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Mujeres sin fronteras
El Cine Club Sin Fronteras ofrece en marzo una variopinta programación en la que sobresalen como mujeres de armas tomar desde tratamientos muy singulares.
Molly Bloom maneja un negocio de partidas de póquer al que solo tiene acceso la élite de Hollywood. Es joven, atractiva y todo parece marcharle bien, pero el FBI la arresta. A partir de entonces, su única esperanza es su abogado defensor, Charlie Jaffey. De ello va la cinta norteamericana de 2017 Los juegos de Molly (Molly’s Game), ópera prima de Aarom Sorkin (El juicio de los siete de Chicago). “Un vibrante perfil en forma de thriller que atrapa al espectador desde el brillante y adrenalínico prólogo (...), drama adulto, inteligente y a la vez comercial (...). Es una de esas películas «que ya no se hacen»”, si creemos lo que escribe Daniel Mantilla en Fotogramas.
Otros, sin embargo, han manifestado ciertas reservas, como Jordi Costa en El País, quien opina que “el lenguaje es el motor del excepcional debut de Aaron Sorkin en la dirección (...), debut de brillantez tan avasalladora como previsible”. De cualquier manera, se trata de un suspense muy bien escrito (casi todas las nominaciones en festivales importantes fueron por el guion del propio director sobre las memorias de la protagonista), con toda la adrenalina y la intriga del género, fluidez narrativa y brillantes actuaciones de Jessica Chastain, Idris Elba y Kevin Costner, entre otros.
Seguimos con un musical coproducido entre España y México: El rey de todo el mundo (2021), dirigido por el legendario Carlos Saura (Cría cuervos, Mamá cumple cien años, La caza). Manuel se encuentra preparando su próximo espectáculo, un musical que trata sobre cómo se levanta una obra de este tipo. Para ello recurre a la ayuda de Sara, su exmujer y reconocida coreógrafa. Durante el casting, la joven Inés se revela como una estrella emergente mientras introduce en la trama a su padre y a la mafia local.
Durante los ensayos crecerán la pasión y la tensión entre los bailarines. La poderosa música mexicana marca el tono de la historia, mientras se va conformando una obra en la que se entrelazan tragedia, ficción y realidad, algo típico en el cine del reconocido cineasta español, deudor de su coterráneo Luis Buñuel, aunque con un estilo singular que fue depurando y afinando a lo largo de su vasta y variada carrera.
La recepción fue desigual. Mientras algunos consideran que “entra por los oídos, con una banda sonora excepcional, e inunda la vista con la fantástica fotografía (...), respira de una forma diferente, como solo consiguen los grandes autores”, según Federico Marín Bellón, del diario ABC, otros como Rubén Romero, en Cinemanía, creen que “debería funcionar, pero tan solo lo hace a medias. La trama, con el sempiterno juego entre teatro, ficción y realidad, es endeble. Sin embargo, el gran problema reside en su puesta en escena”.
La canadiense Maelströlm (2000) sigue a una mujer de veinticinco años, quien atropella con su coche a un hombre, y presa del pánico huye de la escena del accidente. A raíz del desgraciado suceso cae en una etapa de caos y depresión.
La película fue dirigida por el respetado director canadiense Denis Villeneuve (Incendies, La llegada, Blade Runner 2049), quien obtuvo por esta cinta los lauros al mejor realizador y el mejor filme en los premios Genies de su país.
Michael Wilmington, del Chicago Tribune, piensa que la obra está “hecha con un toque juguetón e intensidad dramática” y que “es una película sobre temas serios (...), pero tratados con ligereza, elegancia, humor e inteligencia visual”. Otros, si bien reconocen que “pocos cineastas del siglo XXI han alcanzado la prominencia y el prestigio con la fuerza de Denis Villeneuve, cuya carrera aparentemente imparable se ha visto impulsada por un equilibrio constante de respeto de la crítica y éxito comercial”, también le reprochan que Maelströlm “no es tanto una mala película, como a medio hacer”, pues significa “el esfuerzo menos confiado de Villeneuve, y el menos convincente como resultado”, según David Ehrluch, de IndieWire.
Cierra el mes Crossing (2024), de Suecia, premiada por la academia cinematográfica de ese país, entre otros certámenes. La georgiana Lia, una profesora jubilada, ha jurado que encontrará a su sobrina, Tekla, quien desapareció hace ya bastante tiempo. La búsqueda la conduce a Estambul, donde conoce a Evrim, una abogada que defiende los derechos de las personas trans.
Su director, Levan Akin (El círculo, Solo nos queda bailar) ha logrado ser, en la opinión de algunos críticos, “delicado con el texto, esmerado en la puesta en escena y siempre atento a la mirada y el gesto de los actores”, mientras “firma un ejercicio de realismo cinematográfico tan conmovedor como punzante”, como afirma Desirée de Fez, de El Periódico. Mezcla eficaz de drama, comedia costumbrista y buddy movie, también ha dicho Jordi Batlle Caminal, de La Vanguardia, que “brilla en el retrato realista de las calles (...) y en el registro de estos tres seres (...) magníficamente interpretados”.
Relato sutil, retrato matizado y agudo de tres personas y una ciudad (Estambul, todo un personaje) y brillantes desempeños (Mzia Arabulli, Lucas Kankava, Deniz Dumanli), estas vidas cruzadas son un cierre con broche dorado para el mes.
Tomado de Cartelera Cine y Video, número 232