NOTICIA
Una gran pecadora en Madrid
No he podido leer Beberse la vida: Ava Gardner en España, el libro del casi siempre atendible Marcos Ordóñez. Las ganas pierden frente a la inaccesibilidad por distancia, un obstáculo en apariencia menor porque, como tal, sigue siendo la mayor de las trabas para tener en las manos el físico o, al menos, un sustituto digital de cuanto se publica en otras regiones del orbe. Quedaría pedirle a un amigo me lo busque en una librería española y luego nos arreglaríamos aquí en Cuba, en una especie de cambalache.
En fin, tampoco es lo único que se ha escrito sobre “El animal más bello del mundo” o "La pantera de Hollywood”. Pero uno quiere saber, además, por qué ese libro es tan citado. Por lo pronto, tengo que conformarme con Ava Gardner: Pandora descalza, de Nuria Vidal: un resumen escritural sobre lo más importante de este icono cinematográfico, en el cual sobresalen las muchas imágenes de una recurrencia en la pantalla grande durante 44 años en la que Gardner intervino en más de 50 largometrajes.
En una ocasión, antes de que decidiera tomarse un descanso declarado de los estudios hollywoodenses, la Gardner llegó a España en 1950, específicamente a Tossa de Mar, para rodar la película Pandora y el holandés errante (Albert Lewin, 1951). Se iría pronto para entrar de nuevo en 1953 hasta quedarse una temporada extensa (casi 10 años) en la península ibérica: “En el preciso instante en que puse un pie en España me di cuenta de que me encantaría. No me pregunten el porqué, no puedo explicarlo. Me encontré como en casa, eso es todo. Ha sido una cosa rara, porque Madrid y Barcelona, y la original y pequeña Tossa de Mar, son sin duda muy distintas de Smithfield, Carolina». Gustó del flamenco y fiestas populares, si bien le encantaba hacer parrandas en su propia residencia.
Se lió con toreros para más tarde reconsiderar su matrimonio con Frank Sinatra, si bien su última relación tormentosa sería la que mantuvo con George C. Scott. El cineasta Isaki Lacuesta, inspirándose en Beberse la vida…, es el autor de La noche que no acaba (2010), un documental muy personal pero harto ilustrativo acerca de la acogida de Ava Gardner en Tossa de Mar y la visión de la actriz que volvería a ser filmada en suelo español cuando su belleza era ya crepuscular, violentada acaso por los goces excesivos de sus años de esplendor. Aquí, quienes la sobrevivieron (habitantes de la región mediterránea, figurantes, intérpretes…) la evocan ―como las cámaras que la filmaron― desde numerosos ángulos.
Por si la bibliografía y el documental de Lacuesta no bastaran, el actor, productor y director Paco León y su esposa Anna R. Costa estrenaron el 8 de noviembre de 2018 Arde Madrid, una serie rodada en blanco y negro que tiene a Ava Gardner como el centro de atención en los años sesenta franquistas. Pero aquí los verdaderos protagonistas son los criados Ana Mari (Inma Cuesta), Manolo (Paco León) y Pilar (Anna Castillo), los dos primeros muy contrapuestos en lo político y cultural. Ellos, como la Gardner (Debi Mazar), tendrán que enfrentarse además a un matrimonio colindante de prestigio: el General Perón (Osmar Núñez) e Isabelita Perón (Fabiana García Lago).
Los ocho capítulos de Arde Madrid están titulados según se privilegia una peripecia que abarca los conflictos de los personajes principales (“Poco católica”, “I love mojama”, “Puta paya”, “Directo fiesta”, “Muy americana”, “Más flores que a la Virgen”, “Dios es Dios y yo soy yo” y “What's autorización?”).
Desde la educación centralizada y reguladora ―propia del franquismo católico―, el embarazo fuera del matrimonio, los deseos sexuales reprimidos, las taras e inseguridades, el peso de la moral, así como los cuestionamientos éticos ante lo que es el bien y el mal, el papel de la mujer en la cultura de masas, la influencia de los mitos vivientes y la dificultad de mantenerlos…, la trama de aislamientos versus emancipaciones abre sus puertas hacia lo que sucedió en el país, sobrecogiéndonos con las ocurrencias del guion y las actuaciones de los ya señalados sin dejar de mencionar a Carmen Machi como la mandamás Clara Pérez.
Para destacar el título que le viene por la presencia de Ava y lo que ella provoca a quienes tiene cerca, los realizadores han optado por el ritmo vertiginoso de continuas repeticiones en la presentación de cada capítulo, donde se aprecian a los personajes en rutinas personales, mostrándose muy diferentes a como suelen conducirse en la trama. Salvo la Gardner y su chofer Manolo, todos revelan lo que quisieran ser en una época de dudas encubiertas y frustraciones particulares.
Arde Madrid se une a la amplísima lista de materiales sobre la dictadura de Franco y elige el tono humorístico para mofarse de fetiches políticos y culturales aún influyentes en la contemporaneidad. Aun cuando Ava ya habla de salir de Madrid secundada por la joven criada Pilar, la temporada quedó abierta. Justo cuando se había pensado en una continuación, Paco León declaró: “Arde Madrid ha cosechado numerosos premios. Ha sido una de las series más vistas de Movistar+ y sobre todo un orgullo para todos los que hemos trabajado en ella. Arde Madrid terminará siendo lo que se pensó en origen: una miniserie. Una miniserie histórica en varios sentidos”.
Presionada por el abad del Valle de los Caídos y hasta por Perón, Ava Gardner tuvo que despedirse de la tierra que la había acogido. Intentó no regresar jamás. Sin embargo, durante los años sesenta la vieron entrando y saliendo de Mallorca en varios momentos. Mas no sería hasta 1985, en uno de los sets de grabación de Harem (William Hale, 1986), que la cámara la volvería a registrar en la España que tanto disfrutó.