Ramón Peón
Desde temprana edad sintió interés por la industria cinematográfica. En 1916 viajó a los Estados Unidos, donde trabajó como camarógrafo y asistente de revelado, actividades que le permitieron conocer y desarrollar el oficio que más adelante perfeccionaría durante su estancia en Hollywood. Se movió entre las cinematografías de Cuba y México, por lo que se suele dividir su producción en etapas cubanas y etapas mexicanas. La primera etapa en Cuba (1920-1930) culminó con la realización en 1930 de la significativa cinta La Virgen de la Caridad, calificada tres décadas después, por el importante crítico de cine Georges Sadoul, como "una película silente de mucha calidad que puede calificarse de neorrealista. (...) Excelente por la actuación de los artistas, la dirección, el montaje y el decorado natural". En su primera estancia en México (1931-1937) realizó más de una decena de filmes, y se caracterizó por un febril ritmo de trabajo y su compulsivo deseo de filmar las 24 horas del día. Hacer cine en Cuba fue siempre una constante en su vida, interrumpió tres veces su quehacer en los estudios mexicanos, donde llegó a ser un creador muy reconocido, para volver a la patria a cumplir sus románticos sueños. De la etapa más fecunda de aquellos empeños en su tierra natal quedan muestras de su abundante filmografía, en la que se destaca El romance del palmar, película en la que Rita Montaner, en una memorable conjunción de imagen y melodía, interpreta El manisero, de Moisés Simons. Fue un enamorado del séptimo arte. Cierto que su copiosa obra no resiste un riguroso análisis crítico de orden estético, pero tiene el singular mérito de ser uno de los primeros cubanos que soñó con hacer cine, una y otra vez.