Alicia Alonso

Giselle en la ambivalencia de la creación

Sáb, 12/05/2020

El filme Giselle (1964) inaugurará este 23 de diciembre la Jornada Triunfo de la Revolución: Cultura, Revolución, Cubanía. Será en una función de gala en el cine Acapulco, cuyos invitados no podrían ser otros que los integrantes del Ballet Nacional de Cuba.

Ese mismo día se exhibirá también a partir de las 5:00 p.m. en la sala 3 del Multicine Infanta, como parte de la programación de la Jornada, la cual contempla la proyección de un nutrido grupo de filmes cubanos en varias de las salas del mencionado Multicine, hasta el 3 de enero de 2021.

Giselle fue el primer largometraje de ficción de Enrique Pineda Barnet, quien en sus trabajos cinematográficos iniciales durante los primeros años de la década del 60 había demostrado su interés por la temática teatral, como uno de los realizadores que formaron parte de la Enciclopedia Popular1.

La Enciclopedia Popular le permitió iniciar un proyecto ambicioso, aunque inconcluso: La Colección de Teatros de La Habana, dentro del cual solo pudo ver terminados dos cortos: Fuenteovejuna, escrito por Lope de Vega, en una versión para el Grupo de Teatro Estudio, dirigido por Vicente Revuelta; y Aire frío, de Virgilio Piñera, dirigido por Humberto Arenal2.

Contrario a lo que se pueda suponer, la realización de Giselle fue más por encargo que por elección del propio realizador. En una entrevista hecha a Pineda Barnet por Walfredo Piñera y Lissette Hernández para la revista Universidad de La Habana en 1990, el director confesó:

Alfredo [Guevara] (…) aprovechando una cantidad de película vieja que estaba en las bóvedas del ICAIC me dice: “Yo tengo un compromiso con Alicia Alonso para filmar un ballet”. Y entonces (estoy siendo absolutamente abierto y sincero, no estoy ocultando nada) me hace la propuesta: “Tengo esa cantidad de película ahí; si tú quieres te la doy, y haces un ballet con Alicia”. Yo, lo primero que respondí fue: “Es que el ballet a mí no me gusta”. Pero él me dijo: “De todos modos, piénsalo”.

Y entonces, pues, me decidí a pensarlo, y fui a ver a Alicia y a Fernando Alonso. Realmente, ellos me conquistaron por su rigor, por su profesionalismo, por su capacidad artística. Me conquistaron y me hicieron ver un montón de ballets. Así me di cuenta de que yo era un inculto en aquel arte, y que estaba en la posición prejuiciada esa de: “A mí no me gustan el ballet y la ópera porque son géneros anacrónicos”. Aprendí a valorar, al menos en principio, el ballet.3

La obra recoge, para la memoria del arte danzario y cultural del país, una de las actuaciones excepcionales de Alicia Alonso, acompañada de otras grandes figuras del ballet nacional, y lo hace en una transmutación del lenguaje escénico teatral de la danza al cinematográfico:

“Se nos planteaba una disyuntiva: ¿hacer cine teatral?, ¿hacer un teatro filmado?... Nos propusimos pues hacer una película sobre la puesta en escena del ballet utilizando los mejores elementos del ballet y los mejores del cinematógrafo, en una armonía tal que se cumplieran los objetivos comunes, siempre todo visto con el ojo del cinematógrafo”4.

El trabajo de Pineda Barnet con este clásico del ballet convirtió el filme en una obra sui generis, rara avis del cine cubano, debido a la fusión de los dos lenguajes: el danzario y el cinematográfico, pues si bien los bailarines ejecutaban la coreografía en el escenario teatral, el uso de las posibilidades de la cámara y la edición rompían la cuarta pared.

Por otra parte, el ser registro de una actuación del Ballet Nacional no le quitaba completamente el carácter documental, a pesar de contar una historia como los filmes de ficción.

Esta ambivalencia se vio reforzada en la concepción de puesta en escena, la cual no negaba en ningún momento su condición teatral, especialmente en lo referente a la escenografía:

En la imagen buscamos expresar el espíritu y la atmósfera poética, idealización de la realidad, llevando a un primer plano un romanticismo moderno, tratando de convertir el detalle sentimentaloide en gracilidad y frescura de una época. En el montaje, el ritmo acorde a un cine moderno, su tiempo y espacio más libres, dentro de las limitaciones que impone un play back ininterrumpido de una pieza y una iconografía que es un todo y el ámbito estrecho de un teatro… Hicimos un análisis nuevo de la obra y los personajes, a modo de romper algunos esquematismos.5

Pineda Barnet no solo reelaboró los puntos de vista en los movimientos profílmicos de cada escena del ballet,sino que también los enriqueció con movimientos y ángulos de cámaras, con lo cual la percepción del clásico se enriqueció, gracias a una planificación que buscaba resaltar el sentido dramático de las escenas, así como el gesto y la expresividad de los ejecutantes, quienes tuvieron que asumir el reto de actuar en el sentido cinematográfico del término, es decir, conscientes de que su personaje estaba siendo registrado por la cámara y que su resultado iba a ser apreciado en los más mínimos detalles por el espectador.

