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Pasiones color cine

Dom, 02/16/2025

Invicta a pesar de sus más de ochenta años, Casablanca (Michael Curtiz, Estados Unidos, 1942) continúa encabezando casi todas las antologías de cine romántico que en el mundo han sido. Todo en la película, sus mejores escenas, las grandes actuaciones, la música inolvidable de Max Steiner, con el añadido de “As Time Goes By” y un puñado de frases icónicas, le confieren forma cinematográfica al romance infausto de Rick e Ilsa (Humphrey Bogart e Ingrid Bergman): “El mundo se desmorona y nosotros nos enamoramos”, “Tócala otra vez, Sam”, que dice ella en pleno ataque de nostalgia, o “Siempre nos quedará París”, cuando la separación es inevitable.
El cine cubano nunca fue tan romántico como en los años ochenta. En el ciclo que se ha programado para celebrar el Día del Amor se incluyen Los pájaros tirándole a la escopeta (Rolando Díaz, 1985) y Cartas del parque (Tomás Gutiérrez Alea, 1988). Al son de los Van Van, la primera es una comedia de enredos que habla de dos idilios: por un lado, están los jóvenes (Alberto Pujols y Beatriz Valdés), y por el mismo lado, establecen un romance otoñal el padre de ella y la madre de él (Reynaldo Miravalles y Consuelo Vidal).
Gabriel García Márquez relató el difícil idilio de sus padres en su quinta novela, El amor en tiempos del cólera, de la cual se toma un fragmento para estructurar el guion de Cartas del parque, que asimilaba y parodiaba el mundo del folletín, la canción romántica, la radionovela y su heredera, la telenovela. En Matanzas, 1913, un escritor se alquila para escribir cartas de amor, pero termina apasionado por los encantos de la destinataria de las cartas (Ivón López), a pesar del jovencito y apuesto novio (Miguel Paneque) que ella desaira para favorecer al romántico y culto veterano (Víctor Laplace).
Nada menos que la muerte, y los límites casi infranqueables entre el más acá y el más allá, impiden la continuidad del amor entre Sam y Molly (Patrick Swayze y Demi Moore) en Fantasma (Jerry Zucker, 1990), mientras que las incompatibilidades de todo tipo aíslan y separan a la cantante pop y a su tosco protector (Whitney Houston y Kevin Costner) en El guardaespaldas (Mick Jackson, 1992). Los enamoramientos de ambas películas se arraigaron en la memoria emotiva de millones de espectadores gracias al habilidoso empleo de sus respectivos temas musicales: “Unchained Melody” y “I Will Always Love You”.
Otros dos clásicos sobre la inadmisible continuidad de la atracción, la ternura y el deseo fueron Los puentes de Madison (Clint Eastwood, 1995) y Vatel (Roland Joffé, 2000). En la primera está la Francesca de Meryl Streep, torturada por sus deberes familiares y su renuncia a la aventura que le propone el Robert de Clint Eastwood. En Vatel, el intendente fiel y devoto (Gérard Depardieu) de un aristócrata francés organiza una pomposa recepción y un banquete, pero es seducido por Anne de Montausier (Uma Thurman), dama de compañía de la reina. La separación es inminente por los infinitos deberes y la fidelidad al amo que ocupan al intendente, mientras que ella es también objeto del deseo de otros hombres, incluido el mismísimo rey de Francia.
Coproducida por Hong Kong y Francia, In the Mood for Love (2000), escrita, dirigida y producida por Wong Kar-wai, es la más hermosa glorificación del amor imposible y platónico que ha dado el cine. Los protagonistas son un hombre, Chow Mo-wan (Tony Leung), y una mujer, Su Li-zhen (Maggie Cheung), cuyos cónyuges tienen un affaire, mientras ellos simultáneamente van sintiendo una sutil, pero incandescente atracción. En una puesta en escena con una belleza subyugadora se escuchan insistentemente “Quizás, quizás, quizás” o “Aquellos ojos verdes”, dos bolerones cubanos cantados por Nat King Cole.
Entre las elegidas para volver a exhibirse figura Chocolate (Lasse Hallström, 2000), que cuenta una parte de la vida trashumante de una madre soltera (Juliette Binoche) acosada por el conservadurismo de un pueblo moralista y reprimido. Ella vive una breve, pero intensa historia de amor con Roux (Johnny Depp), igualmente rechazado y odiado por la gente del pueblo por su diferente moral y su carácter nómada.
Las dos películas más recientes incluidas en este ciclo dedicado al amor refieren romances gais que ocurren en el pasado: la trama de Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) ocurre en el oeste norteamericano en los años sesenta, mientras que el argumento de La flor congelada (Yoo Ha, 2008) se ambienta en Corea en el siglo XIV.
                                Tomado de Cartelera Cine y Video, no. 231, febrero 2025.