad del profesor como respuesta al desagravio de la pérdida; un gesto pueril al fin, pero que no esconde, a mi juicio, la sutileza de una venganza. En lo adelante, lo más interesante del drama radica en la escalada cada vez mayor de los indicios que apuntan al posible encausamiento de Rubens, aun cuando el punto de vista de la narración no deje sombra de dudas respecto de su inocencia. Asistimos al desmoronamiento de la razón, de una verdad licuefactiva que termina por desvanecerse en las pantallas de móviles y computadoras.
Notable: el guion de Lucas Paraizo, que dosifica los puntos de inflexión del drama donde toda la destreza para marcar el suspenso queda reservada a su final, discreto, pero impecable, pues no hacía falta añadir nada más a lo que, a los ojos de todos, resulta evidente: la destrucción del sujeto, el cerco que termina por dinamitar una vida, en apariencia, ajena a las adversidades. Rubens termina siendo devorado por las circunstancias, más que las evidencias.
Muy buena: la dirección de actores. Daniel de Oliveira, casi siempre reservado para teleseries y telenovelas, debería incursionar más en el cine. Este, y su trabajo más reciente en el filme de Dennison Ramalho (Morto nao fala, 2018), pueden considerarse hasta ahora lo mejor que ha hecho en su corta carrera cinematográfica. Luisa Arraes y Marco Ricca aportan otras notables actuaciones aunque en papeles más discretos.
Te digo mi nota: un 3, para un filme que se deja ver. Carente de innovación dramatúrgica, de giros narrativos que propicien el agarre sin que todo no deje ser más que previsible, Jabor prefiere entregarnos toda su historia en bandeja para no desatender la importancia del acto reflexivo en torno al asunto que aborda. Solo que su comprensión muy lúcida de la sociedad moderna, como una líquida Torre de Babel, al estilo baumanniano, debe tener en cuenta la posibilidad del riesgo discursivo que seduce y sorprende.
De vez en cuando las lecciones de cautela deben permitirse también algunas dosis de herejía.