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María Elena Molinet, imprescindible también para el cine cubano
Varios importantes filmes cubanos cuentan con la impronta en el diseño de vestuario de María Elena Molinet, de quien este 2019 celebramos su centenario, una fecha que, sin tantos bombos, ruidos y platillos, apenas ha tenido repercusión mediática; aunque destaca el artículo que Graziella Pogolotti le dedicara en las páginas de Juventud Rebelde, publicado el pasado 29 de septiembre, con el título “La imagen del hombre”.
Decana del diseño de vestuario para teatro, cine y televisión, profesora e investigadora de larga experiencia, María Elena Molinet nació el 30 de septiembre de 1919 en Holguín, pero su desarrolló profesional y artístico lo realizó sobre todo en La Habana. Allí se graduó en la Academia Interamericana de Dibujo Comercial, en 1949, y estudió pintura y grabado en la hoy bicentenaria Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, en 1952. Luego María Elena completaría su formación académica con clases de diseño teatral, en Checoslovaquia, impartidas por los profesores Ludmila Purquiñova y Ladislav Vichodyl, y con una amplia lista de talleres y adiestramientos en instituciones de Berlín, Praga y Budapest.
Pero María Elena no solo estuvo interesada en su superación profesional. De estirpe mambisa, nos recuerda Graziella Pogolotti en el texto citado anteriormente, se sentía comprometida con ese legado: “Su abuela materna le había narrado sus vivencias en la quema de Bayamo y en los campamentos de los insurrectos, donde tuvo que refugiarse con sus dos hijos pequeños. Su padre obtuvo el grado de general durante la guerra de independencia. Involucrada en la resistencia cívica del M-26-J, tuvo que exiliarse en Venezuela. Allí, su trabajo la condujo a conocer la cultura popular y el ambiente de las comunidades indígenas. Fue un aprendizaje que contribuyó a definir su perspectiva ante el arte y la vida”.
Su trabajo en el diseño sueñe verse fundamentalmente en dos vertientes: el hecho escénico y el cine. Del primero realizó el diseño de vestuario para puestas de diversos géneros (danza, ballet, bailes populares tradicionales, folclor, y sobre todo, teatro dramático) de unas 150 obras en Cuba, Venezuela y Checoslovaquia, con importantes directores como Andrés Castro, Vicente Revuelta, Roberto Blanco, Rolando Ferrer, Abelardo Estorino (Cuba), Alberto de Paz (España) y coreógrafas como Evelia Berestain (México).
A su regreso a Cuba, después de 1959, se integró al Teatro Nacional, germen del posterior Conjunto Folclórico Nacional, espacio que acogió entonces la danza moderna. Quizá uno de sus más conocidos diseños teatrales fue el que realizó para el estreno de María Antonieta, de Eugenio Hernández Espinosa, con música de Leo Brouwer y dirección de Roberto Blanco.
A partir de fines de la década de 1960, específicamente 1967, trabajó en el diseño de vestuario de importantes películas. Eran los años en que el ICAIC confió en una hornada de jóvenes directores, pero también actores, realizadores, editores, asesores, luminotécnicos, diseñadores, etc. los caminos de un cine cubano que adquiriría resonancias continentales —base medular de lo que se ha llamado Nuevo Cine Latinoamericano—, a la par del proceso revolucionario triunfante en 1959. Así diseñaría el vestuario de Lucía (1968) y Cecilia (1980), de Humberto Solás; Mella (1975) de Enrique Pineda Barnet, varios de Manuel Octavio Gómez, entre otros títulos, para un promedio de 18 películas, entre cubanas y coproducciones con países como Nicaragua, Francia y España.
La vimos, además, aparecer en el elenco de La bella del Alhambra, ese clásico de Pineda Barnet. Diana Fernández y Derubín Jácome, al frente del vestuario y la escenografía del filme, respectivamente, recuerdan en una entrevista para La Gaceta de Cuba realizada por Arturo Sotto, las enseñanzas de María Elena en la Escuela Nacional de Arte, junto a profesores como Dimitriv Kdrnozka, Miriam Dueñas, Ramiro Maseda y Roberto Larrbure, entre otros.
En Cecilia, el importantísimo filme de Solás, ambos trabajarían junto a María Elena: “Para nosotros el trabajo en Cecilia constituyó una verdadera escuela de diseño para cine con la tutela de Humberto Solás. La visión tan especial de este director, del cual todos conocemos sus extraordinarias capacidades para visualizar y diseñar atmósferas, nos abrió un nuevo mundo en relación con el diseño. (…) No puedo dejar de mencionar lo que significó para nosotros tener como guía y apoyo a quien estaba al frente del departamento de vestuario en Cecilia: nuestra profesora María Elena Molinet”, recuerda Diana Fernández.
¿Cuánta maestría encierra el diseño de vestuario de un filme como Lucía, cuyas historias recorren varios momentos de la historia nacional: el siglo XIX, las primeras décadas del XX y los albores y con ellos, las trasformaciones sociales, de la naciente Revolución? ¿O Cecilia, un fresco del siglo XIX cubano? ¿O Mella, ambientada en los años 20 del pasado siglo?
