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Jornada de la Cultura Italiana: Gillo Pontecorvo y Valerio Zurlini
La Jornada de la Cultura Italiana de este año 2019 está dedicada a dos maestros de su cinematografía, Gillo Pontecorvo (1919-2006) y Valerio Zurlini (1926-1982).
Pontecorvo inició su andadura por el cine en los años 50 y debutaría con Giovanna, segmento del filme La rosa de los vientos, de 1956. Este sería el comienzo de una corta pero interesante filmografía de ficción con nombres tan importantes como Kapó, La Batalla de Argel y Quemada, si bien su mayor interés estuvo en los documentales.
La Batalla de Argel (1966), su obra más reconocida, se convirtió en una bandera del anticolonialismo al relatar la guerra entre los ocupantes franceses y el Frente de Liberación Nacional argelino. Narrada en un estilo semidocumental, con soberbias actuaciones, obtuvo el León de Oro en la Mostra de Venecia y otros premios.
Siempre comprometido con las mejores causas, Pontecorvo filmó en 1969 otro filme anticolonialista, Quemada, que contó con el gran actor Marlon Brando en el papel de un aventurero británico, quien organiza una revolución en una colonia portuguesa con la intención de que la isla caiga en manos británicas para explotar sus recursos naturales.
A destacar, además, su último largometraje, Operación Ogro (1979), en el que se relataba el atentado cometido por la ETA contra el sucesor del dictador español Franco, Luis Carrero Blanco, en 1973.
Otro nombre clave de la cinematografía italiana es Valerio Zurlini, cuyo primer largometraje adaptó una obra del escritor vasco Pratolini, Le ragazze di San Frediano (1955). Pero a pesar de su éxito, Zurlini tuvo que esperar cuatro años para rodar su segundo título, Estate violenta (1959). Entretanto, escribió el guion de Guendalina, que si bien le valió el Premio Nastro d’argento, los productores no le permitieron dirigirlo.
Luego llegaría uno de sus filmes más estimados y recordables, La muchacha de la valija (1960), con el actor francés Jacques Perrin, quien se convertiría en su actor de cabecera y sería coprotagonista de Claudia Cardinale, de espléndida belleza entonces.
Una nueva adaptación de Pratolini, Cronaca Familiar (1962) le permitiría recibir ex aequo el máximo premio del Festival de Venecia, el León de Oro. En 1965, rodó Le soldatesse, ambientada en la Segunda Guerra Mundial, y posteriormente dirigió varios proyectos teatrales que precedieron a la película Seduto alla sua destra (1968), que decepcionó a la crítica y a los espectadores.
Sus últimos largometrajes serían La primera noche de quietud (1972), cinta protagonizada por Alain Delon, un notable éxito de público, no así de crítica, y El desierto de los tártaros (1976), lujosa superproducción que ganaría los premios David di Donatello en las categorías de mejor director y mejor película.
(Tomado de Cartelera Cine y Video, nro. 169)