omerta

Film Noir made in Cuba

Dom, 07/28/2024

Si “intermitente”, al decir del crítico Joel del Río, es la irrupción del tema criminal en toda la historia de la cinematografía cubana; cabe advertir, sin embargo, un tímido giro en el nuevo siglo, donde un puñado de películas han pugnado por merodear los arquetipos narrativos y rasgos estilísticos del cine de género negro. De esa cosecha última se han extraído Omerta (Dir: Pavel Giroud, 2008) y Nido de mantis (Dir: Arturo Sotto, 2018), para ofrecerlas en el microciclo “Negro y a lo cubano”, que ocupará las tardes del martes 14 de agosto y el martes 28 de agosto en el espacio Horas de Cine Negro. Calcada del cine detectivesco a lo británico pero con un investigador chino, el célebre Chan Li Po creado por Félix B. Caignet, es La serpiente roja (1937), cinta dirigida por Ernesto Caparrós que guarda el mérito, además, de ser el primer largometraje de ficción sonoro cubano. En 1950, Siete muertes a plazo fijo, con un repertorio de personajes que combinaba a policías, delincuentes y detectives, el director Manuel Alonso se aproximó más a las aguas del Noir entonces en boga dentro de la filmografía de Estados Unidos. La cinematografía local cimentada a partir de los años 60 se caracterizó por la búsqueda de unos rasgos de cine nacional y la resistencia a la infiltración de las estampas culturales engendradas por la industria hollywoodense. También, a tenor con la influencia de las corrientes europeas del momento, entronizó una apuesta por un cine de autor que alimentaba cierto prejuicio hacia los géneros cinematográficos de consumo masivo. Súmese a esto un cine negro norteamericano en horas bajas, quedado atrás el apogeo del período hoy llamado “clásico” y perdida su influencia en las pantallas internacionales, para entender por qué se frenó la entrada del Noir en Cuba y se cortó el probable desarrollo de alguna variedad autóctona ―como sí había sucedido en un país como Francia, con el PolarHabría que esperar hasta el tránsito entre siglos y la irrupción de una generación de cineastas cubanos refrescada por los aires posmodernos de romper fronteras y asimilar influencias variadas, y con voluntad para hurgar en lo retro y encontrar placer en el homenaje y la parodia. Fue la ocasión propicia, entonces, para extraer de circunstancias del suelo propio unos argumentos de sustancia criminal y arroparlos con aquellos elementos visuales, personajes y marcos narrativos prototípicos, que la contemporaneidad estaba haciendo renacer con las variantes del llamado Neo-NoirDe las tres líneas consideradas como esenciales de ese Neo-Noir ―1) historicista. 2) tiempo presente con visualidad Noir. 3) mezcla genérica―, para un primer acercamiento a su presencia en el cine cubano actual, se ha escogido en el presente microciclo la vertiente 1, aquella que es más autorreferencial y ensimismada en el noir clásico, de acción y personajes típicos del pasado. Pavel Giroud opta en Omerta (2008) por los rejuegos evocativos de la parodia para trasladarnos al universo del cine de gánsteres, con la particularidad de que su protagonista es el inconfundible “personaje crepuscular”. Un otrora temido Rolo Santos encarnado por Manuel Porto, ya pasadito de edad para el oficio, se enreda en el trámite de cumplir una última misión: recuperar un tesoro escondido para su antiguo jefe, con el contexto parte aguas del triunfo revolucionario de 1959. Mientras, Arturo Sotto se aferra en Nido de mantis (2018) al aliento de tragedia de las viejas historias al estilo de James M. Cain. Su relato se extiende por más de cuarenta años y las distintas circunstancias económico-políticas que recubren al drama de una guajirita (la actriz Yara Massiel) devenida en femme fatale para la encarnizada rivalidad entre dos hombres (interpretados por Armando Miguel Gómez y Caleb Casas), con  el presumible desenlace mortal.

mantis