Nara

Nara es mi más reciente grito

Jue, 09/26/2019

Para la realizadora cubana Rosa María Rodríguez (Holguín, 1988) su pasión por el cine radica en poder contar sus obsesiones. Confiesa que ha “descubierto que son las obsesiones de muchas otras”, ese es ya un motivo suficiente para quien se ha perfilado por el cine después de cursar estudios como actriz. Esa formación teatral le ha brindado herramientas para la dirección de actores.

Rosa María también se graduó en la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) en Dirección; y actualmente, además de su quehacer como realizadora, estudia en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV).

El periodista insiste en ver una persistente preocupación en los temas del universo femenino y ella responde “no creo que estoy revelando nada nuevo”. En todo nuestro diálogo se establece un contrapunteo que me invita a hurgar en una próxima ocasión las intenciones creativas de esta realizadora.

¿De dónde nace Nara, una historia que revela incesto, un poco de misterio y se nutre del cine de terror?

Las historias que me obsesionan llegan la mayor parte del tiempo de situaciones muy diferentes, vivencias personales, cosas que me cuentan amigos, familiares, conocidos y hasta de mis sueños que siempre los escribo.

Esta historia en particular es un cúmulo de varias de esas situaciones. Todo comenzó en una trepada cultural en el Oriente de Cuba, conocí a dos hermanos que se habían casado y tenían cinco hijos, dos de sus hijos compartían una enfermedad congénita llamada XP. No podían salir en las horas del día y su cuarto estaba herméticamente cerrado. Salían en las noches y tenían una maestra que venía y nada…, su vida estaba invertida. En el pequeño caserío le decían “los vampiritos”. Han pasado unos diez años y quería contar sobre esa historia en algún momento. Al comenzar a escribir el relato de Nara, me di cuenta que estaba escribiendo sobre mí a través de aquel suceso que había quedado en mi memoria.

Era un poco loco, porque esta historia de una adolecente llamada Nara que vivía en una casa de madera apartada de la ciudad junto a su hermano me estaba llevando a dialogar con momentos de mi vida. Esos momentos son muy particulares para cada cual y van desde el despertar sexual, el deseo, la incomunicación, la maternidad, hasta la soledad. A la verdad creo que todo esto solo podía contarlo yo, en un thriller psicológico.

¿Consideras a Nara como parte de una línea ya iniciada con La Costurera sobre visiones feministas o de género?

Yo soy de las que visita sus propias historias para encontrar respuestas. Puede parecer un poco abstracto esto, pero cada corto es una cara de mí. Y la línea en común o que se está repitiendo en mis historias no son pensadas previamente. Tampoco busco hacer algo enmarcándolo en un género, terror, comedia, psicológico…, ellos se encuentran con la forma en el camino.

La costurera tenía el objetivo de hablar sobre el abuso infantil desde el punto de vista de la niña, sus fantasías, sus miedos. Y yo tenía muy claro que quería que el espectador tuviera conciencia que después de que alguien es abusada, nada será igual.

Y sigo pensando en que es asunto de otros ponerle etiquetas al cine, yo veo La costurera y no veo un género, veo una historia terrible contada a través de un mundo mágico.

Pero mentiría si digo que no busco con frecuencia en el cine de Terror. Es increíble como a través del terror el cine habla de temas muy femeninos. Alien, El Bebe de Rosemary hablan de la maternidad de una forma majestuosa. Carrie, Criaturas Celestiales refieren del paso de la adolescencia, sus miedos, la violencia de esa etapa y así podría citarte unas cuantas que soy fan. Generalmente son hombres directores hablando de nuestros demonios…, y para nadie es un secreto que en nuestro mundo patriarcal se ve mal que nosotras hablemos de nuestras imperfecciones, de nuestros deseos. Si creo que hay muchas barreras aun para que nosotras las mujeres hagamos este tipo de cine. Y bueno si eso es una visión feminista me sirve el traje.

¿Por qué te interesa descubrir o revelar nuevas visiones sobre el universo femenino?

No creo que estoy revelando nada nuevo, pero ya no concibo mi vida sin contar sobre mis obsesiones. Porque he descubierto que son las obsesiones de muchas otras. El regalo más bonito que recibo cada día es cada vez que se me acerca alguien y me dice gracias por… Así que seguiré hablando de lo que no se quiere hablar, o no se quiere que nosotras las mujeres hablemos.

También este proyecto se conecta respecto a sus intenciones creativas con La casa o Las 12 chicas. ¿Quieres trazar una línea sobre la utilización del cine de terror o psicológico en tus obras?

Me encanta lo de intenciones creativas es una buena frase para hablar de mis primeros gritos. La casa me abrió las puertas a la Muestra Joven. Y siempre recuerdo una crítica de alguien que habla de que estaba en presencia de un desastre visual. Años después en el Teque, un espacio de la misma Muestra Joven la volví a ver. Y me encantó recordar lo de desastre audiovisual, mi peli había envejecido bonito (para mí) y veía en ella mi origen, mi primer grito. Las 12 chicas fue un ensayo de una estética para hacer La Costurera. Y bueno…, no sé si después de Nara haré algo similar porque después de La Costurera vino I love Papuchi y ahora han llegado dos cortos de la EICTV que no tienen nada que ver con el terror.  Ya está listo Órgano, un largo documental sobre música. Estoy escribiendo otra ficción, produciendo, estudiando. Veremos qué pasa.

De alguna manera en tus cortometrajes se percibe una necesidad de decir, de exponer, sería como de lograr un grito, como el de Eduard Munch…

Qué curioso que ya estaba hablando de gritos ante de esta pregunta. Nara es mi más reciente grito. Nara grita sobre el empoderamiento femenino, sobre la soledad, sobre la sexualidad, el deseo. Y advierto que al estudiar arte dramático me enseñaron a gritar de manera tal que, aunque grite todo el tiempo, si tu grito está bien colocado logras no quedarte sin voz y puedes llegar a molestar bastante.