“La ropa —escribe Graziella Pogolotti— no podía escogerse de manera azarosa, ni tampoco según un criterio que propiciara la búsqueda fácil de la bonitura. Ningún detalle podía estar sujeto a la improvisación. Requería un serio empeño de investigación. De ahí que en la práctica artística de María Elena Molinet existiera la constante elaboración de un trabajo conceptual que, por sus alcances, sobrepasó el mundo del arte e impulsó el desarrollo de un pensamiento que abordaba, atendiendo a razones históricas, sociales y sicológicas, la relación del ser humano con su imagen y, por ende, con sus costumbres, con su representación en la sociedad y con la adopción de las modas dominantes de cada momento”.
Fundadora y, por mucho tiempo, miembro del Consejo Nacional de la UNEAC, en 2007 le fueron entregados los Premios Nacionales de Enseñanza Artística, Diseño y Teatro. En las palabras de elogio en la entrega de este último, otorgado junto al reconocido diseñador escénico Eduardo Arrocha, el también diseñador Jesús Ruiz expresó sobre ella: “La obra de María Elena tiene como ejes la búsqueda de la síntesis, el impulso y la necesidad de expresarse por medio de una paleta dominada por la razón, más que por el placer de la forma y el color. Esta obra, de indiscutible valor, no es sino una parte de su contribución a las artes escénicas cubanas, porque si bien Rubén Vigón fue el ejemplo poderoso al que muchos reconocemos como el punto de partida de nuestro diseño actual, María Elena personifica la batalla perenne e imparable en pro de toda causa y todo empeño que eleve cada día la calidad de nuestro diseño escénico, razón y pasión que la hacen una artista de vocación fundacional con un énfasis especial en el pensamiento teórico y la labor pedagógica”.
Como investigadora y profesora, María Elena Molinet publicó varios libros, ensayos y artículos, aparecidos, estos últimos, en revistas. Entre los libros destaca los siempre necesarios La piel prohibida (1997) y La vestimenta ritual tradicional de la santería cubana (2008).
Su labor como docente inició en 1961 y se desarrolló, además, en países como Venezuela y España, donde enseñó en la famosa Universidad Complutense de Madrid: allí impartió, en la Cátedra Alicia Alonso, un curso sobre el diseño escénico en la danza. Fue cofundadora y responsable de la Cátedra de Vestuario y profesora de diseño y de Historia del Traje en la Escuela Nacional de Arte, específicamente en el área de Teatro; en las Escuelas de Instructores de Arte, en Teatro y Danza; en el Departamento de Historia del Arte de la Facultad de Artes y Letras, de la Universidad de La Habana, impartiendo Historia de la vestimenta y a partir de la década del 80, Conceptos e Historia de la Imagen del Hombre.
A lo largo de su amplia carrera realizó varias exposiciones, entre ellas: Modas, en el Museo de Arte Moderno, Caracas, en 1958; Retrospectiva del Teatro en Cuba, en la sede de la Uneac, en 1963; Diseño Teatral, en la Casa de la Cultura Checoslovaca, La Habana, 1964; Diseño de Teatro Cubano. Talleres y Almacenes de Teatro, en La Rampa, en 1966; Nueve Escenógrafos Cubanos, Casa de la Paz, México D.F.; Cuatrienal de Praga, en esa ciudad, en 1971, 1975, 1983 y 1987; Diseño de Teatro Cubano, Santiago de Chile, 1972; Trienal de Novi-Sad, Yugoslavia, 1978; Primer Coloquio de Diseño Teatral, Uneac, 1987; 30 Aniversario del Conjunto Folclórico Nacional, 1992; 30 Aniversario del Complejo del Teatro Mella, 1992; Con los dedos del amor (Retrospectiva personal), Galería Domingo Ravenet, 1995.
Poco antes de su fallecimiento, ocurrido a los 94 años, el 6 de octubre de 2013, la Galería Raúl Oliva realizó una amplia exposición, titulada, Vestidas por el tiempo, con parte de su obra.
En el catálogo de la misma, Graziella Pogolotti escribió: “Concebido tradicionalmente como decoración, el diseño adquiere carta de naturaleza a partir del triunfo de la Revolución, integrado al proceso de maduración del movimiento teatral cubano y al desarrollo de la industria cinematográfica. Se convierte, entonces, en un lenguaje que participa en la producción de sentido en la propuesta escénica. La obra de María Elena, desde la docencia, la creación y el trabajo teórico alcanza, en ese contexto, dimensión fundacional. Deja su impronta en realizaciones clásicas del teatro y el cine con una concepción de la cubanía que trasciende el acercamiento superficial, costumbrista o folklorizante. Su trayectoria previa, en estrecho vínculo con la vanguardia nacional de los años cincuenta, la había preparado para abordar tan exigente empresa. Como diseñadora, sostuvo un diálogo productivo con imprescindibles directores, ya inscritos en la historia de nuestra cultura. Pero no hay que hablar de María Elena en pasado: se mantiene creativa y actuante”.
Otros homenajes se sucedieron: en 2014, Ediciones La Memoria del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, publicó María Elena Molinet, diseño de una vida, de Estrella Díaz, un valioso testimonio en que la propia artista relata momentos de su fecunda existencia; en ocasión de su aniversario 97, en 2016, la Casa de la Obra Pía, de la Oficina del Historiador de La Habana, rindió homenaje a la prestigiosa diseñadora de vestuario, con la exposición María Elena Molinet, una cubana imprescindible y recientemente, la Biblioteca Nacional realizó una muestra bibliográfica por su centenario, en la Sala de Arte Wifredo Lam de esa institución.
Hoy, en su centenario, es necesario volver a la amplia obra de María Elena Molinet: artífice del diseño, dueña de una insoslayable cubanía, necesaria también para el cine cubano.