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Enrique Colina. Foto: Tomada de Internet

24 x segundo

Mar, 06/04/2019

24 x segundo es un programa didáctico que tiene por objeto desarrollar la capacidad de apreciación cinematográfica de público, adecuando a una revelación de los mecanismos expresivos del lenguaje fílmico, una revelación ideológica. Este  propósito de revelar las relaciones entre lenguaje e ideología contribuye a desmitificar el cine, liberando al espectador de la fascinación a que lo somete, ya sea un desconocimiento del medio expresivo o la propensión a adquirir una “cultura cinematográfica” epidémica, inclinada al culto desmedido del cine como mito.

Por una parte, intentamos pertrechar al espectador contra una seducción que bloquea su participación intelectual en el goce estético y que lo abandona por deficiencia a la digestión de las ideas que comunican —y que en ciertos filmes destilan— las formas del decir cinematográfico. Por otra, prevenirlo contra el diletantismo de una cultura fílmica desprovista de una cohesión ideológica que impida la asimilación indiscriminada de ciertos valores, cuya relatividad universalizada enajena una valoración justa de la obra cinematográfica. En otras palabras, alertarlo contra el proceso de colonización cultural, asumiendo la lucha ideológica y la confrontación desde perspectivas revolucionarias, sustentadas por la amplitud y la profundidad de nuestros conocimientos. Partimos del principio de que la información que transmitimos no debe convertirse en un fin sino en un medio para desarrollar un espectador con un buen entrenamiento perceptivo, que le permita realizar una lectura cuidadosa de la obra cinematográfica para trascenderla.

El contenido didáctico del programa está condicionado entre otras razones por una necesidad cultural, pues la enseñanza del cine todavía no ha podido ser integrada al sistema educacional. La satisfacción de esta necesidad, creada conscientemente por el proceso revolucionario en el desarrollo de nuestra cultura, esta sujeta a las limitaciones  que impone su progresión. Se trata, pues, de contribuir a acelerarla, acumulando una experiencia didáctica que sirva de antecedente a esa futura integración, a través de una divulgación cinematográfica que evidencie los mecanismos de comunicación entre público y cine, para establecer entre ambos una relación cualitativamente distinta. Por eso, consideramos que el ejercicio de la mediación crítica en nuestro país debe establecerse procurando una superación constante del público, sin paternalismos que menoscaben el reconocimiento de sus aptitudes, pero tampoco presuponiendo una comunidad de conocimientos. Ya que, de una u otra forma, estas actitudes generan un estilo de crítica que anula por incomunicación la posibilidad de una promoción cultural cinematográfica.

En la práctica, nuestras intenciones confrontan la dificultad principal en la comunicación. Obstáculo que presupone como condición previa para su vencimiento la definición de un interlocutor preciso al cual dirigir el programa, y a cuya medida hipotética debe acomodarse la elaboración y la estructura que se de a la información. El empleo educacional de un medio masivo de comunicación como la televisión, debe seleccionar dentro de la heterogeneidad de su público, a aquel sector cualitativamente apto para desarrollarse y que, por esta disposición dentro de nuestra sociedad, constituye un núcleo de opinión que puede influir culturalmente al resto de la masa menos informada por los condicionamientos históricos que todos conocemos. A falta de estudios sociológicos y de una exploración de nuestro público por la carencia de especialistas en este tipo de investigaciones, hemos ido conformando empíricamente el programa de acuerdo a un sector del mismo, al que concebimos potencialmente activado por una inquietud intelectual, localizable a un nivel medio de escolaridad. Más del ochenta por ciento de las cartas recibidas en 24 x segundo pregunta —sección dedicada a la participación crítica del público sobre secuencias fílmicas que sometemos a su análisis—, provienen de estudiantes de Secundaria, Pre-Universitario y técnicos de nivel medio.

La experiencia acumulada en cine-debates, las encuestas realizadas a la salida de las salas de proyección, la observación del comportamiento y las reacciones del espectador durante las funciones, las cartas y opiniones que recibimos de los televidentes, constituyen un barómetro que mide la intensidad de nuestros aciertos y errores, en la apreciación de un fenómeno tan complejo como el de la utilización de la comunicación masiva con un fin educacional.

Atenta, pero no prisionera de ese barómetro, la temática de nuestra programación es muy variada dentro del marco global de la política cultural en que se inserta. Ciclos como El cine en la batalla de ideas, El ABC del cine, Cine y colonialismo, Lenguaje cinematográfico e ideología, Latinoamérica: cine, un arma de combate, 24 x segundo pregunta, etc., incluyen infinidad de programas cuya particularidad específica responde a una idéntica unidad de propósito: el reconocimiento del cine como instrumento de cultura y vehículo ideológico, y la responsabilidad de realizar una divulgación cinematográfica que contribuya a la superación cultural de nuestro pueblo.

(Tomado de revista Cine Cubano número 73/74/75)