NOTICIA
Sobrevida de un hombre y su rostro
Acto de gratitud y homenaje, gesto cinematográfico cargado de sentido, el mediometraje documental Maisinicú medio siglo de vida, fue una de las obras importantes estrenadas durante la Fiesta del Cine Cubano, en marzo, pero solo ahora llega a varias salas mediante el estreno programado para junio. La distinción de la obra reside en la facilidad desplegada por el equipo que dirigió Mitchell Lobaina, para volver a relatarnos la historia de cómo se hizo una película memorable, y además, como también se ofrecen valoraciones, remembranzas, sobre la realización de ese clásico del cine cubano
El documental toma forma y adquiere mayor sentido sobre todo cuando lograron la colaboración de Manuel Pérez, quien viajó a Trinidad, para realizar este documental, cincuenta años después de recorrer aquellos parajes en la realización del filme clásico cubano, a principio de los años setenta. Porque la película remarcaba sucesos ocurridos diez años antes, en un momento de extraordinaria importancia en la historia nacional. El paradigma heroico elegido, el hombre sin rostro a quien le canta Silvio Rodríguez en el tema musical del filme, es un personaje real: Alberto Delgado, un agente de la Seguridad del Estado que en 1964 se hizo pasar por administrador de la finca Maisinicú durante 14 meses, para descubrir las actividades terroristas, en el centro del país, de los bandidos patrocinados por la CIA.
“Realizada a partir de un hecho real —enriquecido por una profunda investigación del período histórico en que se desarrolla su acción— no es sólo en ese factor que El hombre de Maisinicú revela su creadora utilización del testimonio y el documental: la estructura, el uso de la narración, la concepción de muchas de sus escenas y la atmósfera general del filme son algunos aspectos de los que muestran, sin dudas, esa fértil conjunción de propósitos y métodos testimoniales (documentales) en una película que, sin embargo, continúa siendo una obra de ficción”, según palabras de Víctor Casaus, coguionista de la película y una de las personalidades que ha insistido, como también lo hace el documental, en la necesidad de redescubrir continuamente el filme de Manuel Pérez.
El documental Maisinicú, medio siglo después no solo rememora la narración original, el argumento del filme que se convirtió en uno de los mayores éxitos de taquilla durante los años 1970 en Cuba, sino que también emprende la recolocación de aquel acontecimiento en términos de historia cultural, y así se aproxima a remembranza del rodaje, cómo se concibió la idea, la manera en que se implicaron algunos de los principales colaboradores de Manuel Pérez en una película que, al decir de la cineasta y crítico Marisol Trujillo “es un filme concebido desde la mesura entre el espectáculo de la violencia y el dramatismo de aquella historia, y ateniéndose a los términos de la ficción, el realizador ha logrado un filme de indiscutible factura artística”.
El hombre de Maisinicú posee un hálito muy contemporáneo y es sin dudas una película vigente para los espectadores cubanos, a pesar de que han transcurrido cincuenta años de su realización y estreno. Maisinicú medio siglo de vida contribuye decididamente a la fijación de la indiscutible sobrevida de una película, e indirectamente dibuja otra vez el perfil trágico de aquel héroe cuya semblanza se construye no solo a través de los actos heroicos, sino también a partir de detalles introspectivos que se anuncian en la letra de la canción de Silvio, aquella canción que nos presenta, entre otras poéticas caracterizaciones, a un hombre “sin rostro al contemplar la muerte”.