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La música en el centro del legado de Santiago Álvarez

Mar, 03/18/2025

Santiago de Cuba es, una vez más, la capital del cine documental. La 22 edición del Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in Memoriam abrió sus puertas con un panel profundamente emotivo dedicado principalmente a la música en la obra de Santiago Álvarez, un tema inseparable dentro del legado del gran cineasta cubano. El reencuentro con su figura no solo como creador visionario, sino como cubano auténtico, fue el hilo conductor de una jornada que exploró la compleja y fascinante interrelación entre imágenes y sonidos.

Roberto Valera, uno de los panelistas, evocó la memoria de Santiago Álvarez desde la calidez y la cercanía y a través de recuerdos personales, rememorándolo no como una figura distante e inaccesible, sino como un hombre del pueblo, con un humor contagioso y una presencia que trascendía las pantallas. “Recuerdo a Santiago moviéndose en la calle como un cubano más, expresándose siempre con un humor muy cubano”, expresó Valera, quien pintó un retrato íntimo de un cineasta que conectó con su entorno de una manera profundamente humana. Esta anécdota, aparentemente simple, estableció el tono del panel: un encuentro con una obra cinematográfica y con la personalidad y el contexto cultural que la impulsó.

Santiago de Cuba es, una vez más, la capital del cine documental. La 22 edición del Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in Memoriam abrió sus puertas con un panel profundamente emotivo dedicado principalmente a la música en la obra de Santiago Álvarez, un tema inseparable dentro del legado del gran cineasta cubano. El reencuentro con su figura no solo como creador visionario, sino como cubano auténtico, fue el hilo conductor de una jornada que exploró la compleja y fascinante interrelación entre imágenes y sonidos.

Roberto Valera, uno de los panelistas, evocó la memoria de Santiago Álvarez desde la calidez y la cercanía y a través de recuerdos personales, rememorándolo no como una figura distante e inaccesible, sino como un hombre del pueblo, con un humor contagioso y una presencia que trascendía las pantallas. “Recuerdo a Santiago moviéndose en la calle como un cubano más, expresándose siempre con un humor muy cubano”, expresó Valera, quien pintó un retrato íntimo de un cineasta que conectó con su entorno de una manera profundamente humana. Esta anécdota, aparentemente simple, estableció el tono del panel: un encuentro con una obra cinematográfica y con la personalidad y el contexto cultural que la impulsó.

El panel, titulado “La música en el cine documental”, reunió a un selecto grupo de compositores y músicos cubanos de reconocida trayectoria, como José Loyola, Rodulfo Vaillant y Roberto Valera Chamizo, así como al músico alemán Michael Elverman, director de la Orquesta Sinfónica de Oriente y radicado en Santiago de Cuba. Juntos desarrollaron una rica conversación sobre el papel transformador de la música en el cine documental, destacando su capacidad para crear atmósferas, generar contrastes dramáticos y reflejar la identidad cultural. No se trató simplemente de una discusión técnica sobre la selección musical de una película. Fue una exploración de cómo la música puede enriquecer la narrativa, intensificar las emociones y comunicar ideas de forma poderosa e intangible.

La presidenta de honor del Festival, Lázara Herrera, enmarcó la discusión dentro del contexto más amplio del legado de Santiago Álvarez. “En la obra de Santiago se reúne lo mejor de la música cubana”, afirmó, subrayando la importancia de la música nacional como elemento esencial en la construcción de la identidad y la narrativa de sus documentales. Esta observación nos invita a reflexionar sobre la meticulosa selección musical de Santiago, una práctica que trascendía la simple adición de un fondo sonoro, y que convirtió en una herramienta narrativa indispensable.

José Loyola aportó una perspectiva crítica e histórica, y destacó la notable habilidad de Santiago Álvarez para adaptar canciones a sus documentales, así como para seleccionar con precisión milimétrica la pieza que mejor se ajustaba al tono y al mensaje de cada escena. Esta maestría en la integración de la música preexistente no solo enriqueció sus películas, sino que también ofreció una nueva dimensión interpretativa a las propias composiciones, creando un diálogo sutil y potente entre imagen y sonido.

Rodolfo Vaillant, por su parte, aportó una perspectiva más contextual, analizando la profunda relación entre Santiago Álvarez y la ciudad de Santiago de Cuba, espacio que contribuyó al desarrollo de su visión cinematográfica. Vaillant enfatizó el significado simbólico de la celebración del Festival en esta ciudad, un homenaje no solo a la obra de Santiago Álvarez, sino también a la cultura e identidad cubana que impregna su cine. La decisión de mantener el Festival en Santiago de Cuba, según Vaillant, fue impulsada por los jóvenes de la Asociación Hermano Saiz, consciente de la importancia de honrar y preservar este legado. “Santiago es de Santiago. Y el Festival debe permanecer aquí, en esta ciudad”, declaró Vaillant, una afirmación que resuena con fuerza.

Con este panel abrió el evento teórico del 22 Festival, que incluye conferencias, charlas y seminarios que serán impartidos por destacados cineastas, críticos e investigadores, en los que se abordarán temas como la situación de la mujer en el cine documental, la infancia y la niñez en el cine, la imagen antropológica en la documentalística, la obra de Fernando Birri y las nuevas tendencias del cine documental en Cuba y Argentina, entre otros.

Una vez más, el legado de Santiago Álvarez eleva el Festival para convertirlo en una plataforma para el diálogo, la reflexión crítica y la exploración de los nuevos retos y oportunidades en el fascinante mundo del cine documental. Su influencia, palpable en cada discusión, asegura la continuidad de su legado para las futuras generaciones de cineastas.