NOTICIA
Una experiencia de trabajo horizontal e interactivo
El cineasta cubano Enrique (Kiki) Álvarez imparte por estos días en la Galería Taller Gorría el taller “Las relaciones y la improvisación emocional en la puesta en escena”. Los integrantes se componen de jóvenes realizadores y actores.
Dicha iniciativa busca que, al concluir febrero, estos creadores interactúen mejor entre sí con vistas a crear juntos propuestas audiovisuales de mayor calidad. Al respecto, el director de películas como Jirafas o Venecia conversó con Cubacine.
¿En qué consiste el taller?
Llevo varios años impartiéndolo fuera de Cuba en países como Colombia y Estados Unidos. También, en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV) lo imparto a alumnos de segundo año de la especialidad de Dirección.
Ahora, en algún momento y a raíz de conversaciones con la dirección de la EICTV y la presidencia del ICAIC, en las cuales se nos pidió a un grupo de cineastas acercarnos a su Muestra Joven, decidimos impartir esta primera edición del taller, el cual intenta contribuir a la formación de 12 jóvenes, seis directores y seis actores.
Les comparto mi experiencia de dirección que no es universal, sino que parte de un método y pretende llegar a seis resultados [cortometrajes]. Dichos audiovisuales serán las conclusiones de la investigación de los directores dentro del taller y se exhibirán como parte de esta experiencia de trabajo creativo horizontal e interactivo.
¿Cuánto dura el mismo?
El taller tiene una duración de tres semanas. En la primera nos centramos en un entrenamiento común entre directores y actores, en el que todos realizan ejercicios dirigidos por mí. Ya en la segunda cada director comienza a trabajar en escenas con una pareja de actores a partir de premisas generales que ayudan a los intérpretes a aclararse en torno a quiénes son, por qué actúan en esa escena y cuáles son sus objetivos dentro de la misma. Finalmente, en la tercera semana se filman y se montan seis cortometrajes, con los recursos mínimos, que comparten una misma situación, pero tienen personajes diferentes.
No obstante, aunque todos trabajan sobre un mismo texto, la manera en que cada quien se enfrenta a esas escenas y cómo improvisa en ellas varía su desenlace, así como las opiniones de los otros.
¿Cómo fue el proceso de selección de los integrantes?
Fueron seleccionados por mí junto al actor César Domínguez, quien ha trabajado conmigo antes y funge como una especie de monitor dentro del taller, ayudándome con ellos.
¿Por qué le interesa este tipo de laboratorio?
En lo personal esta experiencia me interesa mucho porque desde que estoy vinculado a la docencia, hace casi diez años, siempre quise compartir mis experiencias de forma horizontal con los jóvenes realizadores cubanos. Para mí resulta muy importante poder acercarme a sus obras y conocer sus niveles de preparación.
¿Qué opina sobre la dirección de actores en la Cuba actual?
Intento que el director reconozca en el intérprete a un colaborador, a un cocreador. Los actores no son marionetas de los directores, más bien juntos deben construir el personaje que el público verá en pantalla. Para ello, enseño técnicas que permiten potenciar una situación y reflejarla dentro de una escena sin dirigir, paso a paso, la misma.
Los directores deben trabajar con las vivencias de los actores e inducirlos a jugar con ellas en una determinada situación, pero siempre desde ellos mismos.
Y es que los seres humanos no son construcciones mentales, son como son y cada persona, incluido el actor o la actriz, constituye el resultado de sus propias circunstancias, formaciones y maneras de ver y entender el mundo.