Este experimento, ahora realizado desde la complejidad de un largometraje, ya lo había probado en Aire frío, realizado con un concepto diferente, en tanto que el movimiento y los encuadres de la cámara aprovechaban la escenografía naturalista de la puesta teatral para dar una impresión de realidad que acerca al corto a una mise en scène de ficción.

Por su parte, la edición rompe la estructura teatral de plano general para crear otro ritmo, con el cual gana en dinamismo y organización narrativa.

Otra modificación importante en esta apropiación cinematográfica del ballet está en su realización en blanco y negro y no en colores. La decisión le permitía trabajar lo visual desde otro punto de vista dramatúrgico, insistiendo en las posibilidades de los grises y los contrastes del blanco y el negro y no en las gradaciones del color, lo que le daba, además, una contemporaneidad estética con lo que se estaba filmando en aquel momento, tanto en el país como en el cine de vanguardia extranjero:

“Esto, aparte de que hubiera hecho variar totalmente la concepción del film, no nos hubiera permitido darle una cierta austeridad que nos proponíamos. Queríamos lograr un tono poético para el que el blanco y negro era lo ideal. El color nos hubiera convertido la película un poco en ‘cake de niña de quince años, cargado de cintas, lazos y merengue’”.6

El crítico cinematográfico, profesor y promotor José Manuel Valdés Rodríguez (1897-1971) valoró la cinta en su columna “Tablas y Pantalla” del periódico El Mundo de esta manera:

El film Giselle viene a decirnos de una parte hasta dónde el Ballet Nacional es un organismo danzario de calidad, por la eminencia de Alicia Alonso, hoy en el ápice, y por la aptitud de las otras primeras figuras y la capacidad del conjunto. De la otra, expone esa cinta la eficacia de la cinematografía cubana en el film de arte, al expresar en términos específicos acabadísimos una manifestación estética con características plásticas y dinámicas complejas. Por eso afirmamos que Giselle tiene peculiar significado en la historia del ballet y del cine en Cuba.7

Giselle fue seleccionado en 1964 entre los filmes destacados del año por la Selección Anual de la Crítica. No obstante, pagó amargamente su carácter de “adelantada” y su ambivalencia genérica, ya que nunca más ha sido reconocida ni en ficción (donde se acogió en su clasificación), ni como documental, en las diferentes encuestas que se han realizado sobre el cine cubano posteriormente.

Su fama internacional la alcanzó 15 años después, cuando su director recibió, en 1979, un Diploma al Mérito, otorgado por el Jurado del Dance Films Award Competition en Nueva York, Estados Unidos.

Desde entonces, es una película de obligada referencia para los estudiosos, nacionales y extranjeros, del ballet cubano y de la obra de Alicia Alonso.

 

Notas:

1 Los números de la Enciclopedia Popular comenzaron a aparecer en 1961. Se realizaban quincenalmente y contenían notas diversas sobre aspectos de la historia del arte, la ciencia, la educación, con una duración aproximada de 10 minutos. Su objetivo era la realización de cortos, de carácter enciclopédico, informativo-didácticos, preferentemente sobre asuntos cubanos y dar la oportunidad a jóvenes realizadores, nacionales o no, de aprender sobre la práctica, a modo de abrir puntos de partida, probar talentos, etc.

2 Fuenteovejuna apareció en la emisión no. 36 especial de la Enciclopedia Popular, perteneciente a 1963. Mientras, Aire frío se estrenó en 1965, un año después de Giselle. Nunca fue incluido dentro de los números de Enciclopedia Popular, sino como una producción del Departamento de Documentales.

3 Hernández, L. y Piñera, W. (1990): “Diálogo con Enrique Pineda Barnet, un rastreador de la memoria”. Revista Universidad de La Habana, no. 239, pp. 132-33.

4 Rodríguez, M. “Entrevista con Enrique Pineda Barnet”. Cine Cubano, no. 28, p. 18.

5 Ibídem, pp. 19-20.

6 Ibídem, p. 19.

7 Valdés, J. M. (1964). “Giselle en la historia del ballet y el cine en Cuba”. El Mundo.