Filme Viudas

Steve McQueen y el fin de su ciclo del dolor

Mié, 09/18/2019

Con cuatro películas a cuestas, Steve McQueen sigue evolucionando dentro de un tipo de cine que no acaba de definirse, aunque repita fórmulas, maneras y convicciones. Del intimismo de Shame —profundo estudio del dolor que no ha sido superado por ninguno de sus restantes filmes— al exhibicionismo de 12 años de esclavitud, Steve McQueen ha ido cambiando progresivamente el lenguaje de la sutileza por el de la elocuencia, de orientación social. Lo que antes decía con una mirada silenciosa y reflexiva, lo dice ahora con una disertación. Pero no ha cambiado para mal. Su discurso es más locuaz y complejo, de vocabulario amplio y variedad temática. Hay filmografías que se entienden mirando para atrás, revisando la obra previa de un realizador, pero en casos como este, donde la evolución es constante y la voz variable, hay que apuntar hacia adelante, hacia lo que todavía no se ha hecho, y que arrojará cuando exista significados retrospectivos.

Viudas es una obra de madurez y a la vez un proyecto antiguo que quizás seguiría engavetado si 12 años de esclavitud no hubiera ganado 200 millones de dólares y 150 premios de relieve a nivel mundial. Steve McQueen estuvo rumiando el proyecto desde los 13 años, cuando vio la serie de televisión homónima de los años 80, un policiaco en el que cuatro mujeres realizaban un atraco para pagar las deudas dejadas por sus esposos, recién asesinados por la policía durante un asalto. Debutantes en semejantes menesteres, tres de las viudas se convierten en bandidas por esa única vez. La serie televisiva fue escrita por la guionista Lynda La Plante, autora de varias novelas policíacas con protagonistas femeninas, y el pequeño McQueen se sintió inmediatamente identificado con esas mujeres inexpertas y desamparadas. “Todo el mundo les decía que no eran aptas, y eso era lo que me decían a mí cuando era un crío: que no era apto, que no era competente. Es muy cruel que te juzguen por tu apariencia… pero ellas se salían con la suya, y eso me encantó”, dijo el director, justificándose a sí mismo, en una entrevista promocional.

Más allá de exorcizar fantasmas infantiles y homenajear a las personas que logran sus propósitos sin que los demás les den crédito, Viudas es un pequeño repaso de males sociales, con Chicago de fondo, una reflexión sobre la corrupción política, el racismo y la violencia. A pesar de su estructura de thriller, el filme conserva el modelo estético del artista visual que sigue siendo Steve McQueen.

Hay quienes han visto en Viudas un retroceso en la obra de este realizador británico, solo por tratarse de un thriller, aunque no creo que esa apreciación exprese otra cosa que ojeriza contra los géneros y manía de condena contra todo lo que no sea vanguardismo y gimnasia experimental. Los problemas de Viudas no tienen que ver con que sea un thriller, sino por ser, a pesar de sus coordenadas genéricas, una obra de autor.

Creo que la historia falla por dos motivos principales: no convence el ensayo del dolor que se intenta con las viudas de la película, pues no hay quien se crea el argumento; y que Viola Davis, quien interpreta a la protagonista, no soporta el peso del tormento con el que cargaron Michael Fassbender en Hunger y Shame, y Chiwetel Ejiofor en 12 años de esclavitud. Aunque quizás este segundo motivo sea solo una consecuencia del primero, pues Viola Davis trata de suplir con su actuación, sin que lo logre, las carencias del guion. No es culpa de ella, sino de un relato en el que la reflexión sobre el dolor se siente agotada, pues llega aquí como resaca de los filmes previos, y tiene que compartir espacio con un bombardeo de enunciados de muy diversa índole.

Viudas es una película fronteriza, de cambio de aires, anunciadora de nuevos ensayos cinematográficos, con sustrato, quizás, para un futuro cine político, de reflexión sobre la corrupción y la falsedad de los seres humanos, pero no como individuos aislados y consumidos en su tormento personal, como habían aparecido hasta ahora en el cine de McQueen, sino formando parte de una colectividad atrofiada y disfuncional.

(Tomado del periódico Cartelera Cine y Video, nro. 167)