Heidi y Patricia

Génesis de una generación

Mié, 06/17/2020

—Busco una imagen, busco una imagen que me hable de ti, busco otro tono, pero es este el que sale.
—El futuro me parecía limitado, claustrofóbico, predecible, pero después de lo que hice no puedo evitar tener miedo… ¿Alguna vez te has preguntado para quién filmas?

Heidi Hassan vuelve a Cuba con 15 años de añoranzas en 80 minutos de filmación. Desanda La Habana en diciembre como otra de sus cinéfilas. El cine 23 y 12 fue la coordenada en Cuba para compartir un proyecto que buscaba ser secuencia.

Patricia Pérez sigue todo desde España: “Nada me gustaría más que estar ahora mismo en La Habana, en el 23 y 12, compartiendo con ustedes el estreno. Por favor, envíenme alguna impresión, la primera que se les pase por la cabeza, al acabar la película. Es la única manera que se me ocurre para sentirme un poco cerca”.

A media voz es un documental coproducido entre España, Suiza, Francia y Cuba. Fue premiado en el Festival de Málaga y avalado en el Foro de Coproducción del Festival de San Sebastián y en el DocLisboa. Rodado en Galicia (Finisterre y alrededores), Ginebra y La Habana, ha sido producido por Daniel Froiz y Claudia Calviño para Matriuska Producciones de España y La Quinta Avenida de Cuba.

El filme comenzó su andadura por Madrid, Ámsterdam, Ginebra y recaló por fin en La Habana, en pleno festival de cine, donde dio la vuelta al recuerdo de dos autoras que llegaron a presentarse en certámenes anteriores como la Muestra Joven ICAIC. El Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam les premió por una experiencia personal que retrata la esencia de un pensamiento, de un país a pedazos, de una Cuba que respira al otro lado del Atlántico. Diciembre vino entonces con más aplausos. Heidi Hassan se llevó el Coral en La Habana. Iban con ella otras manos, la foto de Patricia de frente a las palmas del Teatro Nacional y una rosa en el vestido. Puede que cada vez que vayan por otro galardón recuerden esa noche. A media voz ha seguido otras rutas después de diciembre. Su andadura ha continuado en las salas de exhibición. Guadalajara, Miami, Estocolmo, Cartagena, Málaga, Costa Rica, Panamá… pedazos del mundo viendo cine hecho por mujeres cubanas.

A través de la correspondencia audiovisual entre las dos cineastas, radicadas en Galicia y Ginebra, respectivamente, se articula el diálogo de este documental autoetnográfico. Dos mujeres que se abalanzan sobre los 40 años. Dos cubanas que afrontan los retos de la emigración. Dos historias que intentan reconstruirse lejos de Cuba. Dos historias en las que identidad, maternidad y creación se entrecruzan y se impulsan mutuamente.

¿Cómo nace este ritual de recopilar imágenes de archivo y así construir la historia de A media voz?

Heidi nos dice: “Siempre hemos estado obsesionadas con registrar el presente, la vida, los amigos. Patricia, a través del video, y yo, de la fotografía. Casi que sospechamos que algún día cada una haría algo con esas imágenes. Pero el momento no había llegado. Nos hemos escrito mucho, cientos de cartas que nos ayudaron a acompañarnos y a crecer. Ambas necesitábamos volver al cine a través de algo personal y queríamos hacerlo juntas. Las cartas audiovisuales fueron una evidencia”.

¿Cuáles son las etapas de vida o los períodos donde trazaron las líneas del guion?

Ambas hemos cumplido 40 años, edad en la que uno muchas veces suele mirar hacia atrás para poder mirar hacia delante. La película empieza en ese momento, pero hace un recuento de los últimos 15 años. Es una historia que alterna presente y pasado, buscando respuestas para conectarse con el futuro.

¿Qué parte de este documental puede ser visto como ficción?

El documental tiene varios momentos ficcionados. Las videocartas de Patricia se sirven más de imágenes de archivos, mientras que en las mías hay más reconstrucción, se trata de un documental híbrido donde los límites son borrosos.

Traer el documental a los ojos de Cuba, el público original, ¿cuál fue la reacción de esa generación que se menciona en el documental y de los asistentes?

La recepción del documental fue increíble. Patricia y yo estábamos muy expectantes con la presentación en Cuba, porque independientemente de que vimos en Ámsterdam que la película conecta muchísimo con el público internacional, el público cubano era el primer destinatario de nuestro documental. A la salida de la proyección, una señora se me acercó y me dijo que aunque la cinta era muy personal, para ella era una película colectiva. Su frase me sobrecogió, porque nosotros en A media voz no estamos únicamente llevando nuestra historia a la pantalla, sino tratando temas que a todos los cubanos nos tocan muy de cerca.

Fue bellísimo compartir y recibir el apoyo de muchísimas personas que consideraron que la película era necesaria. Muchos se vieron representados, ellos mismos o sus familiares, otros apreciaron la sensibilidad y la manera femenina de contar el documental. Fue un momento intenso y hermosísimo. Agradecemos a todas las personas que se acercaron después de la proyección y nos incitaron a seguir haciendo cine, ese tipo de cine. No fueron solamente personas de nuestra generación, tocó la sensibilidad de personas entre los 20 y los 70 años.

Génesis: punto y seguido de una generación

Patricia y yo nos conocimos en la piscina del Martí, cuando teníamos 8 años. Sería por el año 88. Luego volvimos a encontrarnos en el pre, hicimos juntas la Lenin y después estudiamos Cine en la Escuela de San Antonio de los Baños. Tenemos la suerte de los encuentros, de haber crecido juntas. Nuestro grupo de amigos es el mejor regalo que me ha hecho la vida.

Nosotras somos de una generación que gracias a la Muestra Joven del ICAIC encontró visibilidad. Le debemos mucho a Marisol Rodríguez y el apoyo que le dio al cine joven. Sin ese espacio no sé dónde estaríamos hoy.

(Tomado de Cartelera Cine y Video, nro. 175)